No cierran los números, cierran los tambos

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Hace tiempo que los números dejaron de estar ajustados, ya no cierran por donde se los mire. A cada tambero se le paga 2,25 pesos por litro de leche y así no hay bolsillo que resista, se funden.
A diario, cual boxeadores en desgracia, pequeños y medianos productores lecheros entrerrianos tiran la toalla, cierran sus tranqueras, malvenden las pocas vacas lecheras que les quedan y se dedican a otra cosa. Algunos intentan con otra rama de la actividad agropecuaria, otros directamente emigran hacia las ciudades para comenzar de nuevo con más de la mitad de la vida encima y una avalancha de incertidumbres. Probablemente sus hijos les antecedieron, porque no encontraron en el campo un futuro sólido en el cual desarrollarse.
Históricamente nadie se hizo cargo de las políticas oficiales que permitieron que los intermediarios entre el productor y el consumidor final se queden con la mayor parte de las ganancias, ni de la distorsión de precios entre lo que paga el cliente y lo que cobran los tamberos. Hoy es un problema enquistado difícil de resolver.
Pero si a eso se suma que el monto que se le paga al tambero es mísero, no hay más opciones que la pérdida de rentabilidad absoluta para el trabajador. Meses atrás se estableció que el monto a pagar por litro de leche era 3,50 pesos, pero una debacle de los precios a nivel internacional, sumado a inconvenientes para exportar y otras cuestiones en el territorio nacional generaron que el valor baje a 2,25 pesos por litro. Con ese precio, el productor debe afrontar todos los gastos de mantenimiento e inversión, más el pago de las deudas a los proveedores porque el negocio hace tiempo no es rentable. No cierra.
Irremediablemente, los animales son vendidos a tambos más grandes, que por las características y capacidad productiva pueden sostenerse y competir. Otro efecto nocivo que se desprende de esto es la enorme concentración de la producción lechera en pocas manos.
En los últimos tres meses la situación de la lechería se complicó aún más, con consecuencias nefastas para el sector. Como si fuese poco la empresa láctea Cooperativa Tambera de Paraná (Cotapa), una de las principales acopiadoras de leche, hace más de 60 días que no paga a los tamberos y su futuro es igual o más incierto que el de sus asociados. Hay una sobreoferta del producto, por lo que se impone sacar la leche de circulación. La propuesta hecha por parte de la FAA al gobierno provincial, aún sin respuesta, es realizar un stock de intervención: secar la leche, guardarla y que el Estado compre la producción para que sea utilizada dentro de cinco meses. De los 3.000 tambos que funcionaban en Entre Ríos 20 años atrás, hoy solo 1.000 quedan en pie y la cifra continúa en baja. Mientras, mucha gente sigue calificando a los pequeños y medianos productores como hombres prepotentes, ostentosos de camionetas 4×4 e ignora el sacrificio diario que implica el oficio, el trabajo de sol a sol, la inexistencia de feriados y fines de semana, los días de angustia ante un clima adverso, entre otras cuestiones. Cada tambo que cierra es un sueño trunco, una fuente de ingreso que se cae, una tradición y raíz familiar que se pierde, por eso es tan importante darle al trabajo y a la producción el valor que se merece.
Valeria Girard / De la Redacción de UNO
vgirard@uno.com.ar
http://www.unoentrerios.com.ar

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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