#México: Como en los viejos tiempos, vende leche recién ordeñada

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A 15 pesos por litro, Alfonso sale a vender casi todos los días la leche que una de sus vacas y algunas chivas de su granja, rodeada ahora por vías de concreto que conectan la zona urbana con el Camino Real.
Alfonso Rodríguez, es uno de los últimos lecheros tradicionales de la ciudad que mantiene una pequeña granja al pie del Cerro Bola con vacas y una manada de chivas, a pesar de que las áreas de pastoreo se redujeron considerablemente con la construcción del periférico y el crecimiento de los fraccionamientos y asentamientos humanos irregulares.
Es uno de los tres “granjeros” en el poniente de la ciudad que conservan la tradición de la ordeña y el reparto de leche en botellas o “directo a la olla de la marchante”, aunque refiere que la sequía, el calor y el nacimiento de nuevos becerros reducen la leche en venta.
“De la vaca casi toda la leche se la acaba el becerro, y de las chivas, también el aumento de animales merman lo que antes se vendía y optamos mejor, lo que no se queda con las crías, que se lo coman los cerdos porque los esponja. Nosotros poco a poco hemos dejado de vender la leche porque además de que la gente prefiere el líquido comercial, envasado, no es ya redituable andar de casa en casa pregonando la leche. Algunas amas de casa aún la consumen por tradición, pero no siempre la compran aunque ya la vendamos hervida”, relata.
Alfonso tiene su granja al final del caserío que compone la colonia Pánfilo Natera.
A unos 200 metros del cobertizo de palos y láminas donde se guarecen una vaca, un becerro, una ternera, un caballo, una yegua que fue de carreras y un potrillo, cruza la nueva avenida que conectará la calle Feldespato con el Camino Real.
No lejos de ahí, en la colonia Granjas Unidas, al lechero le apodan “El Borrado”.
Desde temprano, sale a vender su producción de unos 20 litros de leche por día. Recorre cada barranco de la colonia localizada detrás de la Cementera, ofreciendo su producto.
Al norponiente de ahí, cerca del paraje conocido como Palo Chino, se conserva aún una granja donde hay más vacas en producción, pero la leche ya no se expende al menudeo, una empresa lechera la recoge para incorporarla a sus pipas para pasteurizarla y comercializarla en masa.
Alfonso asegura que las granjas que quedan al poniente de la ciudad, donde anteriormente se producía leche para vender en las colonias cercanas, fueron absorbidas en menos de una década por la mancha urbana, convertidas en más casas, en nuevos asentamientos o en chiqueros para cerdos.
“Las zonas de pastoreo se convirtieron en tiraderos de escombro y basura, al cerro ya no podemos subir con las chivas porque tendríamos que cruzar el Camino Real, y la leche dejó de ser negocio. Los animales prácticamente los tenemos nomás ahí, de flojos”, explica.
http://diario.mx

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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