El funcionario europeo Carlos Martín cree que eliminar los límites lácteos de Bruselas supone una oportunidad de negocio para los ganaderos.
1 de abril de 2015. Esa es la fecha en que las cuotas lácteas, establecidas por la Unión Europea en 1984, serán historia. De ello habló ayer Carlos Martín Óvilo, funcionario de la Comisión Europea, empleado desde 2012 en la Dirección General de Agricultura, durante su participación en las conferencias de la asamblea europea de la raza holstein. Para Martín, el fin de las cuotas supone «una oportunidad» para los ganaderos, quienes podrían abrir nuevas vías de negocio.
Pero no todos los empresarios lo ven así, temerosos de que los mercados cambien y muchas explotaciones tengan que echar el cierre por culpa de una ‘invasión’ de productos extranjeros, más baratos por los costes y la sobreproducción. Para todos ellos, este funcionario tiene un mensaje: «Cualquier cambio produce incertidumbres y preocupaciones. Creo que lo que se tiene que hacer es valorizar el producto y hacer lo que tiene que hacer para salir adelante. Hay medios para ello y oportunidades, y eso es lo que hay que mirar».
«¿Quién se hará cargo de las vacas en el futuro?»
Asimismo, para los partidarios de mantener las cuotas, Martín apuntó que «llevamos años produciendo por debajo de la cuota establecida, «salvo algunos países, como Países Bajos, Alemania, Dinamarca, Irlanda y Polonia». «Podríamos decir que en España no hay cuota desde hace varios años. Cualquier ganadero puede producir lo que le dé la gana dentro de unos límites», indicó.
Sobre las inversiones realizadas por algunos ganaderos para la adquisición de cuota, Martín dijo que «se trataba de una decisión estratégica empresarial, de acuerdo a un plan de beneficios e intereses», e insistió en que la supresión de las cuotas «no se acordó de un día para otro. Sabemos desde 2003 que este sistema se iba a acabar. Hubo un colchón de 12 años para que los ganaderos se adaptasen», precisó.
Sobre las posibilidades competitivas que ahora se abren a los países miembro de la Unión Europea, Martín puso un ejemplo: «Nueva Zelanda es nuestro principal competidor y estaba muy contento con nuestro sistema de cuotas. Así que cuando tu competidor, tu enemigo, está muy contento con algo tuyo, quiere decir que no debe de ser muy bueno para ti».
El veto ruso
Carlos Martín Óvilo también hizo balance sobre el veto ruso a los productos procedentes de la Unión Europea. «Es el principal mercado para nuestro queso. Un tercio de esas exportaciones iban dirigidas a Rusia, además de la mantequilla, aunque no es tan importante como el queso», señaló. Según el funcionario europeo, «la primera sensación ha sido la de un impacto negativo». Impacto que se ha dejado notar en los precios, «que están bajando desde principios de año aunque de forma exacerbada desde la segunda semana de agosto -momento en que comenzó el veto-».
Más allá del queso, también se están viendo afectados productos como la leche en polvo. «No es un producto que exportemos, pero es el que más ha caído. La primera reacción de las industrias ha sido transformar su leche en polvo y mantequilla, que las pueden guardar». Ello genera sobreproducción y una mayor presión sobre sus precios.
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