Actualmente, las empresas ganaderas productoras de leche enfrentan el reto de mantener rentables sus negocios ante las variables externas e internas. Uno de los factores externos es la baja disponibilidad de forrajes ocasionada desde hace tres años por una helada atípica combinada con una sequía prolongada que mantiene bajos los niveles de almacenamiento. Este suceso ha provocado que el precio de los forrajes se haya incrementado.
El alza del precio internacional de granos, principalmente del maíz, también ha tenido una influencia en el costo de producción de la leche. Se han presentado escenarios donde el precio baja y sube, pero en general ha sido a la alza.
En el 2008, el tipo de cambio se incrementó 30% y desde entonces no ha regresado a niveles de 10.50 pesos por dólar. Este factor ha tenido un impacto negativo en el costo, ya que influye en el valor de los granos, ganado importado, equipo de ordeña, maquinaria y en una diversa lista de insumos, como semen, medicinas, refacciones, entre otros, que demandan diariamente las empresas lecheras.
Hay otros factores como el precio de la energía y los combustibles, que aumentan de manera paulatina y que van afectando la rentabilidad.
Todos estos elementos externos, aunados a que el precio de la leche que ofrece la industria no se ha incrementado a la velocidad de los costos, han generado que la rentabilidad disminuya hasta 60% y que siga disminuyendo para muchos. Pero la solución no está en que la industria suba el precio, claro está que ello ayuda muchísimo, pero hay factores internos que afectan la rentabilidad y que están más en el control de quienes las administran, en eso se puede hacer más todavía.
La ganadería de bovino de leche hace unos años era muy bondadosa y, por lo general, no cuidaba los centavos, el enfoque fue cuidar los pesos.
Hoy esto ha cambiado, hay que eficientar al máximo todo lo que conlleve el proceso de producir leche fría. Hay ganaderos que desde hace años han tenido este cuidado y continúan buscando como eficientar, pero no todos estuvieron en ese sentido y hoy a la mayoría se le ha dificultado enfrentar los factores externos.
Con 75% del costo, la alimentación incide en la rentabilidad. A pesar de que siempre ha sido prioritaria, hay mucho que hacer en la calidad de los forrajes.
Un ejemplo es el ensilado de maíz, parece una actividad muy conocida por los ganaderos, pero se sigue observando una deficiencia en calidad, dependiente del momento clave del corte, del tamaño y del mismo proceso de elaboración. Hay tanta competencia en la demanda de forraje que por encima de la calidad está asegurar la disponibilidad.
La superficie agrícola, propiedad de los ganaderos y aquella que ellos mismos habilitan con pequeños agricultores o rentan, les permite tener un mayor control de la calidad de forrajes y buscar una máxima eficiencia en el cultivo que les posibilita bajar los costos. Todo lo contrario ocurre cuando tienen que adquirir los forrajes al precio del mercado y con riesgos en la calidad. La realidad es que muy pocos cuentan con 100% de superficie para producir su forraje, en promedio producen 35% de sus necesidades.
Mañana analizaremos una de las principales estrategias de la ganadería lechera para controlar los costos.
Martín Luna Prieto*
*Martín Luna Prieto es especialista de la Subdirección de Banca Corporativa en FIRA. La opinión es responsabilidad del autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA. meluna@fira.gob.mx
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