Entretenido, fresco, humano y muy documentado resultó el pregón del XLIII Certamen del Queso de Cabrales que pronunció el periodista radiofónico Carlos Santos, quien situó su primera relación con el Cabrales en el interior «de una tienda que regentaba mi abuelo en Salamanca». El negocio «olía a pimentón, a harina, y cuando en una furgoneta llegaba el Cabrales, entonces olía a Asturias», dijo.
El encargo de pronunciar el pregón de 2013 le pareció a Santos «la propuesta más importante y rara de mi vida profesional». Rara porque Santos, zamorano de nacimiento, almeriense de crianza y barcelonés como estudiante, se calificó a sí mismo como «un español de mil leches invitado a hablar del queso de Cabrales».
Santos se sirvió de un emigrante asturiano a la República Dominicana, Manuel Tarrazo, para poner en valor el queso de Cabrales. A la edad de 18 años, partió Tarrazo en un barco hacia tierras ultramarinas, a un lugar del Caribe donde se consumía leche pero las vacas no aparecían por ningún lado. Enriquecido después de 50 años, Tarrazo regresó a Asturias y la cosa de más valor que se llevó al volver en avión fue un queso de Cabrales de 3,5 kilogramos. Para pasar la aduana tuvo que utilizar influencias y realizar sobornos. Y cuando llegó a su domicilio, el queso duró una horas porque la criada lo tiró a la basura debido a lo que ella consideraba un olor pestilente.
Recordó el pregonero al critico gastronómico Xavier Domingo, quien decía del Cabrales que era «la locomotora de los quesos de España». Y Santos sentenció que el Cabrales es para él «una emoción vital continuada, porque nos acompaña en la infancia, la adolescencia, la juventud y la madurez».
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