Tamberos, sin viento a favor

Hace mucho que los productores tamberos afrontan la realidad sin viento a favor. Se puede hablar de una conjunción de factores, entre ellos la adversidad climática, la pérdida de rentabilidad, el ahogo financiero, la falta de políticas que acompañen a la lechería (y en general a las economías regionales), anuncios de planes de salvataje que, de haberse puesto en práctica, no son muy efectivos, eso es evidente.
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En resumidas cuentas, el sector está asfixiado desde hace tiempo y hoy se plantea una crisis inédita. Muchos productores tamberos cerraron la tranquera en los últimos años. Es que con el precio que se les pagaba, y que se les paga a los que aún resisten, no tienen forma de sostenerse económicamente, mucho menos invertir en infraestructura y tecnología. Por supuesto que otro de los grandes problemas son los intermediarios en la cadena de comercialización.
Lo cierto es que de los 3.000 tambos que funcionaban en Entre Ríos 20 años atrás, hoy solo quedan 1.000 y la cifra continúa en baja. La situación contagió al eslabón industrial de la cadena lechera y por estos días SanCor y La Serenísima anunciaron cierres. El 31 de julio La Serenísima cerrará su planta clasificadora de la ciudad santafesina de Rufino, porque «no recibe la cantidad de leche suficiente para alcanzar la sustentabilidad». Entre los factores que provocaron la caída en la recepción de leche, Mastellone citó un estancamiento de 20 años en la producción lechera que llevó a que, el año pasado, Argentina produjera 9.500 millones de litros, una cifra menor a la de 1998.
En el caso de SanCor, el municipio de Brinkmann le propuso mudar al Parque Industrial Regional del Noreste la planta que la cooperativa tiene en pleno casco urbano de esa localidad y en la que trabajan alrededor de 120 personas. La oferta surgió en medio de un encuentro propiciado por el Ministerio de Industria en medio de versiones de un eventual cierre de la planta. El ofrecimiento oficial es una apuesta para atenuar el proceso de reestructuración que atraviesa esa unidad industrial de SanCor, que a la vez experimenta una crisis general, con pérdidas alarmantes en sus estados contables. Lo que estaría prácticamente decidido es mantener por un tiempo las instalaciones de Brinkmann solo para la maduración de quesos, aunque irremediablemente se marcha hacia el cierre, según lo que se especula, ya que esa unidad tiene un alto déficit de productividad.
Tanto el sector tambero como el de las distintas economías regionales vieron con buenos ojos la llegada de un nuevo gobierno, allá por 2015. Se sintieron postergados por la anterior gestión y esperanzados con el cambio. Pero el gobierno de Mauricio Macri no benefició «al campo» en su conjunto, sino a los grandes pooles de siembra, a grandes empresas como Monsanto y Cargill, las que siempre ganan.
«El gran desafío es dejar de ser el granero del mundo para ser el supermercado del mundo», dijo el Presidente días atrás. Sin embargo, con la apertura de la importación, ingresaron al país de manera silenciosa, miles de toneladas de productos claves de la canasta básica, como pollos de Brasil y cerdos de Dinamarca. Y, a diferencia de lo que pasaba en los 90, donde el fenómeno de la importación se asociaba a productos procesados, hoy en las góndolas se pueden adquirir alimentos frescos del exterior. Los productores y empresarios locales no pueden competir, dada la fuerte suba de los costos que están sufriendo. En este marco, dudo mucho que lleguemos a ser «supermercado del mundo», con plantas en quiebra y tambos que cierran. Pasan los años, los gobiernos y el sector lechero continúan esperando que el viento sople a su favor.
http://www.unoentrerios.com.ar/tamberos-viento-favor-n1348958.html

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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