Enrique Triviño, ganadero y propietario de la finca El Chorro, ubicada en Zipaquirá, recibió a un grupo de ganaderos del departamento en días pasados para hablarles de su hato lechero, de los errores que cometió hace más de 20 años y de los cambios que hizo hace 10 para tener vacas con alta capacidad reproductiva y productiva.
El productor relató que inició con una ganadería de animales Holstein, de genética canadiense, que se había impulsado hace varios años «por moda», sin que diera frutos en utilidades en la finca que se halla a 3.200-3.400 metros de altura sobre el nivel del mar.
El ganado de Triviño comenzó a tener dificultades de adaptación, padeció de mal de altura y cascos por el ordeño en establo. De igual forma, se corroboró la disminución en rendimiento de energía y hubo entre un 5 y 6 % de pérdida animal.
“Con el tiempo vimos que tocaba cambiar. En la región había unos Normandos y se comenzó con esos y vimos que se portaban bien, pero fue de forma accidental”, describió el productor.
Pese a que en la práctica el híbrido entre Holstein por Normando dio resultados eficientes en producción y reproducción, no continuó esta línea de cruzamientos, que para la época era visto como un sistema peyorativo, por lo que se creó un complejo alrededor de su elección.
Sin embargo, manifestó Triviño, tuvieron que pasar 10 años para que los norteamericanos y europeos resaltaran el valor y las virtudes productivas de los animales híbridos porque además resisten el clima, siendo más rústicos, lo que corroboró con los nuevos experimentos que hizo con vacas que lograron resistir el mal de altura.
Desde entonces, en El Chorro y otras ganaderías les han apostado a tener híbridos. Enrique Triviño optó por hacer cruzamientos de Holstein por Normando, Hosltein por Jersey, Jersey por Normando.
“Comenzamos de lleno con los híbridos y mejoró la rusticidad, la producción de leche, no hemos tenido pérdidas de ganado. Tenemos animales pequeños pero con rendimientos acordes a la explotación y estamos contentos por el mejoramiento que hemos alcanzado”, anotó el ganadero.
Camilo Ballestas Santander, ganadero en Cundinamarca, rescató el valor de los híbridos en ganaderías de altura porque se destacan los animales cruzados con razas como la Jersey, de menor tamaño, con la que se logra más adaptabilidad.
“Él (Enrique Triviño) ha bajado la talla del ganado al cruzar con Jersey. Este ganado es más pequeño y sus exigencias fisiológicas son menores. El corazón no se esfuerza tanto”, dijo Ballestas Santander.
Es así como los animales de mayor tamaño necesitan más energía y se desgatan más en zonas altas, donde el óxigeno es menor.