Con las mismas vacas

Un acuerdo entre el Gobierno, los gremios y los entes territoriales para implementar el servicio de público de extensión puede cambiar el agro.
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Las Playas es una asociación indígena de pequeños productores de leche en el Municipio de Cumbal, en Nariño. Entre enero de 2016 y agosto de este año lograron llevar su producción de leche de un promedio de 507 litros a 939 litros por hectárea al mes y sus ingresos netos por hectárea pasaron de 334 mil a 915 mil pesos.
Cuando este tipo de logros productivos en el campo son reportados, se piensa que la asociación se ganó una lotería o fue beneficiaria de un proyecto de fomento en el que alguna entidad del Estado o una ONG les regaló insumos, maquinaria, animales, etc. Pero no fue así. Los ganaderos de Las Playas mejoraron sus indicadores y sus condiciones de vida con sus mismas vacas. ¿Qué pasó?
Nueva Zelanda es el país más competitivo del mundo en el sector lácteo. Cuenta con buenas condiciones ambientales y un sistema de ciencia tecnología, e innovación que genera sistemáticamente nueva genética y tecnologías. Hasta ahí muy bien. Pero su gran ventaja competitiva, su diferenciación, reside en que cuentan con productores empoderados capaces de orientar su negocio pecuario y sus vidas gracias a un proceso robusto y probado de extensión agropecuaria.
Los productores de Las Playas y de otras tres asociaciones en Cundinamarca y Boyacá, con resultados similares, han participado de un modelo de extensión patrocinado por el Gobierno de Nueva Zelanda y acompañado por Agrosavia. Sus resultados demuestran que en la implementación efectiva del servicio público de extensión agropecuaria establecido en la Ley 1876 de 2017 está la llave de la prosperidad de cientos de miles de familias colombianas que dependen del sector agropecuario.
La extensión busca reemplazar un modelo fracasado de asistencia técnica en la que expertos llegan a las fincas de los productores a transmitirles las mejores tecnologías y prácticas que deben implementar en un ejercicio catedrático vertical. No sirve. No empodera.
La extensión es un abordaje mucho más complejo, que busca generar las capacidades, el apoyo y la confianza necesarias para que los productores sean capaces de hacer cambios efectivos en sus fincas. Requiere fortalecer los procesos de asociación, de empoderamiento y compromiso, de gestión, de diálogo efectivo con el apoyo técnico, la conciencia cultural y el uso sostenible de los recursos naturales.
Poner en marcha el servicio de extensión en el país es un reto mayúsculo. No tanto por el esfuerzo para armar un modelo efectivo, tarea compleja pero realizable, sino por la inercia terrible y los intereses creados -desde lo nacional hasta lo local- que insisten en lo que no funciona. Un acuerdo entre el Gobierno, los gremios y los entes territoriales para implementar el servicio de público de extensión puede cambiar la realidad de nuestro agro.
P.D. Esta semana renuncié como director de Agrosavia a partir de marzo de 2019. Inicio una nueva etapa liderando la construcción de una alianza entre Bioversity y el CIAT, dos centros internacionales de investigación agrícola que tendrán una enorme responsabilidad en la promoción de sistemas alimentarios más sostenibles, sanos y equitativos.
El gobierno y la junta directiva de Agrosavia iniciaron un proceso de selección abierto y meritocrático para seleccionar un director/a que ayude a continuar el proceso de fortalecimiento y generación de impacto de esta maravillosa entidad.

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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