Todo eso hace que, en estas alturas de pleno invierno, los números sean en rojo”, dijo con amargura el productor lechero Roberto Baladao a El Mercado Agropecuario.
Uno de los factores grandes que pesó más en el “rojo” es “la alimentación del ganado. Tengo una carga grande. En 30 hectáreas superé los 100 animales. Ahí tengo más de tres animales por hectárea”, explicó.
Hace casi 43 años que tiene tambo. Su predio está en Pueblo Porvenir, en Paysandú, en la zona de Los Ejidos, situada unos 15 km al Este de la capital del departamento.
Baladao recordó en Carve la época en que empezó, con 18 años de edad: “En aquellos tiempos no había exigencia. Era reductasa y lactofiltro la calidad de la leche. Era poco. Los análisis… bien por arriba. Después se fue haciendo cada vez más exigente y cada vez más, más y más”.
“Una vez que deje el tambo me libero del ordeñe, de la presión del tambo, que nadie se imagina lo que es ser productor chico. Trabajé toda la vida sin empleado. Ahora hace cuatro años que tengo empleado. Porque ya, anímicamente y físicamente, no estaba dando más como para seguir con ponerle duro el hombro”, agregó.
Con satisfacción, Roberto Baladao dijo finalmente que “la frutillita de la torta de esto, creo que sería el mantenimiento del campo que hice”, porque “han venido a visitarme de Rivera, de varios lados, acá en casa”, incluidos los agrónomos Rómulo César y Marcelo Pereira -del Plan Agropecuario- y “que me miren de tal manera es tremendo orgullo”.
Contó que tiene “verdeos de verano y de invierno, ahora nomás verdea como sembrado -raigrases, flechilla, en el verano paspalum, el pasto miel y otras especies de verano-” y que, “de esta manera, puedo seguir atendiendo animales, cómodamente, sin meter fierro, y he estado fertilizando bastante. Puedo pasar un par de años sin echarle fertilizante y va a producir muy bien”.