Cuba: ¿Contradicciones irreconciliables?

De cara al XI Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, los productores camagüeyanos todavía muestran sus insatisfacciones con la Empresa Provincial de Productos Lácteos en cuanto al proceso de compra y venta de la leche.
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De cara al XI Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, los productores camagüeyanos todavía muestran sus insatisfacciones con la Empresa Provincial de Productos Lácteos en cuanto al proceso de compra y venta de la leche.
“Al paso que vamos, aquí cada día va a haber menos leche”, asegura Oscar Torres Tena, mientras ejecuta la rutina cotidiana de entrega del último ordeño en el Centro de Acopio La Campiña, adonde acude diariamente buena parte de los asociados a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) José Antonio Echeverría.
Aunque parecieran demasiado tremendistas sus palabras, dichas con la acostumbrada sinceridad guajira que no admite medias tintas, cierto es que en su esencia recogen las insatisfacciones y los desvelos expuestos por los vaqueros de esta provincia durante el proceso asambleario previo al XI Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
Se trata de eliminar trabas, malentendidos y enrevesados mecanismos, dispuestos aún en resoluciones, directivas y reglamentos, que empañan el proceso de compra-venta de la leche, escenario en el que se mantienen serias discrepancias con la Empresa Provincial de Productos Lácteos, que generan disgusto y desmotivación entre los productores.
“Yo pienso, declara a Granma Torres Tena, que todos esos documentos deben revisarse, ponerse a tono con los nuevos tiempos y socializarlos en las bases productivas antes de aprobarse, para que exista total transparencia y al final las decisiones que se adopten estimulen la producción, no la frenen, como está ocurriendo en la actualidad”.
Con ello concuerda Ernesto Pérez Rojas, vicepresidente de la CCS José Antonio Eche­verría, cooperativa que lleva seis años consecutivos por encima del millón de litros producidos en cada campaña lechera:
“Las exigencias son buenas para buscar calidad, pero no pueden ir en detrimento del productor. Si todos los días se hacen muestras de aceptación-rechazo de la leche, y a cada campesino se le entrega ese resultado, ¿por qué luego el Lácteo saca una muestra del tanque y lo que paga es un promedio? Considero que eso es injusto, pues afecta la gestión de la cooperativa”.
El tema, puesto sobre el tapete a la entrada misma del Centro de Acopio, suscita más de una pregunta por parte de los vaqueros presentes: ¿por qué el Lácteo no paga el aporte de cada productor de manera individual?, ¿por qué, cuando la densidad de la leche es baja, se nos penaliza, y cuando esta aumenta en la primavera entonces el precio máximo se mantiene estático?
Presto a buscar respuestas posibles a estas y otras muchas interrogantes, Granma tocó a las puertas de quienes, desde uno y otro lado de la cadena producción-comercialización, tienen parte directa en la polémica.
RADIOGRAFÍA DEL PROBLEMA
Lo primero en que se coincide al abordar el asunto es que los centros de acopio constituyen una alternativa ventajosa tanto para los productores —les facilita la entrega y conocen de primera mano los resultados de las muestras—, como para la industria láctea, al reducir las rutas de recogida, acopiar una leche de superior calidad y aprovechar mejor los medios de transporte.
“Si lo vemos así, es totalmente beneficioso para todos. Sin embargo, en aquellos lugares donde existe un solo termo no se puede diferenciar la leche de primera y de segunda, por lo que el Lácteo paga a partir de la muestra general del tanque y no por la de cada productor primario”, aclara Reinaldo Martínez Gon­zález, especialista de leche en la Direc­ción Provincial de la Agricultura.
Para ilustrar mejor lo que dice, se basa en el análisis hecho en el propio Centro de Acopio La Campiña: en los primeros 12 días de marzo se entregaron 1 942 litros de leche y según la muestra general del tanque dio un importe de 3 745.00 pesos. Ahora, al valorarse la muestra primaria de cada uno de los productores, entonces debió ser de 4 242.00 pesos, ya que en el control aparecen 1 244 litros de leche de primera, es decir, la cooperativa tendrá una pérdida, fruto de esa diferencia, de 497.00 pesos.
“El Lácteo, explica el especialista, paga a la base productiva y esta hace la nómina de
sus productores, pero el monto de esa diferencia negativa, ¿de dónde se saca? Hasta ahora se ha resuelto pagándole por igual a todos los productores y no debe ser así, pues a cada uno se le debe premiar por el esfuerzo y la dedicación mostrados para entregar una leche de óptima calidad”.
Refiere Reinaldo que hoy no hay ninguna resolución que ampare el pago de la Empresa Láctea a partir de la muestra del productor primario, asunto que ha ocasionado desavenencias, sobre todo entre los campesinos cumplidores, quienes se desmotivan, algunos dejan de entregar la leche y otros la desvían hacia disímiles destinos, como la elaboración de queso o de yogurt, que en ocasiones se co­mercializa de forma ilegal.
Preocupaciones similares tienen los va­queros en relación con la manera de clasificar la calidad de la leche: plantean que la de 1,028 gramos por mililitro (g/mL) de densidad es buena, no tiene agua y, sin embargo, se paga a 35 centavos el litro o se rechaza. Mientras, cuando algunos, sobre todo en primavera, logran rangos de 1,031 o más, no está prevista ninguna bonificación.
“El Lácteo, precisa el especialista, no puede pagar una leche de 1,028 g/mL de densidad como buena, si después tiene que enriquecerla para sacarla al consumo de la población. Que no tenga agua es una cosa y que no reúna los requisitos de densidad es otra. Habría que valorar la manera de captar esa leche fuera de clasificación para la elaboración de queso”.
¿Y si el resultado de la prueba supera el rango de 1,031 g/mL de densidad?, preguntamos a Reinaldo Martínez.
“Ni la Resolución 412 del 2011 ni la modificación hecha en el 2012 tienen en cuenta ese detalle. Mi consideración personal es que debe hacerse algún tipo de diferenciación, pues es cierto que algunos productores logran una leche de tan alta calidad”.
CONVIENE PAGAR LECHE BUENA
“Hoy la media de la provincia indica que es mayor el por ciento de leche buena que pagamos que la mala. Ello demuestra que ya se ven los resultados de los centros de acopio. A modo de ejemplo: en el 2014 el precio promedio por litro fue de 2.31 pesos y al cierre de febrero de este año (etapa de sequía) es de 2.15”, puntualiza Alexis Gil Pérez, director general de la Em­presa Provincial de Productos Lácteos.
Comenta que a la entidad que dirige le conviene pagar toda la leche a 2.40, porque eso redunda en mayor rendimiento. Cuando se liga leche penalizada con una buena se deterioran los indicadores de eficiencia, pues se gasta la misma energía para hacer un proceso industrial cuyos resultados apenas cubren los índices de consumo.
“La mayor discrepancia con los campesinos, subraya el directivo, está relacionada con la compra de la leche. Los termos y su funcionamiento están regidos por un
Reglamento aprobado por la Unión Láctea y el Ministerio de la Agricultura (Minag), que precisa que la calidad se define a partir de la caracterización del producto (visualización, acidez, mastitis y densidad) por tanques de frío”.
Insiste Gil Pérez en que esa prueba la hace el representante del termo (técnico de laboratorio), en presencia del chofer-comprador del Lácteo. Ambos visualizan lo que dio esa calidad y, según el resultado, por ahí es que se paga a la base productiva que es con la cual se mantienen relaciones contractuales, no con los campesinos individuales.
“Es decir, agrega, no se está violando ningún procedimiento. Si hay criterios o insatisfacciones, habrá que entrar a revisar los documentos rectores de la actividad, decisión que solo compete a las instancias nacionales. Mientras, hay que ajustarse a lo establecido. No está dentro de mis facultades variar los rangos de compra de la leche”.
Reitera el director de la Empresa Láctea que lo que urge es resolver el problema de manera conjunta entre la Unión Láctea y el Minag, que cada parte resuelva lo que le corresponde sin caer en acusaciones mutuas e impedir que algunos se escuden o achaquen el incumplimiento de los planes de entrega de leche, como está ocurriendo, a estas discrepancias.
“Considero que con ello, admite Gil Pérez, se ataca solo el efecto y no las causas. Más allá de sus bonanzas en cuanto al valor agregado adicional, el termo debe utilizarse también para saber quiénes son los campesinos que reinciden en la entrega de leche mala, visitarlos, exigirles y apoyarlos si necesitan algún tipo de capacitación, para lograr que todo el mundo tribute parejo”.
DETENER EL DECRECIMIENTO LECHERO
Cada cual con sus verdades, lo cierto es que en Camagüey se observa, desde el 2012 hasta el presente, un decrecimiento sostenido en la producción lechera y su venta a la industria, descenso que se manifiesta igualmente en el sector cooperativo-campesino, responsable de alrededor del 74 % del aporte territorial.
En diálogo con Álvaro Aguilar Soto, subdelegado provincial de ganadería, Granma conoció detalles de la marcha del programa de recuperación del sector, que prevé el alistamiento gradual de las más de 8 700 unidades (incluidas vaquerías típicas y rústicas) con que cuenta el territorio, con el propósito de fortalecer la cadena de desarrollo de la masa e incrementar los volúmenes productivos.
“Como parte del proyecto en ejecución, informa, ya funcionan 157 centros de acopio de leche refrigerada, de los 178 planificados, avance que valoramos como una fortaleza por sus inobjetables ventajas, en específico para nuestros principales polos lecheros, como los municipios de Camagüey, Jima­guayú y Guáimaro, que están prácticamente sellados de termos”.
Esta significativa inyección de recursos tiene que estar respaldada, además, por el avance en la eliminación del marabú, el aumento de las áreas de pastos, la construcción de tranques para agua, las mejoras de los viales, la reducción de la carga de animales por hectárea, el perfeccionamiento de la actividad reproductiva y el fortalecimiento del manejo integral del rebaño, sobre la base de una adecuada y estable alimentación.
Con todos esos retos a enfrentar, que no son pocos, resulta entonces inadmisible que por controversias entre entidades, no solución oportuna de desacuerdos o falta de una revisión a tiempo de resoluciones, directivas y reglamentos, los productores se desmotiven, se sientan insatisfechos y, en consecuencia, no desplieguen todas sus potencialidades y se afecte una producción de alta demanda en el país.
www.granma.cu

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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