La lechería uruguaya sabe muy bien de los vaivenes en los mercados internacionales de los precios de los lácteos y su impacto en los niveles de producción y rentabilidad. De todas formas, el balance de la última década tiene más puntos positivos que negativos y está lejos de la deprimente década de los 90, cuando los precios del litro de leche apenas cubrían los costos o estaban en rojo.
El año 2014 arrancó con una perspectiva promisoria ante un incremento de la remisión en el primer bimestre del año. Luego el clima comenzó a jugar una mala pasada y no fue posible sostener los niveles de producción. En paralelo, las señales del mercado internacional no mostraban el repunte de los precios que los analistas preveían para la segunda mitad del año, algo que finalmente no ocurrió y ya se trasladó para los valores de referencia de 2015. Al menos así lo confirmó el último remate de la plataforma de Fonterra esta semana.
Lo cierto es que hoy, si bien los productores pueden visualizar una situación comprometida por sus márgenes de ganancia y el peso de los costos fijos para los próximos meses, la lechería uruguaya de 2015 está más robusta. Los niveles de endeudamiento no son mayormente un problema, la mejora de la productividad y la genética han elevado sensiblemente la producción, en una actividad que casi duplicó su remisión incluso perdiendo área.
El contexto internacional y el aprendizaje de los fallidos pronósticos de los analistas internacionales llevan a que 2015 sea tomado con cautela, pero lejos del dramatismo. Todos los pronósticos de mediano y largo plazo coinciden en que la demanda de lácteos seguirá creciendo. Habrá que esperar entonces cuándo se logre equilibrar la oferta y los niveles de demanda para que los precios vuelvan a niveles razonables. Con una leche en polvo en US$ 2.200 ni siquiera Nueva Zelanda puede sostener su producción. Por tanto, como ya aconteció en años anteriores, resta aguardar cuándo se dará el ansiado “rebote” de los precios para que la lechería uruguaya continúe con la senda de crecimiento que acarrea en lo que va del presente siglo.
Por Andrés Oyhenard
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