Una persona, un tipo de leche

La abrumadora oferta de bebidas lácteas y vegetales obliga a afinar la compra. Dos expertos nos ayudan a elegir la mejor para cada perfil
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La oferta de leche en el mercado se ha multiplicado en los últimos años. En las estanterías de los supermercados se ofrecen ya más de una veintena de variedades diferentes. A la tradicional, la de vaca, que aún domina el mercado, se han sumado las de otros orígenes animales como las de oveja o de cabra. Y a las tres variedades también típicas (entera, semi o desnatada) se agregan las carentes de lactosa, las enriquecidas con omega 3, vitaminas, fibra… Y, por si fuera poco, han aparecido también otro tipo de bebidas vegetales, a las que coloquialmente se les llama leche, pero que no lo son: bebidas de soja, avena, frutos secos o arroz. Un abanico que algunos consumidores agradecen, aunque para otros seguro que supone un quebradero de cabeza.
Con una oferta tan abrumadora, es lógico que algunos consumidores tengan cada vez más dudas cuando han de enfrentarse en el súper al lineal de los lácteos. Y no sólo por la dificultad de elegir entre esta avalancha de productos, sino también por la proliferación de bulos, supersticiones o informaciones interesadas que circulan en torno a los diferentes tipos de leche y sus supuestos beneficios o perjuicios para el organismo. ¿Quién no ha oído que la leche tiene demasiada grasa? ¿O que es indigesta? ¿Y que la desnatada pierde sus propiedades? ¿O más aún, que la leche presenta restos de hormonas animales y de los antibióticos o medicinas que se proporcionan a las vacas, cabras u ovejas durante su vida? ¿Y a quién no le ha intentado convencer alguien con el argumento de que los humanos somos los únicos animales que tomamos leche pasada la época de lactancia?
Pues bien, conviene desterrar ya estas ideas sin base científica. Los expertos coinciden en que la leche es un alimento de un gran valor nutritivo y muy difícil de sustituir en una dieta. Se lleva la medalla de oro al mejor aporte de calcio y es una buena fuente de proteínas de gran calidad, aminoácidos, minerales, vitaminas y otros nutrientes necesarios para la formación de huesos y dientes. «Es imprescindible en las primeras etapas de la vida cuando se crea la masa ósea y para combatir la descalcificación de los huesos en las mujeres», explica Jesús Salmerón, veterinario, profesor titular de Nutrición y Bromatología y jefe del Departamento de Farmacia y Ciencias de los Alimentos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Si no se bebe leche es imprescindible un aporte de calcio extra, alerta este experto.
Una de las principales pegas que se le pone a la leche es su contenido en grasa. Muchas personas reducen su ingesta porque consideran que los productos lácteos engordan y aumentan el colesterol. O se pasan a la leche desnatada por considerarla más saludable «La leche entera tiene un 3,5% de grasa. No es un porcentaje muy alto. Hay muchos alimentos con proporciones muy superiores», comenta Salmerón. La semidesnatada se obtiene a partir de la entera, a la que primero se le quita toda su grasa y luego se añade la cantidad de nata requerida para conseguir que represente entre el 1,5% y el 1,8%. A la leche desnatada se le quita toda la grasa. «Las desnatadas aportan la misma cantidad de proteínas, azúcares en forma de lactosa y calcio que la leche entera. Además de esos nutrientes, la cantidad de agua que contiene la desnatada es muy similar a la entera. No es cierto que, como se suele decir, es todo agua. Simplemente ocurre que, al carecer de grasa, el sabor es diferente», dice el profesor de la UPV. La semidesnatada, por si se lo preguntan, es la más consumida en España. Tiene una cuota de mercado del 45,2% (datos de 2014) respecto al 26,6% de la entera y el 28,2% de la desnatada. La semi es, también, la más asequible: 0,71 euros de media por litro, según datos también de 2014.
¿Cuánta al día?
Lo importante es saber para quién, para qué perfil de consumidor, está recomendado cada tipo de las leches que están en el mercado. Elena Urdaneta, directora de I+D del Basque Culinary Center, la facultad de Gastronomía de la Universidad de Mondragón, destaca que «la opción más aconsejable para un adulto es la semidesnatada. Tiene menos grasa y, a la vez, conserva todas sus propiedades». En las desnatadas se pierden las vitaminas liposolubles, como la A, D, E y K, detalla. «En muchas ocasiones el fabricante enriquece la leche con esas vitaminas, aunque el organismo no las absorbe igual que las que vienen de forma natural», añade. Urdaneta y Salmerón coinciden en que la desnatada debería estar indicada solo para personas con obesidad o sobrepeso, o las que tengan que reducir el consumo de grasas por diversos motivos de salud. La entera quedaría reservada para los niños y la ‘sin lactosa’, a las personas con intolerancia a este alimento.
La dosis es otro de los interrogantes que se le plantea al consumidor. La experta del Basque Culinary Center detalla que los niños deberían tomar tres cuartos de litro al día entre leche y productos lácteos. Los jóvenes, entre medio litro y 750 ml. Y a los adultos, por su situación vital y gasto energético, les es suficiente con medio litro, incluidos los yogures y derivados, explica.
A los consumidores también se les plantean dudas sobre la seguridad de la leche. No es raro encontrarse informaciones, sobre todo en internet, en las que se alerta de que es un alimento menos saludable de lo que parece, ya que podría contener restos de antibióticos y hormonas con las que, supuestamente, se trata a las vacas para evitar que enfermen o para sanarlas cuando lo hacen. Es un bulo que se debe desterrar. «Hoy en día la leche es un producto de máxima seguridad. Se somete a los animales a un control estricto y los análisis a la leche son exhaustivos y con ellos se garantiza que está en buenas condiciones, sin restos de antibióticos, aditivos… En todo caso la cantidad límite que se fija de residuos está muy lejos de lo que podría tener efectos sobre la salud. Vivimos en una sociedad con una máxima seguridad alimentaria», asegura Salmerón.
Productos saludables
Los empresas lácteas se han sumado también al carro de los productos saludables mediante lo que se denominan las leches enriquecidas. Son de origen animal, como las tradicionales, pero se les incorporan componentes saludables para dar lugar a leches con mayor cantidad de fibra, hierro, jalea real, vitaminas… Algunas de ellas son consideradas como ‘alimentos funcionales’, que son aquellos a los que se les añade o elimina algún ingrediente o se modifica para que tenga un efecto positivo en la salud más allá de su valor nutricional, como las leches con Omega 3 o las de efecto reductor del colesterol. «Se deben utilizar cuando una persona, por algún motivo, no puede tomar un alimento concreto. Por ejemplo, si no se puede comer pescado, entonces tendría sentido utilizar leche con omega 3. Pero, ojo, es mejor obtener el omega 3 de forma natural del pescado que de la leche. Igual ocurre con la fibra. Es más saludable tomar la fibra de las frutas y hortalizas, que tienen también vitaminas y antioxidantes».
La leche que ayuda a reducir el colesterol, al ser uno de estos productos funcionales, tiene que cumplir una normativa con la que se garantiza tiene el efecto positivo que promete para la salud. «Están reservadas para problemas específicos de colesterol alto y hay que tener cuidado con ellas y no rebasar unas determinadas dosis. Pueden llegar a reducir un 10% de colesterol, pero siempre deben ser el complemento de una dieta equilibrada y una vida saludable. No es la solución para nada si nos tomamos una botella de leche y un kilo de panceta», comenta Salmerón.
De las bebidas vegetales (de soja, avena, almendras, arroz…) hay que tener claro que no sustituyen a la leche, ya que no son tan completas desde el punto de vista nutricional. Pero pueden ser una alternativa para las personas alérgicas o intolerantes a alguno de sus componentes. Una de la más recomendables es la de soja. Es la que presenta unas similitudes mayores con la de vaca, no contiene grasas saturadas y, además, sus proteínas y las isoflavonas tienen efectos beneficiosos para el organismo. Eso sí, habría que complementarla con alguna fuente de calcio. Las de cereales como la avena tiene un mayor aporte de fibra y las de frutos secos, como almendras, son más calóricas y energéticas.
http://www.diariovasco.com/sociedad/201606/04/persona-tipo-leche-20160604125510.html

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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