Desde mediados del siglo pasado, la violencia de la pobreza y la violencia de las armas deterioraron, casi hasta destruir, el tejido social del campo y sembraron el temor, la desconfianza y el odio. Desplazaron, infortunadamente, la hospitalidad generosa y al apoyo mutuo, propia de la idiosincrasia de nuestra población campesina.
La pobreza rural y la violencia conforman, por tanto, el contexto de Una vaca por la Paz. Según cifras de la Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad, MESEP, 50,3% de la población del campo vive en condición de pobreza, mientras que en las cabeceras es de 33%.
Más aún, en el sector rural más de 25,5% de la población vive en extrema pobreza y en las zonas urbanas esta proporción es de 8,3%. Por eso, reversar ese proceso es uno de los caminos obligados hacia una paz duradera.
Hagamos una ‘vaca’
La iniciativa –que empieza nuevamente a calentar motores para la “Vacatón” del próximo 30 de septiembre–, invita a todos los colombianos a poner “una vaca” –un animal preñado–, para hacer ‘una vaca’.
El programa, que fue creado en 2010, gira en torno a un evento periódico –La Gran Cena Una vaca por la Paz –, en donde se promueve el aporte en especie o en dinero para adquirir los semovientes.
María Fernanda Cabal, presidenta de Fundagán, señala que Una vaca por la Paz no pretende ser la solución a la pobreza rural, pero sí una alternativa realista desde lo ganadero. Los colombianos tienen predisposición a la solidaridad con el campo, pero no tienen forma de canalizarla. Este programa sirve para encauzarla y ampliar el número de familias y madres cabeza de familias desplazadas beneficiarias. Es, además, un programa que hace parte de la política de promoción de responsabilidad social del gremio ganadero.
“Escuela de solidaridad”
José Félix Lafaurie Rivera, presidente Ejecutivo de Fedegán, indica que el elemento de mayor peso del Programa es la construcción de valores y fomento de la convivencia. “La donación de una vaca preñada por parte de un ganadero o de cualquier colombiano, no es otra cosa que una semilla, o mejor, el primer eslabón de una cadena de solidaridad, que convierte al primer beneficiario en donante de una cría. Donación que va a otra familia campesina, muy seguramente un vecino o allegado, y así sucesivamente. Por eso el programa es, en la práctica, una verdadera “escuela de solidaridad”, en donde a partir de un primer impulso –la donación de una vaca preñada– se genera una dinámica de convivencia, basada en regalar desde la pobreza a otra persona igualmente pobre.En el sector pecuario bovino más de 240.000 ganaderos son campesinos pobres, propietarios de unas pocas reses que les brindan leche de pancoger para sus familias.
El Programa no se enfoca exclusivamente a los pequeños ganaderos, sino a campesinos pobres que puedan encontrar en la ganadería una respuesta a sus necesidades. No se trata, además, de regalar una vaca y desentenderse del beneficiario, sino de enseñarle a tenerla para que se convierta en una solución y no en un problema más para quien la recibe.
Rendición de cuentas
El lanzamiento del libro sirvió, además, para resaltar los resultados de la primera Vacatón realizada en septiembre de 2010, en donde recibieron 940 vacas preñadas, y de testimonial sobre los beneficiarios.
Manuel André, presidente de Nestlé Colombia, explicó que Una vaca por la Paz ha sido una buena experiencia para él y para la empresa, y aseguró su respaldo a futuras acciones.
Samuel Rueda, presidente de Seguros Confianza, Autopistas del Llano, afirmó que su empresa ha hecho seguimiento al programa con la visita a más de 90 beneficiarios y ha constatado su efectividad y sus beneficios. Una vaca por la Paz ha sido una fuente de anécdotas humanas. Uno de los beneficiarios del programa bautizó a su vaca “La Confiancita”.
Irradiando solidaridad
Además de las madres cabeza de familia, que lo son en su mayoría por cuenta de la violencia, recibirán especial atención las víctimas de las llamadas minas antipersonales, y entre ellas, los miembros de la Fuerza Pública de origen rural, que retornan a sus tierras en condición de minusvalidez, anunció la presidenta de la Fundación Colombia Ganadera.
El Comandante del Ejército General Alejandro Navas, presente en el lanzamiento de la publicación, agradeció la iniciativa de Fundagán de involucrar en el programa a los soldados campesinos que han quedado minusválidos por efectos de la violencia terrorista.
Por su parte, el fiscal General de la Nación Eduardo Montealegre quedó gratamente sorprendido por los alcances de la solidaridad ganadera.
Bajo un ambiente de confianza y compromiso, los organizadores de la próxima “Vacatón” aspiran contar con el apoyo de muchas empresas y muchos colombianos para superar la cifra alcanzada en 2010: ¡940 vacas preñadas!
Finalmente, el libro culmina con un apéndice que, a manera de agradecimiento, recoge los nombres de las personas naturales o jurídicas que, de una u otra forma, se vincularon al evento a través de donaciones y patrocinios especiales.
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