Jorge Videla cerró su gestión sin reconocer fallas en estos seis años

Con la confirmación de Alejandro Sanmartino como su sucesor en la Subsecretaría de Lechería de la Nación, el funcionario saliente habló con CASTELLANOS, trasluciendo las desavenencias con los grandes productores y las industrias de más peso.
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Con la confirmación de Alejandro Sanmartino como su sucesor en la Subsecretaría de Lechería de la Nación, el funcionario saliente habló con CASTELLANOS, trasluciendo las desavenencias con los grandes productores y las industrias de más peso. Sin autocrítica y con una desinencia en un rincón del Ministerio de Agricultura sin logros remarcables, el hombre de Villa María admitió la complejidad del sector que produce hoy lo mismo que hace 16 años.
Por Elida Thiery – Fue el miércoles después del triunfo de Mauricio Macri, al momento que se conocía el nombre de Ricardo Buryaile al frente del Ministerio de Agricultura, cuando CASTELLANOS ingresaba al imponente edificio de la avenida Paseo Colón.
Austero en sus pasillos, ostentando muchas figuras peronistas en las paredes de las oficinas, ese día no fue sencillo, porque era tan reciente la noticia de tener que dejar muchos de los cargos en ese ámbito de Gobierno, que nadie aún digería ese futuro inmediato.
Criticado siempre desde estas letras, por no haber podido cumplir ni sus más mínimos objetivos, Jorge Videla abrió la puerta de su oficina. Con algunas pequeñas figuras de vacas Holando, algunos resabios de las múltiples visitas a China (vínculo sobre el que hace un análisis altamente positivo) y las imágenes de acciones de Gobierno y de los dos más recientes presidentes de la Nación, el hombre de Villa María se acomodó en una butaca y aceptó el diálogo.
“Lo más apasionante en la lechería argentina es la gente con mucha convicción y vocación de apostar al sector, desde la etapa de producción o de la etapa de procesos”, reflexiona sobre un sector que lo tuvo como primer Subsecretario de Lechería de la Nación desde fines de 2009, cuando Julián Domínguez era Ministro.
“Si tuviera que definir algo malo de la lechería es la mezquindad”, en alusión indudable a quienes trabajan aún en negro en un negocio tan particular, e incluso a uno de sus grandes objetivos de crítica, como lo es la industria de capitales internacionales, pero también en la idiosincrasia individualista del productor o los empresarios, que incluso se traslada hasta el ámbito gremial con 18 entidades tamberas, “hacen que cueste mucho consolidar proyectos asociativos o cooperativos, a pesar que hubo un Gobierno que tuvo decisión política y le dio herramientas”, pero que no sólo está en el sector, “porque también se ve en la política, desde un intendente de una ciudad en una cuenca lechera, hasta un Gobierno Provincial. Creo que todos caemos, en determinadas situaciones, no estando a la altura de las circunstancias”.
Aunque recalando la mayoría de las veces en los mismos lugares, siempre más afines que hostiles, Videla estuvo con quienes “porfiaron” en hacer leche en Catamarca, Tucumán, Salta, Chubut, Río Negro, e incluso en escuelas agrotécnicas con tambos y plantas de proceso. “Hemos tenido la posibilidad a través del presupuesto de la Subsecretaría y de lo que prevé el Ministerio, de ayudarlos a que mejoren los procesos, etapas de producción, que se especialicen con la tecnología que se usa si salen a buscar trabajo”.
Conflictos y crisis
La realidad argentina es la del conflicto y para eso basta con mirar lo que sucede en estas horas, para entender nuestra capacidad de adaptación o aceptación de los problemas. Pero Videla no considera que haya sido el Gobierno Nacional el responsable de tener que bajar el nivel de choque dentro del sector y desde la lechería con la economía y la política, tomando una de sus imágenes verbales más comunes. “Hay que mirar una foto hoy del sector y una película. La foto de esta coyuntura es complicada, crítica, por cuestiones que hacen no sólo al Gobierno sino al propio sector, pero también hay una película que demuestra que ingresó este Gobierno en 2003 con siete mil millones de litros, llegó a un piso de 11.600 en 2011 y hoy está con 11 mil más-menos el nivel de la producción nacional (mismo número que en 1999); y que ha habido un crecimiento importante no tan sólo entre los productores, sino también en las industrias. Que ha habido decisiones políticas que acompañaron al sector en tiempo y forma; y dieron respuesta a la coyuntura de los mercados internacionales y de la propia macroeconomía de nuestro país”. Desde su mirada y con la recorrida de todas las cuencas productivas, “yo veo el crecimiento”, dice con el recuerdo de haber sido productor de 1997 a 2002, hablando de expansión de productividad en todo sentido, pero destacando que “la foto de este año es compleja, con responsabilidades para todos, desde el sector privado, el sector internacional, de la falta de articulación público-privada, con responsabilidades también dentro del ámbito de Gobierno, porque si bien pusimos 30 centavos en compensaciones con fondos de todos los argentinos para sostener a los productores cuando estaban en 3,20, hay productores que han llegado a cobrar 2,20, no se resolvió el problema y hay gente en una situación de mucha vulnerabilidad”.
La postura de distancia no le permite ver la falta de apertura que tuvo su gestión. “Desde que nosotros asumimos acá en noviembre de 2009, los medios específicos, los propios periodistas y las entidades del sector siempre instalaron la situación de crisis”, pero según el Subsecretario, “los productores que generaron la movida de 2012, se dan cuenta hoy lo que es una crisis”. En esta idea de castigo divino y de situaciones cada vez más complejas, donde muchas veces tuvo que ver su influencia para el sostenimiento de conflictos, aunque no lo asuma, sostiene que “nosotros hicimos muchísimo para generar el ámbito y el espacio de articulación público-privada, desde que iniciamos la gestión, porque no nos quedamos esperando y salimos al territorio a recorrerlo”, para acercarse a quienes querían beneficiar desde este lugar del Estado, como los pequeños y medianos productores, las escuelas, los caminos rurales, la articulación regional, las cooperativas, además de intentar un marco regulatorio y el ordenamiento de la cadena lechera. Pero poco se concretó en definitiva, los avances en todo esto no fueron los que deberían en seis años. “Creo que el conflicto de 2008 entre el campo y el Gobierno dejó marcada una situación en los representantes de las entidades, donde había gente con una actitud propositiva, proactiva; y otros que venían con cambios estructurales de fondo que no daban lugar a construir esa negociación y articulación. No hay una expresión clara, sana, ni transparente hoy en el sector que haya consolidado esa estrategia. Ni el FunPel (el Plan Estratégico de la Lechería a 2020, denostado desde 2009 por este propio Gobierno, aunque se tomaran los objetivos de producción de llegar a 18 mil millones de litros de leche en cuatro años), ni lo que hizo Atilra (juntar a industrias, productores y trabajadores lecheros en dos jornadas de reflexión en Sunchales, semanas atrás)”.
Sin respuestas
Esta administración nacional no aportó calma, ni rentabilidad a la lechería, no supo cómo hacerlo. Las crisis fueron sucesivas, nunca cesaron desde 2007 las asambleas de productores, ni los malos ánimos. La gente en el tambo siguió trabajando, buscando alternativas para hacerlo de la mejor manera posible y son pocos los que pueden dar testimonio de buenos años en la lechería, desde el campo, hasta la industria, excluyendo de estos traspiés al comercio que fue siempre el gran ganador del esquema.
Jorge Videla asegura que todo “terminó en una catarsis mediática que no te permite construir ninguna mesa de diálogo”. Lamentablemente hubo tratos dispares desde el Ministerio, utilización de los medios para exponer a los dirigentes críticos, presiones. El cordobés sostiene que los representantes de los tamberos jamás se pusieron de acuerdo “ni en cinco cosas básicas”, desde su punto de vista, a pesar de haber escuchado grabaciones de todas y cada una de las asambleas que se hicieran en el país, sobre todo en nuestra cuenca, donde las coincidencias eran más que las disidencias, haciendo un somero repaso mental sobre los recuerdos recientes.
Hablar de lo que se quiso y no fue no sirve más que para contextualizar a una leche que sigue bajando, a una nueva etapa de subsidios que no se termina de pagar y un contexto político hostil y adverso a los pedidos de un sector generador de alimentos esenciales y de divisas claras, que no consiguió convencer a un Estado Nacional que usó a la lechería para encandilar mercados interesantes como el de China (donde las pymes sólo colocaron un container y el fracaso de la gestión pareció ser sólo de los privados), pero que no logró dar el contexto correspondiente para agilizar negocios.
Con un cúmulo de hojas impresas, Videla expone los números de su gestión, los millones en aportes, los detalles de las misiones, pero no puede contrastar con eso el requerimiento sobre la falta de respuesta concreta a los pedidos más esenciales del sector. En esta gestión en vez de promoverse las exportaciones, fue él mismo quien pidió la extensión a todos los productos de los permisos de exportación, para complicar aún más las ventas al exterior. Pero claro, la mirada sesgada, recortada no es patrimonio de esa ala del Ministerio, sino que obedeció a una forma de hacer política y de acercarse a quienes son más receptivos a una única mirada, a pesar que recientemente hayan cuestionado todo de forma desmedida, con sobrados ejemplos recientes en el sector . “Muchas veces todo a lo que se ha dado respuesta y se ha hecho por zonas, por regiones, por provincias, nunca pudo expresarse en la mesa institucional de la representatividad política de las entidades”, pero soluciones mayores, esenciales, jamás se dieron, partiendo de la Ley de Lechería que cayó por la falta de consenso y a pesar de las presiones, hasta llegar a conocer el resultado del estudio de competitividad de la cadena láctea, que desde 2012 amagó con esclarecer las cuentas internas y fue frenado por el Ministerio de Economía, jamás reclamado por los señores de la Subsecretaría, a unas cuadras de distancia, aunque no dependa de ellos. Casi una misma acción se da con los subsidios adeudados, lo cual se justifica con “los tiempos del Estado y su burocracia interna”, que puede ser letal para los ciudadanos que esperan por las definiciones.
“Es muy difícil con las entidades, con algunos dirigentes. Te encontras con gente que quiere hacer cosas y te encontras con gente que está para que nada se haga. Ya van a ver con el tiempo, la nueva gestión, el nuevo Gobierno, no es fácil estar articulando y gestionando sobre la parte privada y pública”, pero claro, ese es el fundamento de la función pública que no fue logrado en lo más mínimo. Desde su óptica y más allá de su sucesor ya confirmado, Alejandro Sanmartino, director de la revista Infocampo e Ingeniero Agrónomo, que dejó en el camino para el cargo a dos santafesinos, “va a ser complicado poder darle equilibrio al sector y al desarrollo de la actividad lechera”.
En negro y negado
La marginalidad en el sector lechero complejiza mucho más la solución de conflictos, pero si en estos temas no puede el Estado con los lobbies que puedan generar los privados, jamás se resolverá el tema, que fue un objetivo inicial de la gestión. En casi 1.200 industrias se hizo en 2010 un relevamiento, con una estrategia de políticas inclusivas, pero luego “el propio sector, en 2012, en un determinado contexto se descomprimió el tema, no se profundizó, justo en el cambio de ministros”, con lo cual jamás se repasó el sector con irregularidades, que según el funcionario tiene subfacturación de exportaciones, sobrefacturación, e incluso “productores que piden doble facturación a la industria para no mostrarle al tambero que están cobrando compensaciones y no compartir el porcentaje”, lo cual no niega que es parte de la idiosincrasia argentina.
La liquidación única, por calidad y no por cantidad jamás pudo ser aplicada de lleno en la lechería. Muchas empresas avanzaron a ello y se sigue haciendo referencia al precio por litro en un país que ya debería estar más maduro.
“Creo que no hay una decisión del sector industrial de aceptar un sistema de pago por calidad y por eso todo el tiempo estuvimos en situaciones de medidas cautelares, recursos administrativos”, con lo cual no se pudo avanzar en tiempo y forma como allá por 2011 él mismo se proponía.
En este sentido, preguntarle a Jorge Videla por lo que se hizo mal en su gestión estaba dado. La respuesta fue sorprendente. “A muchas cosas no las pudimos hacer porque no dependían solamente de nosotros”, derivando algunas culpas a entidades y a provincias. Esperando que los de afuera lo evalúen porque al propio Videla no se le presentó algún error durante el momento de la entrevista, sólo pudo reconocer que “me quedó un sabor amargo por no haber logrado un mecanismo de articulación público-privado que tuviera como objetivo de mediano y largo plazo el poder consensuar cinco diez puntos, que hubiera un poder de construcción que hiciera que fluya la energía para lograr esos objetivos. Varias veces lo intentamos con todos los que de algún lugar u otro cruzan a la cadena”.
Deslizó en un momento que sólo pudo trabajar con los “tamberos K”, por eso definió un trabajo a través de las pymes, cooperativas y municipios, para poder bajar a los tamberos trabajos territoriales. Aunque dijo que “nosotros tuvimos las puertas abiertas para todos”, “no todos tienen la misma realidad de representatividad, si no no hubiera 18 entidades. La Sociedad Rural Argentina no representa a los pequeños y medianos productores y acá siempre vino con una estrategia de discutir lo ideológico y político, es más, venía con vocera de la industria. Coninagro también estuvo en ese esquema y CRA en gran parte, también. Federación Agraria dependió de los interlocutores, de determinados momentos y de los ministros que pasaron por aca. Con las otras entidades específicas, con Caprolecoba hemos trabajado muy bien, con Mar y Sierras nunca pudimos hacer nada. Antes que se rompiera la relación trabajamos con la Mesa de Santa Fe, pero lo cierto es que no representan a tantos productores”, desconociendo uno de sus mayores sustentos para seguir gestionando en todos estos años.
Del mismo modo, un tiempo después de haber terminado la entrevista formal, logró confesar que hubo un error en la selección de quien tenía a su cargo la negociación por la liquidación única, sin embargo no como una falla estructural, sino como una deuda personal, como un pendiente individual que pasa más por el orgullo masculino, que por la falta de resultados.
Estratégico
La clave de la entrevista estuvo en el final, antes que deba reunirse con el Secretario de Agricultura saliente, Gabriel Delgado. Videla reconoció el verdadero sentido de su trabajo en la Subsecretaría y quienes conocen de adentro el sector sabrán entender más que nadie la veracidad detrás de sus palabras.
“Yo dejé de ser productor en 2002 y tuve una participación política y activa que me llevó a este estadío. Siempre tuve en claro que terminaba el 10 de diciembre o que podía terminar antes, de hecho hubo gente que cuando asumí no apostaba ni a tres meses”, en medio de ese marco, él reconoce que pasaron tres ministros y tres secretarios por sobre él. “Voy a llegar al 10 de diciembre, vamos a rendir cuentas hacia adentro y hacia afuera, porque este mismo trabajo (balance numérico de gestión) se lo voy a hacer llegar a al Presidente, a Daniel Scioli, a la Fundación Dar, a los que han interactuado”, sin anticipar un trabajo futuro y reconociendo que con las elecciones “este escenario cambió abruptamente, donde yo tenía un plan A, un plan B y un plan C, con una continuidad de un proyecto de Gobierno que no fue, estamos recién acusando recibo de todo el impacto que ha tenido esta situación”.
Jorge Arturo Videla tuvo la oportunidad de ser un buen funcionario y esto se le fue de las manos, por el ímpetu político y por las relaciones conexas. Muchas veces escribimos en estos espacios sobre la falta de consideración sobre la gestión pública que tuvo él en estos años y no estuvo alejado de lo real el planteo, porque volviendo varias veces a la influencia estructural del pensamiento kirchnerista sobre el campo a partir de 2008, se dieron una y otra vez acciones que impidieron avances, evoluciones y soluciones para el sector. Las respuestas jamás fueron precisas e inmediatas. Las reuniones nunca apuntaron al consenso. Las ofertas de políticas o ayudas económicas nunca quedaron en lo general, sino para paliar temas particulares. El alejamiento de ciertas realidades, e incluso de dirigentes otrora ponderados, o viceversa, los más cuestionadores cooptados a última hora, demuestra la falta de efectividad de las políticas, la ausencia de una mirada general sobre la lechería. La crítica a ciertas figuras de poder en la lechería llegando luego de pedidos de disculpa por errores políticos estratégicos se dieron siempre bajo el ala maternal del gremialismo. Muchas diferencias que no lograron éxito en las múltiples ayudas libradas al azar, o entregadas para ser enrostradas ante la primera oportunidad.
“Voy a seguir en mi espacio político, en la política, pero no tengo resuelto lo personal”, aunque hayan circulado rumores de algún cargo cercano a alguna cooperativa de la zona de Villa María.
Al Subsecretario y al Gobierno Nacional en general le faltó el contacto con la realidad, un mayor recorrido por todas las cuencas, una mayor cantidad de horas escuchando a los distintos, a los que no estaban de acuerdo y si el próximo funcionario logra cumplir ínfimamente con esto, quizá consiga algún resultado diferencial en un sector complejo, pero memorioso.
La historia de estos seis años ya se escribió y muchos de los capítulos no se borran de la cabeza de quien la protagonizó. De lo vivido se debe aprender y hacia adelante hay que mejorar las acciones para modificar los resultados futuros, más aún desde los lugares de representación popular. De eso se trata, aunque no sea sencillo.
Elida Thiery
CASTELLANOS

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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