#España: Nos vamos a dar otra leche

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Si es cierto lo que dicen -que Galicia tiene las mejores condiciones y la mejor cultura para producir leche- también deberíamos producir la leche más barata del mundo. Una conclusión a la que se llega igual por la izquierda -pasando por Marx, los planes quinquenales y la reforma agraria-, que por la derecha -empezando por David Ricardo y terminando en las multinacionales francesas y suizas-. Y si tal cosa no sucede, y si seguimos produciendo la leche más cara que los demás, es que algo estamos haciendo mal.
La idea de que podemos permanecer en Europa con 11.000 explotaciones lecheras (cuando 4.000 ya serían muchas), y que esas explotaciones pueden ser rentables en manos de gente que ya no está en condiciones de innovar y fusionar, es un engaño. Y por eso no se entiende que, gobernados por un partido que cree en el mercado libre y que está reestructurando todos los sectores desde esta perspectiva, se opte por subir el precio de la leche en vez de bajar el precio de producción. Por eso me atrevo a aventurar que el «pacto de la leche», firmado el viernes, es papel mojado, y que, por mucho que gastemos en este intento de corregir el mercado, ni nosotros podremos aguantarlo, ni la UE podrá tolerarlo, ni las empresas transformadoras podrán competir en este ambiente de intervención anacrónico y suicida.
Lo que nos conviene -¡y urge!- es una reforma estructural de la producción láctea, para que no nos pase lo que ya se ve venir: que cuanto más produzcamos, peor. Y por eso deberíamos tomar nota de todas las oportunidades que hemos perdido desde la entrada en la UE (1986), en nombre del «ir tirando», y proponer una solución que, dejando de empujar contracorriente, opte por crear el sector lácteo más competitivo de la UE. Todo lo demás, y muy especialmente el papel que Núñez Feijoo acaba de firmar, es pan para hoy y hambre para mañana, o entrar en la misma senda de resistencia numantina en la que languidecen serodios proyectos que, como el nonato Grupo Lácteo, quieren imponer la épica agraria frente a la lógica del mercado.
¡Qué difícil es, Dios Santo, decir estas cosas! ¡Y qué necesidad tenemos, Virgen María, de que alguien las diga! Porque si el cielo no lo remedia -y dado que en San Caetano ya renunciaron a hacerlo- no tardaremos más de una década en ser importadores netos de leche, y en comprar nuestro desayuno en granjas bien dimensionadas situadas en las proximidades de Madrid y Barcelona. Porque la leche -mi madre aún le llama «o leitiño»- ya no es identidad gallega blanca y líquida. Y si seguimos así, empeñados en el
romanticismo agrario, vamos a acabar creyendo que tiene sentido que intervenga el Gobierno para subir los precios de producción. Es el mundo al revés, que la crisis nos acaba de enseñar que solo dura lo que dura, y que siempre nos cuesta lo que no tenemos.
Xosé Luis Barreiro Rivas
http://www.lavozdegalicia.es

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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