Para ello, quiere que la nueva ley revierta el sistema de formación de precios de los alimentos y que comience a partir de los costos de producción.
Proponen que los precios pagados a los agricultores se fijen a partir de su costo. A partir de este precio se sumarían los márgenes de los procesadores y distribuidores dando el precio al consumo. Actualmente, el sistema funciona exactamente al revés.
La Federación francesa de empresas y empresarios considera que la ley va en buena dirección pero que solo podría funcionar si los procesadores tuvieran la seguridad de que iban a poder aplicar los márgenes a la distribución. Además, con el fin de poder tener en cuenta las variaciones de los costos de producción de los agricultores, la Federación cree que debería haber un índice oficial de dichos costos.
La nueva ley de Macron también quiere que los productores tengan un mayor poder de negociación, por lo que se prevé el apoyo a la constitución de fuertes organizaciones de productores. Para ello el Estado tendrá que clarificar el derecho de competencia.