España: La desestructuración del sector lácteo español le impide competir en Europa

El fin de las cuotas revela que el Estado no ha hecho los deberes para acceder al libre mercado.
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El fin de las cuotas revela que el Estado no ha hecho los deberes para acceder al libre mercado.
«La posición de España como importadora neta de leche hace que sea un destino potencial para el exceso de producción que se dé en las regiones donde crezca la misma». Este aviso no es de hoy, ni de ayer. Es una realidad revelada hace casi un lustro y no por el sector lacteo español. Es una de las conclusiones del informe sobre el impacto del fin de las cuotas lácteas elaborado por el grupo bancario holandés Rabobank. ¿Qué ha pasado desde entonces hasta ahora? Al margen de algunas llamadas de atención por parte de los productores españoles, no se ha avanzado mucho hasta estas últimas semanas, cuando la soga de unos precios por litro de leche cada vez más bajos ha hecho que los productores comiencen a movilizarse al ver en peligro real sus explotaciones y su modo de vida.
Pero, ¿por qué hemos llegado hasta aquí si todas las señales indicaban que íbamos a acabar así? se preguntará el lector. Hay que remontarse hasta 2003, cuando la Unión Europea decidió que era el momento de acabar con el sistema de cuotas lácteas. Un sistema puesto en marcha en 1984 con el objetivo de limitar el gasto público y controlar la producción, estabilizando así los precios y los ingresos de los productores. La presión de países con exceso de producción y mejores industrias lácteas, que veían un horizonte de posibilidades en la exportación de leche y derivados hizo que la UE tomara la decisión de derogar las cuotas ya que «los grandes desequilibrios ya son cosa del pasado».
Los países con mejores industrias y un sector productivo más desarrollado como Holanda, Dinamarca, Irlanda, Francia o Suecia, entre otros, vieron las posibilidades de crecimiento de su negocio sin apenas necesidad de inversión, solo trabajando o produciendo sin los límites que estaban establecidos hasta entonces. Así, las posibilidades de venta en países como India o China, dependientes de la importación de leche ante la falta de condiciones y espacio para poder producir lácteos para toda su población, elevó las expectativas de la Unión Europea que prevé un incremento de la producción de leche de entre un 7 y un 8% entre este año y 2020, unos 10.000 millones de litros más.
Pero como revela el ya mencionado informe de Rabobank, los beneficios de ese incremento se los repartirán países con mejores condiciones. Así, los más beneficiados serán los Países Bajos e Irlanda, que elevarán -previsiblemente- en 1.800 millones cada uno sus producciones. Según el estudio de la entidad bancaria naranja, la capacidad industrial irlandesa y las condiciones medioambientales holandesas favorecerían este incremento. Por detrás se colocarían el Norte de Alemania y Dinamarca y el Oeste de Francia con 1.500 millones de litros más; Reino Unido, con 1.000 millones, y Polonia con otros 1.000.
Todos esos avisos llegaron en 2003 y el sector lacteo español, los productores y las instituciones han tenido doce largos años para tratar de recortar terreno en cuanto a producción, industria transformadora… acercase al resto de Europa y poder competir y beneficiarse de la situación. Apenas el 8-10% de la leche mundial se exporta y esa cuantía se hace a través de leche desnatada en polvo. «Para llegar al mercado chino no vale cualquier industria. En España apenas hay dos o tres instalaciones que puedan hacer esta transformación», apunta el coordinador de la organización agraria ENBA, Xabier Iraola, gran conocedor y analista de la situación del sector.
España ha perdido el paso, sus instalaciones siguen siendo, en buena medida, para comercializar solo leche líquida y va perdiendo atractivo para las grandes firmas que utilizan esa materia prima para derivados lácteos. Además, el país tiene un déficit en cuanto a producción y consumo. Los productores españoles apenas cubren 6.500 millones de litros de leche de los 9.000 que consume el país en todo el año. Cerca del 70%. Mucha de la cuota entra como producto lácteo proveniente de Francia u Holanda.
La ‘mentira’ del precio mínimo
La situación del sector lácteo en España es muy complejo. «No creo que la reunión que mantendrán los ministros de Agricultura en septiembre en la UE sirva para cambiar algo», pronostica Xabier Iraola. Y es que la débil posición española ante los países que se están beneficiando del libre mercado de la leche no invita al optimismo. Muchos productores, entre ellos los afiliados al sindicato EHNE, han solicitado a la ministra Isabel García Tejerina el establecimiento de un precio mínimo que salve la situación, algo que la UE prohibe taxativamente.
Parte del sector se escuda en que Francia ha establecido un precio mínimo para el litro de leche de 0,34 euro que debe cobrar el productor, una realidad que fuentes solventes del sector califican de verdad «a medias». «Francia tiene una mesa intersectorial láctea muy potente, con todos los agentes implicados (productor, industria, distribuidor y administración) y tiene un sistema de precios orientativos», apuntan fuentes conocedoras del sistema. Los franceses producen más de lo que consumen, por tanto, tienen un sistema de autorregulación para establecer unos precios orientativos a respetar. «Tienen tres patas: el precio de la leche en polvo, la que se distribuye en el país y la que se exporta», señalan. Con esta liberalización del mercado, el precio de la leche en polvo -destinada a la industria alimentaria- se ha desplomado un 70%, por tanto, «como red de seguridad», la mesa intersectorial francesa ha establecido un precio orientativo del litro de leche en 0,34 euros. «Lo que sucede es que los políticos han hecho pública esa cifra con el único objetivo de atraerse la simpatía de los productores», argumentan.
España carece de una mesa intersectorial láctea como la francesa, ya que históricamente, los distribuidores se han desentendido y han comprado leche al precio más bajo posible como fórmula para atraer una mayor clientela (en la últimas semanas se ha llegado a vender en Gipuzkoa en grandes superficies leche a 48 céntimos el litro). Sin la implicación de buena parte de los distribuidores, sin una industria que permita exportar y contrarrestar los precios bajos, los productores están prácticamente atados de pies y manos.
Unos productores, principalmente fuera de Euskadi, que han vivido históricamente de la subasta de la leche, de ver la oportunidad de poder colocar su producto al mejor postor y a buenos precios cuando el mercado se encontraba al alza. Pero eso no garantiza que el camión de recogida no pase de largo «si a 10 kilómetros hay otra explotación que vende a unos céntimos más barato». El Gobierno estableció que esa recogida fuera hecha con contrato. Un acuerdo con los productores en los que se establece una garantía de litros, precio mínimo y calidad. Pero esos contratos, que era muy común que tuvieran una vigenciade al menos un año, ahora se firman por tres meses en algunos casos.
Cooperativas, la solución
«Nadie se plantea producir leche para hacerse rico», advierte Xabier Iraola. Supone una labor incansable que no se detiene ni un día al año y que sufre una volatilidad importante que hace estrecharse los márgenes progresivamente por efecto del libre mercado. El sector pide, al menos, que las administraciones cubran el coste de producción de la leche y evite quiebras y la desaparición de más explotaciones.
Desde ENBA observan que la salida se encuentra en el fomento de las cooperativas de producción y la unión de éstas en una cooperativa de segundo grado que pueda autorregularse -algo que sí permite Europa y que realizan con éxito países como Holanda o Dinamarca-. «Necesitamos cooperativas lo más fuertes posibles y unirnos entre nosotras para poder ganar fuerza y establecer una regulación que permita la subsistencia», aclara Iraola. En este sentido, Euskadi se ve como un territorio «afortunado» en cuanto a la presencia de cooperativas ganaderas. Sobre todo Kaiku, que aglutina a buena parte de las explotaciones de Euskadi. «En Gipuzkoa practicamente el 100% de la leche es recogida por Kaiku, en Bizkaia el 60% de los productores están en cooperativas -el 40% en Kaiku- y en Araba aproximadamente la mitad», calcula el coordinador de ENBA. Estos productores que venden su leche a la cooperativa no han visto afectada su producción ni lo que reciben por ella por la desaparición de cuotas. «No quiero ser alarmista ni mucho menos, pero está claro que los que no estén en una cooperativa van a pasar mucho frío fuera», pronostica el portavoz de ENBA.
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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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