Me refiero a la ‘leche de soja’ y similares, que ahora se encontrarán con trabas por ser productos puramente vegetales con apelativos como ‘leche’, ‘nata’, ‘mantequilla’, ‘queso’ o ‘yogur’, porque nunca han visto una vaca, una cabra o una oveja ni de lejos.
En alguna ocasión ya le he contado lo delicado que he sido siempre a la hora de comer y que cuando me muevo por las estanterías de los supermercados me gusta mirar la letra pequeña. Curioso que es uno.
Por eso me niego a comprar los productos de chocolate que de cacao tienen el 0,25% o las patatas que se venden como fritas en aceite de oliva pero que en la parte de atrás, en el cuadro de ingredientes, dice algo así: «patatas, sal y aceites vegetales en proporción variable (palma, girasol, semillas y oliva)»; vamos, que de la aceituna tienen la ilustración del envoltorio y acaso un 1% por justificar, pero vaya y pase. Pero con lo que ya no puedo es con eso de la ‘leche’ de coco, de avena, de arroz, de almendras, de quinoa, de soja… Brebajes que triunfan en el mercado y que cada vez tienen más referencias. ¿Será que la gente de ciudad no se ha preguntado nunca cómo demonios se ordeña la soja para obtener la leche? Y la famosa a la vez que desconocida quinoa, ¿vendrá con ubres?
Por Pedro J. Abajo
http://www.lanuevacronica.com/y-como-se-ordena-la-soja