El sector lechero recibió el apoyo del Gobierno para superar el sobreabastecimiento del producto. Dados los potenciales disponibles, se debe asegurar una política de desarrollo del sector.
Como ha sido recurrente, el sector lechero vivió recientemente un episodio de sobreoferta del líquido que afectó los volúmenes y los precios de compra del producto. Estos eventos impactan directamente el ingreso de los ganaderos, pues no se tienen mayores opciones comerciales para colocar los excedentes.
En esta ocasión, el superávit respondió, principalmente, a los altos inventarios de leche en polvo que acumuló la industria de transformación en previsión a la eventual caída de la producción interna como resultado del anunciado Fenómeno del Niño.
Con el fin de normalizar el mercado de leche y evitarles mayores problemas a los productores agropecuarios, el Ministerio de Agricultura adoptó una serie de medidas entre las que se encuentran la creación de un Fondo Tripartita y la asignación de recursos al Fondo de Estabilización de Precios.
El Fondo Tripartita, al que aportan recursos el Gobierno, los ganaderos y la industria, se constituye con el propósito de manejar las coyunturas de producción excedentaria, regular inventarios y garantizar la compra de la leche a los productores. Los recursos del Fondo de Estabilización se dedicarán a promover la exportación de hasta 9.000 toneladas de leche.
Como lo informó este diario en sus páginas económicas, la problemática del sector lechero va más allá de las situaciones coyunturales. En particular, la falta de una política de desarrollo del sector ha desembocado en su baja competitividad y productividad.
Esto, aunado a una alta protección comercial, determina que el precio interno de compra de la leche esté, como se ilustra en la gráfica, muy por encima de las cotizaciones internacionales.
Estos mayores precios no solo dificultan las exportaciones sino que llevan a que los consumidores colombianos tengan que pagar altos precios por un vaso de leche. Con ello se castiga el consumo y la nutrición de los hogares, en especial en los grupos de menores ingresos. Siendo la leche un alimento básico, esta situación afecta más severamente a los infantes.
Según las cifras de la FAO, cuando se compara la productividad del sector lechero de Colombia con la de los principales productores mundiales, se tiene que esta equivale a una décima parte de la de Estados Unidos y a una cuarta parte de la de Nueva Zelanda.
A causa de esto, el sector, que tiene un potencial productivo importante capaz no solo de abastecer el creciente consumo interno, sino de generar excedentes exportables permanentes, presenta altos costos de producción. Ello, de cara al cronograma de desgravación acordado en los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea, constituye un gran limitante para el desarrollo del sector lácteo.
Esto lleva a que, como lo han señalado diversos especialistas, se requiera avanzar en la puesta en marcha de programas de reconversión productiva que aceleren los avances en productividad y reduzcan los costos de producción.
En este sentido, la Gobernación de Antioquía viene adelantando varios proyectos de investigación y tecnología tendientes a mejorar la producción de pastos para reducir el uso de concentrados. Corpoica también avanza en esta dirección a través de un convenio de cooperación técnica con Nueva Zelanda.
Como ocurre con otros productos agrícolas, el país adolece de una adecuada política lechera. Ojalá que las recientes decisiones gubernamentales vayan más allá de atender la coyuntura y cimienten las bases de un desarrollo competitivo y sostenible del sector lácteo, de tal forma que se aprovechen los potenciales productivos disponibles.
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