El empresario que se quema con leche, ve al Estado y sopla

Los empresarios del sector lácteo están todos llorando. Y —cuándo no en el Uruguay estatista— muchos pretenden secar sus lágrimas en los pañuelos (siempre dispuestos) del Estado. por Guillermo Sicardi
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Los empresarios del sector lácteo están todos llorando. Y —cuándo no en el Uruguay estatista— muchos pretenden secar sus lágrimas en los pañuelos (siempre dispuestos) del Estado.
por Guillermo Sicardi
Es increíble que un país de “clima templado y suelos suavemente ondulados”, ideal para la ganadería y la lechería por sus condiciones naturales, donde hace 400 años se ordeñan vacas desde que las trajera Hernandarias, no seamos capaces de producir un litro de leche a precios internacionalmente competitivos.
Como por estas latitudes nos gusta el tango, sabemos bien que se necesitan dos para bailarlo: empresarios y Estado. Y este último los ha hecho bailar a su ritmo: precios regulados, monopolio para Conaprole durante décadas, préstamos “blandos” del BROU, subsidios y otros etcéteras. A cambio de tales beneficios, el Estado les pide “fidelidad”.
La industria creció. Pero no tanto por gracia del Estado, sino por la gracia del mercado. Conaprole se había transformado en un cuasi ministerio y su mejora sustancial no fue bajo el amparo del monopolio que tenía para comercializar sus productos en Montevideo, sino cuando este se terminó y tuvo que competir a nivel local e internacional.
A pesar de tantas mejoras en la industria (tecnología, infraestructura, capacitación), los costos de producción siguen siendo altos. Impuestos, combustibles, mano de obra cada vez menos capacitada y con más pretensiones, regulaciones laborales rígidas, caminería en mal estado y la burocracia que nunca falta.
Pero, a pesar de tales obstáculos, esta pareja de bailarines siguen bailando juntos; ahora, al ritmo del merengue venezolano. A los empresarios les encantó el “negoción” que les ofreció el gobierno uruguayo con Venezuela: vender lácteos a un precio muy superior al del mercado internacional y canjearlos por combustibles, con la “garantía” de Ancap en el medio. ¡Gracias Tabaré, gracias Sendic, gracias Astori!, se les escuchaba decir entre corrillos.
Y nadie sospechó nada. A nadie se le ocurrió pensar que podía haber “gato encerrado” con un negocio tan atractivo, ya que “cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”. Y hacer negocios con uno de los países más corruptos del mundo, gobernado por un seudo tirano, no parece haber inquietado a ninguno. Pero ahora sí que están inquietos.
Es interesante ver la evolución de los comunicados de la Cámara de Productores de Leche, que reúne a tamberos que remiten cerca del 30% de la producción nacional. Primero, celebraron el acuerdo con Venezuela. Cuando los pagos no llegaban, le pidieron al Estado y a Ancap que “por favor” hicieran “algo” para cobrar. Y ante el fracaso de esos intentos, el último comunicado es criticando duramente al gobierno y elogiando a Macri por los cambios que está haciendo para bajar el costo del Estado, camino que nuestros actuales gobernantes jamás van a recorrer.
Lo que muchos empresarios uruguayos casi nunca han hecho es trabajar para “destetarse” del Estado. Trazar un plan a veinte años para mostrar cómo los llamados “países de primera” no crecen con monopolios, subsidios o préstamos blandos ni mercados protegidos, sino con mercados libres, competencia abierta y fomentando el emprendimiento y la meritocracia.
Las cámaras empresariales dirán que esta tarea ya la han hecho y nos remitirán a algunos informes que cuelgan en algún rincón poco visitado de sus sitios web.
Pero lo que no han hecho —ni hacen— es la difusión de estos valores en el día a día, la comunicación con la sociedad y con sus propios empleados, el mostrar ejemplos de empresarios exitosos, el explicar cómo funciona una empresa; en vez de hacer todo esto, mantienen un “bajo perfil”, que no hace otra cosa que alimentar la pésima imagen pública que tienen los empresarios y permitir que la dependencia del Estado sea un grillete cada vez más difícil de quitar.
Parece que seguimos sin aprender la lección: el Estado no es la solución, sino que el Estado es el problema.
Espero que ahora que estos empresarios se han quemado con leche, hayan aprendido la lección; y la próxima vez que el Estado les ofrezca negocios y soluciones mágicas, salgan corriendo y soplen fuerte. No sea cosa que vuelvan a quemarse.
http://www.busqueda.com.uy

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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