Por ejemplo, el año pasado, Francia introdujo la obligación a las industrias de etiquetar la leche y sus productos para que los consumidores sabrían en qué país la leche que compran se ha producido y procesado. A raíz de esta iniciativa, el ministro belga de Agricultura, Willy Borsus, se quejó, en referencia a las consecuencias de la medida para su país, afirmando que el comercio de la leche entre Bélgica y Francia se ha reducido en un 17 por ciento desde la introducción de los nuevos requisitos de etiquetado y contratos para la venta de leche y productos lácteos. Su homólogo francés, Stéphane Travert, defendió la obligación de etiquetado como medida de aumentar la transparencia para los consumidores y rechaza las críticas de su vecino belga. De acuerdo con Travert, el proyecto ha estado funcionando durante sólo unos meses y por tanto es difícil tener ya datos fiables sobre sus posibles efectos.
El conflicto entre los dos países demuestra, afirman desde la EMB, claramente la importancia de resolver el problema en el sector lácteo con el desarrollo de políticas completas a nivel de la UE . «Crisis como las que el sector lácteo, afirman desde esta asociación que agrupa a los ganaderos de leche de toda la Unión Europea, han provocado en los últimos años crean tensiones negativas entre los Estados miembros de la Europa unida»
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