Uruguay: ¿Quién producirá la #leche del futuro?

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En el horizonte aparece un problema de compleja resolución para el sector lácteo.
En Young muchos aseguran que el gran tambo que los neozelandeses instalaron pocos años atrás fue vendido y que transcurrido un período de transición su nuevo propietario dejará de producir leche.
En Rocha algunos dicen que el gran tambo de los neozelandeses está vendiendo sus vacas lecheras y enviándolas como descarte al frigorífico.
A la espera de que estas versiones que vienen de fuentes confiables se confirmen, lo que no precisa confirmación es que el sector lechero uruguayo está ante instancias importantes que el próximo gobierno que asuma deberá enfrentar y que significarán un gran desafío para cualquiera que gane las elecciones.
Seguramente el desafío de mantener un sector lácteo que ha sido históricamente un orgullo para los uruguayos no será tema de la campaña electoral. En las urnas los tamberos no tienen peso y los uruguayos damos por segura y garantizada la oferta de productos lácteos de alta calidad a precios razonables.
Pero no es así. Cada vez hay menos tambos y la tendencia a la desaparición de empresas lecheras se acentuará en 2015. Por un lado el precio internacional de los lácteos se ha desplomado este año. No hay mucho que pueda hacerse al respecto. Los neozelandeses que tienen una economía estructuralmente estable y competitiva han superado una sequía que afectó en 2013 y están produciendo en grandes volúmenes.
Pero más importante que los vaivenes de los mercados son algunos factores más estructurales que amenazan de manera cada vez más tangible el futuro del sector lechero uruguayo. El principal es demográfico. La mayoría de los hijos de tamberos no quiere hacerse cargo de las empresas. Los costos son muy altos, los márgenes muy exiguos, el sacrificio para llevar adelante una empresa de ese tipo es demasiado. El promedio de edad de los productores es muy alto y cuando el titular se cansa de pasar la vida levantándose a las 5 de la mañana, o antes, siete días a la semana, los tambos se liquidan.
Naturalmente que es un problema de muy difícil solución y cuya gradualidad lleva a que nunca sea noticia.
La producción ha crecido con menos tambos, lo que muestra que la producción ha aumentado en escala. Hay menos empresas, más grandes en promedio, con algunas –como las neozelandesas– muy grandes. Esto genera nuevos desafíos técnicos como el vinculado a la sanidad animal. Cientos o miles de animales que se juntan dos o tres veces por día llevan a un riesgo alto de contagio. Basta que uno se enferme para que muchos se enfermen.
Hay otros problemas sanitarios que afectan a todos los rodeos.
Es el caso de la leucosis, una enfermedad my parecida al sida, un virus muy difícil de controlar que no genera la muerte súbita de los animales pero que afecta gradualmente la performance de los animales al disminuir a su sistema inmunológico. Tampoco saldrá en los titulares. Pero gradualmente va complicando y sumando argumentos para el abandono.
La industria uruguaya ha invertido fuerte en incrementar la capacidad industrial. En estos días quedó aprobado un nuevo proyecto de la cooperativa Claldy de Young, y Conaprole no hace mucho inauguró una gran planta de leche en polvo en Villa Rodríguez.
Si la salida de dos de los tres campos que trabajan los neozelandeses se confirma y se suma a la salida imperceptible para muchos pero persistente de pequeños productores y a los problemas productivos de los que eligen seguir, el país está ante una situación compleja por delante. Más allá de la natural frustración que significa que lo que prometió ser una revolucón lechera de aprendizaje mutuo entre las tecnologías de Oceanía y Uruguay no se concrete, que el ecosistema uruguayo para estas empresas no haya resultado lo suficientemente apropiado para su desarrollo, hay un problema mucho más complejo por delante.
Como ya se dijo, por su propio gradualismo no aparecerá en titulares y tiene la suficiente complejidad como para convocar al pensamiento colectivo de todos los partidos.
La baja de precios internacionales está siendo tan fuerte que provocará el debate. Es posible que el boicot de Rusia a los alimentos producidos por Australia, la Unión Europea, EEUU y Canadá sea una ayuda en el corto plazo. Pero el problema es de largo plazo.
En la primavera, cuando el precio al productor baje y el tema emerja masivamente, debe propiciarse una discusión profunda: ¿cómo estimular a los jóvenes a mantener una de las producciones de excelencia de Uruguay?
www.elobservador.com.uy

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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