Para ella, el verano es temporada alta de trabajo por los incendios. Este año, además, tiene la crisis del lácteo.
—La ministra Tejerina ha anunciado ayudas para explotaciones ganaderas de 300 euros por vaca. ¿Cuántos productores gallegos pueden verse beneficiados?
—Por los cálculos que está haciendo el Ministerio, entre 2.500 y 3.000. Aún se está revisando el paquete de ayuda, porque Asaja plantea que pueda ser menos cuantía pero abarque a un sector aún mayor. Y mientras no se perfile definitivamente la medida, no podemos dar una cifra de beneficiarios concreta.
—¿La subvención es la solución?
—No. Lo que ocurre es que en estos momentos de dificultad económica es necesario ayudar al sector para que se mantenga vivo y podamos trabajar de una manera distinta. Los estudios a nivel mundial apuntan un crecimiento en la demanda de leche de un 2%. Creemos que estamos en buenas condiciones para producir leche, y sería un error no ayudar al sector para que se sitúe en una buena posición de salida.
—¿No hemos malacostumbrado a los sectores primarios a la sobreprotección mediante la subvención?
—La administración debe estar para ayudar a los sectores primarios. Yo no soy partidaria de la subvención. Creo más en las inversiones que pueda hacer el propio sector, que crean en sus proyectos y nosotros le acompañemos en su desarrollo. Pero para llegar hasta ahí, el sector necesita ser fuerte, estar estructurado y que además de ser productor primario participe en la cadena de valor para obtener una alta rentabilidad. Para ese paso necesitan el apoyo de los poderes públicos.
—¿La UE avala esa subvención?
—Por supuesto. Ni el Ministerio ni la Xunta van a hacer nunca nada en contra de la legislación existente.
—¿Por qué se paga la leche más barata en Galicia que en Andalucía?
—Habría que ver cuánto cuesta producir un litro de leche en Galicia y en Andalucía, dónde están los respectivos consumos. Nosotros producimos el 40% de la leche que se consume en España, pero Galicia sólo consume el 8%. El resto tiene un gasto de transporte desde centros de producción y transformación hasta el consumidor final. En Andalucía, la producción está más cerca de los puntos de consumo. Menores costes. A mí me gusta hablar de precios de leche estándar, y esos son equiparables en todos los lugares, incluidos los de Galicia.
—¿Hay sobreoferta de explotaciones o mala praxis de la industria?
—Hay un poco de todo. El sector productor ha hecho los deberes a la hora de tener explotaciones más eficientes y eficaces. Pero como hasta ahora teníamos un tope con las cuotas, el 60% de lo que se producía iba para leche líquida. La industria se ha dedicado a esa demanda. Nos faltó perspectiva para ver la evolución del mercado en cuanto desaparecieran las cuotas. Se está viendo un cambio y me permite ser optimista. Hay un momento de crisis, pero estamos en buena posición para tener un sector con futuro.
—Hubo crisis de la leche con las cuotas, hubo crisis sin las cuotas. ¿Es un sector simplemente en crisis?
—Es un sector que ha estado sometido a la banalización de un producto, a cuestiones internacionales como la demanda exterior, y son las que tenemos que cambiar. Hay que ir hacia un producto que no sea banalizable, y ahí entra la transformación. Un ejemplo: un litro de leche puede estar a 0,53, pero un Actimel, ¿cuánto cuesta? ¿Y cuánta leche necesita? Puede ser una solución para los picos de sierra que viene teniendo el sector.
—¿Se pueden fijar precios para la leche?
—No. O sí. Me explico. La administración no puede pactar un precio. Los productores sí pueden pactar precios con la industria. De hecho, es una de las funciones de las organizaciones de productores lácteos.
—Pero los productores alegan que no han podido negociar nada con los contratos lácteos porque los precios los ha fijado la industria.
—¿Lo han intentado? En Galicia tenemos dos organizaciones de productores, entre ambas acumulan 1,1 millones de toneladas litros de leche, y yo no he visto una negociación de esas toneladas con la industria. Una explotación a título individual negociando con la industria, entiendo que es difícil, debido a la diferencia de posición de uno y otro en la cadena. Pero una producción organizada tiene otra fuerza para negociar.
—¿Se han fijado precios en Francia?
—No. Los sindicatos pueden decir lo que consideren, pero una simple búsqueda en la prensa francesa pone en evidencia que su sector lácteo se está manifestando, que el mediador que se ha nombrado ha dicho que no se pueden pactar precios, un representante de los productores lácteos de Castilla y León ha reconocido que no ha existido esa fijación de precios… Reto a los sindicatos a que me traigan el contrato donde se han fijado los precios. Lo que Francia ha hecho es algo similar a lo del Gobierno de España: sentar a todas las partes implicadas en la cadena de valor, productores, industria y distribución, para que se pusieran de acuerdo. En ningún caso, ni Francia ha fijado precios ni España puede hacerlo.
—¿Por qué se sigue vendiendo leche a pérdidas en grandes superficies?
—Lamentablemente, eso es difícil de demostrar. El Ministerio tiene un mecanismo para detectar si un cartón de leche está por debajo de un precio determinado, e inicia un expediente visitando al establecimiento y requiriendo documentación. Se han hecho inspecciones y no se ha detectado que ninguno esté vendiendo a pérdidas. Los controles se están haciendo, y hay un compromiso de Xunta y Ministerio para redoblarlos.
—Si las principales marcas gallegas venden a 0,79 y dicen que no pueden bajar más, ¿cómo se explica que otras marcas vendan a 0,52 el litro?
—Eso lo están comprobando los técnicos. Se habla de una cesión de la industria hacia la distribución por el tema de las marcas blancas. Veremos qué sale de la investigación.
—Receta sin parar unidad al sector productor. ¿No la hay?
—No. Es un mal del que adolecen los sectores primarios. Ya en Pesca le dije siempre al sector que la unidad da fuerza, y es lo que recomiendo al sector agrario y ganadero. Desde el individualismo no se consigue nada.
—Detrás de las tractoradas, ¿hay intencionalidad política?
—No lo sé. Respeto mucho la libertad de expresión de cada persona que se pueda sentir perjudicada por decisiones del Gobierno. Lo que sí echo de menos es que, cuando uno está abierto al diálogo y pone medidas encima de la mesa para solucionar los problemas, del otro lado no se obtengan más que declaraciones públicas y ningún compromiso.
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