Entre el tranquilo mugido de sus vacas, los productores jiennenses de leche sobreviven ante la arrolladora fuerza de las grandes industrias lácteas. Aunque la mayor parte de sus beneficios va destinada a cubrir los gastos que supone “mimar” a su ganado, son conscientes de que aún pueden seguir tirando. Mientras, sus compañeros del norte emprendieron ayer una marcha desde León para exigir al Gobierno una solución inmediata. Sencillamente, su negocio no es un negocio.
Yes que sus costes de producción rondan los 0,34 euros el litro, mientras que sus ingresos en muchos casos se quedan en poco más de 20 céntimos. Por ello, cansados de sostener el inevitable derribo de sus empresas, salen a la calle para visibilizar sus asfixiante situación y, de camino, dar un toque de atención a los ciudadanos para que apuesten por el producto nacional. Bajo el lema “Nuestro futuro es la leche”, los manifestantes recorrerán más de 300 kilómetros hasta llegar a Madrid el viernes 4 de septiembre. La “marcha blanca” está convocada por las organizaciones agrarias Asaja y UCCL, Urcacyl, la Unión Nacional de Productores Lácteos y las cooperativas lecheras.
Con menos producción comparada con la del norte, en la provincia jiennense, los precios no son tan extremos, aunque las asociaciones agrarias temen por un oscuro futuro. Aunque lleno, ven el vaso medio vacío. En este sentido, el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Andalucía, Agustín Rodríguez, indica que, en la región, los ganaderos perciben 0,31 euros, es decir, unos tres céntimos más que la media de España. “En los últimos quince años la situación es difícil, pero se mantienen”, cuenta Rodríguez.
Aunque en la provincia jiennense tan solo se contabilizan unas 26 explotaciones de ganado bovino para de leche, con una producción media anual de 21.906 toneladas del producto lácteo, el responsable de la UPA recuerda la importante inversión que muchos realizaron para aumentar sus ganados. “Antes había explotaciones más pequeñas, de unas veinte vacas, pero los empresarios apostaron por una reestructuración y una modernización de sus negocios”, apunta.
Un rayo de luz que fue tapado, según la interpretación de la UPA, en el momento que se aprobó la reforma de la Política Agraria Común (PAC). “Una de las consecuencias de este pacto fue que se eliminaron las cuotas lácteas de los ganaderos. Ello supuso la liberación al cien por cien del sector”, explica Agustín Rodríguez.
Ante este cambio “liberador” para las industrias lácteas tienen, por lo tanto, carta blanca para jugar, a su beneficio, con los precios más bajos. “El problema está en que los productores cuentan con conservadoras de leche de unos dos o tres días, por lo que cuentan con poco margen para negociar con las industriales. Por eso, al final, o las venden por precios muy bajos o se ven abocadas a tirar la materia. Con los cupos se aseguraban una venta”, indica el responsable de la UPA. De hecho, la situación se ha vuelto diabólicamente opuesta para quienes llegaron a comprar más cupos de producción, como si de un desahuciado que debe seguir pagando su hipoteca se tratara. “Ahora que ya no sirven las cuotas, se encuentran pagando las que adquirieron en su momento”, manifiesta Rodríguez.
El representante agrario subraya que la solución de esta maquiavélica situación pasa por los precios, de manera que sean más altos que los gastos. “Como esto siga así, en cinco años el sector está abocado a su desaparición”, augura el representante de la UPA. Asimismo, destaca la necesidad de un encuentro entre ganaderos, industriales, así como la Junta de Andalucía y el Ministerio para fijar precios que “aflojen” la cuerda. “Aunque se crearon las Organizadoras de Productores Lácteos (OPL) no llegan a funcionar porque la presión de las industriales es muy fuerte”, sostiene.
Por su parte, el secretario general de COAG en Jaén, Juan Luis Ávila, califica como “ruinoso” el precio que perciben los productores lácteos. “En la provincia, el sector es muy reducido. Llegaron a ganar algo de dimensión para sobrevivir, pero al final les ha ocurrido lo contrario, debido a los altos costes”, explica Ávila, quien añade, contundente:“A la ministra le decimos que no nos valen la ayudas, sino establecer un precio mínimo de la leche con las grandes industrias”, manifiesta el representante. Con la lupa puesta en la provincia, Ávila avanza, también, un negro futuro. “El sector ya está debilitado en la provincia y veremos a ver qué pasa. Puede estar abocado a desaparecer. Las ayudas vienen bien pero la solución está en los precios mínimos”, insiste Juan Luis Ávila.
Como si se negara a ver el vaso medio lleno, el representante agrario mira la producción de leche de cabra. “Hemos trabajado en el sector de la producción ovina y, aunque no está en una situación muy boyante, se permiten tener unos precios decentes”, matiza.
Por otra parte, Ávila se apoya en la defensa del producto nacional. “Hay que destacar su alta calidad”, destaca. Y que otra de las grandes guerras de esta problemática también la tienen que lidiar los propios consumidores a la hora de enfrentarse a golosas promociones que los alejan de la “leche materna”.
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