Laberinto lechero

La crisis combina aspectos negativos propios y los internacionales.
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La crisis combina aspectos negativos propios y los internacionales.
La crisis lechera se encuentra realmente en un laberinto, del cual al menos hasta ahora y luego de tantos intentos, no se logra avizorar la salida. Se suceden las reuniones, las propuestas, cada sector defiende con uñas y dientes lo que sostiene le corresponde, pero los resultados están a la vista, siguen sumando frustraciones.
Un productor y entendido del tema como Néstor Vittori, recientemente publicó en el diario El Litoral un comentario analizando la situación y ofreciendo datos y estadísticas que son muy valiosas al momento del repaso. Recuerda y detalla los efectos negativos que provocó la inundación del pasado mes de abril en la cuenca lechera de Santa Fe y Córdoba, provocando el cierre de aproximadamente 600 tambos. Pero además, reproduce conceptos de una nota del Financial Times del mes de agosto, donde se analiza la crisis lechera mundial la cual «se desató a partir de una combinación de sobreproducción mundial de leche y una demanda más débil de lo esperado, especialmente por parte de China, donde las importaciones cayeron un 20% entre 2014 y 2015. Esto se vio agravado por la prohibición de Rusia en 2014 a las importaciones de productos lácteos europeos», y además, completa la descripción tomando como referencia a Nueva Zelanda, el principal exportador mundial -que vende al mundo el 95% de su producción-, con un precio de la leche en polvo entera que cayó 50% en 2014 «y no se espera una recomposición importante hasta mediados de 2017».
Aquí en la Argentina la producción registró en julio una caída interanual del 15% en tanto la producción industrial cayó 12% y las exportaciones de enero a junio se contrajeron 10%, con una baja del precio de leche en polvo entera del 28% promedio, a un precio de 2.315 dólares la tonelada. Los stocks de leche en polvo en las industrias son 27% superiores al año anterior.
Tenemos en consecuencia la combinación de factores propios e internacionales, que impactan negativamente en el ámbito de la producción lechera y todo lo que significa en la economía internacional. Los efectos, en nuestra región, están a la vista, y al aguardo de algunas soluciones de emergencia hasta que la actividad vuelva a recomponerse, según lo puntualiza el articulista y apoyándose en analistas internacionales, recién podría suceder a mediados de 2017. Un arduo camino por recorrer, para quienes vienen trabajando con escasísima rentabilidad, e incluso a pérdida en ciertos casos, desde hace mucho tiempo.
En todos los países productores de leche existen demandas de los productores a sus gobiernos para que los asistan, mecanismos compensatorios que son muy difíciles de implementar, habiendo dicho el ministro de Agricultura de Nueva Zelanda que «el encierro de los productores en una producción deficitaria, y a la larga insostenible, provoca grandes distorsiones en los mercados mundiales».
Destaca Víttori que «las pérdidas que se generaron en la exportación a precios por debajo de los costos de producción, costos industriales y de logística, fueron soportados por los productores y las industrias, generando fuertes quebrantos y colocando a productores e industrias en difícil situación».
Se apunta en el análisis que la discusión sobre el tema se ve entorpecida por la dispersión representativa del sector productivo, y también por la cartelización de los industriales, señalando que se debería ir hacia la creación de mecanismos regulatorios que equilibren la distribución de costos y beneficios en la cadena de valor, que neutralice la cartelización de las industrias, que impida que los excedentes sean utilizados como sobreoferta para el mercado interno, posibilitando que sean rápidamente exportados a precios de mercado, compensando pérdidas eventuales de la exportación mediante un clearing interno, donde toda la leche producida en el país aporte para compensar a los que exportan.
Un mecanismo de estas características había sido aplicado sobre el final del gobierno de Raúl Alfonsín a través del Fopal (Fondo de promoción de exportaciones), pero fue saboteado por las industrias abastecedoras de Buenos Aires, y finalmente eliminado con la desregulación dispuesta por el entonces ministro Domingo Cavallo.
http://diariolaopinion.com.ar/noticia/159007/laberinto-lechero

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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