Hay 130 mil litros de leche de Schreiber que aún no fueron reubicados.
Acontrarreloj. Así está buscando el Instituto Nacional de la Leche (Inale) una solución para colocar unos 130 mil litros de leche diarios que está recibiendo la firma estadounidense Schreiber Foods, que ya le comunicó al gobierno su intención de mantenerse operativa hasta el próximo domingo. Según informó ayer a El Observador el presidente del Inale, Ricardo de Izaguirre, alrededor de 120 mil litros que industrializaba esa planta fueron redistribuidos en otras empresas (Conaprole, Claldy, Calcar, Granja Pocha, y otras pequeñas industrias de la zona de San José), mientras que otra parte de la producción se volcó al segmento de los quesos.
Sin embargo, cuando restan dos días para que Schreiber baje la cortina, quedan unos 40 productores que producen unos 130 mil litros diarios que no han encontrado una alternativa comercial para volcar su producción. «Al Inale lo que le interesa es que no se tire leche», afirmó el jerarca. La tarea no es sencilla. La mayoría de las industrias tiene sobrestocks de productos y el hecho de sumar un mayor volumen de leche impactará en sus costos financieros. De Izaguirre explicó que legalmente el gobierno no puede obligar a las industrias a «recibir» leche de otros productores, por eso se apuesta a la negociación para intentar alcanzar un acuerdo antes del domingo. Una de las últimas alternativas que maneja el Ejecutivo es solicitar a las industrias que reciban «temporalmente» esa remisión diaria mientras la industria y los productores alcanzan un acuerdo sobre el precio por esa materia prima, entre otras condiciones.
Fondo lechero
Una de las medidas que tiene previsto anunciar el Poder Ejecutivo para mitigar la crisis de la cadena láctea es instrumentar un FFAL III (Fideicomiso Financiero Fondo Lechero) por un monto que rondaría los US$ 80 millones, adelantó el presidente del Inale. La idea que tiene el gobierno es aplicar ese instrumento de forma escalonada. Por ejemplo, aprobar una primera partida de unos US$ 40 millones y luego sumar otras dos de US$ 20 millones cada una. Según explicó De Izaguirre, eso obedece a que no está claro cuándo puede cambiar el ciclo adverso que enfrenta la lechería. Además, en vista de su situación particular, cada productor podrá ir monitoreando si le interesa seguir accediendo a este tipo de financiamiento que se pagará mensualmente en función de un porcentaje de la producción. El FFAL II –que se terminó de pagar el año pasado– fue por unos US$ 40 millones y demandó unos seis años en amortizarse.
La instrumentación y aprobación de un tercer FFAL demandará algunos meses. Por ese motivo, el gobierno espera introducir una «solución puente» con alguna institución financiera como el Banco República, Proleco, entre otras, para que los tamberos accedan a una ayuda financiera en el corto plazo. Esos fondos que percibirán serán descontados luego de la cuotaparte del FFAL III que le corresponderá a cada productor que remite a las industrias.
«Con esto nos aseguramos que el productor no genere un doble endeudamiento», explicó De Izaguirre. Además, habrá algunos cambios respecto a los dos fondos anteriores, para que cada productor sea responsable de los recursos que obtiene. En oportunidades anteriores, si un beneficiario abandonaba la actividad eran todos los productores los que debían responder por esos recursos.
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