En la UE el sistema de cuotas ha creado un mercado artificial.
LA Política Agraria Común ha apostado por la desaparición de cuotas en la Unión Europea (UE). Tres ejemplos bien conocidos de sectores con producción controlada son la leche, la remolacha y el vino. Este último caso no ha estado sometido a régimen de cuotas, como los dos anteriores, sino a una limitación de la capacidad productiva mediante derechos de plantación.
La realidad es que los sistemas de cuotas en la UE han creado un mercado artificial que ha favorecido a aquellos países que en su momento pudieron realizar una mejor negociación. Con carácter general, así ha sucedido con matices, en el caso de la leche y el azúcar. En ambos casos, la cuota asignada a España ha estado por debajo de nuestro consumo, mientras que otros países vecinos han podido producir más de lo que demandan. El vino es un caso aparte, en el que España se ha posicionado como primer productor mundial. En la campaña 2013-2014 se obtuvieron 50,6 millones de hectolitros, casi 15 más que en el ejercicio anterior.
El sector lácteo todavía no está preparado y cada vez queda menos tiempo. Quizás nuestro horizonte se deba buscar más allá de las fronteras europeas, donde los transformados nacionales tienen todavía un largo recorrido.
Lo preocupantes es que si uno mira fuera, ve cómo en el centro y norte de Europa las grandes cooperativas lácteas han apretado el acelerador y ya están aumentando la producción. Si nos fijamos en EEUU, a la recién aprobada Farm Bill, el equivalente a la PAC europea, la comparativa todavía escuece más. Mientras en la UE todavía nos peleamos por conseguir las últimas migajas de un modelo de ayudas directas y sacamos pecho por haber aumentado las ayudas acopladas, en EEUU se ha apostado por eliminarlas y garantizar una renta mínima a los ganaderos mediante un sistema de seguros.
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