El Grupo Indalo tiene entre sus planes para la nueva etapa económica reactivar La Salamandra, aunque bajo el formato de una láctea convencional y no sólo como productora de exquisiteces destinadas al paladar ABC1. El programa en ciernes también prevé la producción bajo licencia en otros países que hasta el cierre de la planta próxima a Luján, abasteció con exportaciones.
El holding de Cristóbal López suspendió hace poco más de un año las actividades de esa fábrica de dulce de leche premium y muzarella de búfala ubicada en territorio bonaerense, argumentando que estaba jaqueada por la pérdida de rentabilidad.
La firma que en 1991 fundó el ex presidente del Banco Central, Javier González Fraga, y explotó en sociedad con Cristina Miguenz, postuló casi una producción boutique, mayoritariamente orientada al mercado externo. Pero la suba de costos internos sin el correlato de una suba de igual magnitud en el tipo de cambio fue acotando las posibilidades de una producción de alta calidad, concebida como de nicho.
A decir de la empresa, sin embargo, no sólo no existe la voluntad de abandonar definitivamente el negocio, sino que la idea es refundarlo con un esquema diferente.
Con esta expectativa se mantuvo a una decena de personas que garantizaron durante este año de parate la operatividad de la planta lujanense que, sin embargo, no es la más adecuada para el nuevo proyecto, más ambicioso en variedad de artículos y volumen.
La idea del grupo es relanzar la marca con una producción más amplia, que también abarque quesos y yogures, para lo que necesitará otro equipamiento y mayor espacio físico, desafío aún no resuelto.
Entre las alternativas en estudio está la de contratar capacidad de producción a otra láctea, que luego etiquetaría con el nombre que distinguía a los productos refinados, cuyos derechos conservó López.
Otra pata medular de este programa será la fabricación en Brasil y los Estados Unidos de los nuevos alimentos de La Salamandra mediante un sistema de licencias, que supone la trasferencia precisa de las recetas para elaborarlos.
De esa manera, el grupo especula con sortear las dificultades de diverso tipo que sufrió para poder exportar, antes de decidir paralizar la producción.
Las perspectivas de que se levante el cepo cambiario, con la consiguiente suba del dólar oficial, no alteró la idea concebida durante este tiempo, cuando se pensaba que el dictamen de las urnas podría ser otro y el derrotero de la divisa también.
Finalmente, la fábrica del dulce de leche podría erigirse como una muestra de los problemas que hoy enfrentan algunas economías regionales, a las que el tipo de cambio actual no les permite la rentabilidad esperada para mantener la producción.
En función de aquel nuevo modelo de negocios, fuentes de Indalo no descartan que las instalaciones de Luján puedan ser cedidas bajo algún esquema de propiedad a los trabajadores aún ligados a ellas, aunque no dan certeza de que ese nuevo emprendimiento pueda formar parte del proyecto mayor en ciernes.
Por Cledis Candelaresi
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