Industriales alertan sobre riesgo de un nuevo proceso de extranjerización de empresas

Temen que un dólar fuerte y un peso barato reproduzca el esquema de firmas argentinas con activos baratos que provoque compras por parte de multinacionales.
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Temen que un dólar fuerte y un peso barato reproduzca el esquema de firmas argentinas con activos baratos que provoque compras por parte de multinacionales.
Empresarios nacionales, que pugnaban por consolidar una burguesía local a fuerza de producción y comercio de exportación, se mantienen alerta ante un proceso económico que desande las pretensiones argentinas ante la llegada “descontrolada” de inversiones extranjeras que arrebate las banderas de las principales fábricas del país.
El combo de un dólar fuerte, por efecto de una eventual megadevaluación y una fuerte suba de tasas de interés internacional -resolución en manos de la FED-, y la necesidad de ingreso de moneda estadounidense puede ser una tentación para grandes inversores multinacionales que busquen retomar la senda de la década del ’90, cuando se desarrolló un boom de compra de empresas nacionales con activos muy baratos y “convenientes para los especuladores”, enfatizan algunos hombres de negocios.
Sin vaticinar un futuro negro, algunos empresarios abrieron el paraguas y señalaron que un proceso económico con bases similares al menemismo generará un nuevo retroceso histórico que ponga en jaque a la reindustrialización nacional, que ya atraviesa un clima tormentoso desde cuatro años a esta parte, sin crecimiento y ausencia de creación de empleo.
Sucede que la inversión internacional en empresas de grandes puntos de distribución es oro en polvo para firmas extranjeras, que sueñan con quedarse con redes independientes de llegada a multipuntos en todo el país para poder abastecer el mercado local pero con productos provenientes de la importación.
En el medio de un mundo con baja producción a partir de las crisis económicas de casi todos los bloques comerciales, la apertura de economías que hasta el momento mantuvieron una celosa restricción de sus fronteras a la invasión importadora será una meta para colocar las manufacturas que sobran del “mundo desarrollado”.
Existe en la actualidad la presencia de multinacionales en sectores estratégicos de la economía local: el grupo mexicano Bimbo, es uno de los líderes en la producción de pan lactal, que hace cuatro años se quedó con las acciones de Fargo y pasó a dominar el mercado de panificados. Otro caso para citar es el del grupo británico Unilever mantiene un fuerte control de los negocios de artículos de limpieza y tocador, y también de los alimentos a través de Hellman’s, como el más reconocido.
La cervecera belga AN InBev controla en Argentina las marcas Quilmes, Brahma y Stella Artois. Pero hace poco tiempo logró quedarse con su competidora mundial SABMiller, que tiene en su poder la producción nacional de Isenbeck y Miller. Otro caso de poder extranjero de marcas con viejo sello nacional.
Por este motivo, la alianza de la alimenticia Arcor con la láctea La Serenísima, confirmada la semana pasada, generó un fuerte respaldo de sectores industriales a la política de empresas argentinas que realizan acuerdos comerciales para mantener el sello nacional en productos masivos de primera necesidad. Sucede que el temor de la extranjerización fabril es una de las preocupaciones de hombres de negocios, que asistieron al avance de firmas multinacionales en el sector lechero.
La fusión de las firmas Arcor de Luis Pagani -que incluyó a su socio Bagley de la francesa Danone pero que la argentina controla la mayoría de acciones- con La Serenísima de la familia Mastellone le sirvió a la alimenticia para explorar un nuevo sector productivo. Si bien en la actualidad la compra fue del 25% de las acciones y los votos, el plan de acción prevé que el mayor fabricante de golosinas del país se quede en 2020 con la mítica empresa láctea.
La apuesta de Arcor se realizó aún cuando la rentabilidad de algunos sectores fue de cero por ciento durante el último período, según señalaron fuentes de la empresa. El ingreso al negocio lácteo genera desafíos con pronóstico reservado, debido a la crítica situación de otras empresas del sector de sello nacional, enclavadas en las deficitarias economías regionales.
“Han destrozado el sector lácteo. Por eso es necesario inyectarle dinero para volver a crecer”, analizó un empresario consultado. Esa movida motivó un fuerte respaldo de industriales de diversos sectores. Sucede que la compra de lácteas locales por parte de empresas extranjeras, producto de la crisis del negocio de la leche, alarmó a los empresarios que buscan consolidar una burguesía nacional.
“Me pone muy contento la decisión de Arcor de invertir en otra empresa nacional porque en Santa Fe he sufrido la pérdida de empresas nacionales con capital extranjero, que luego han despedido gente, a partir de la modernización que le permitió hacer ahora con mil personas lo que las otras empresas hacen con cinco mil. Se quedaron con el 20% del personal con los mismos costos de producción. Así se hacen competitivos”, enfatizó el presidente de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) y vicepresidente de la UIA, Guillermo Moretti.
Por casos: La canadiense Saputo en 2003 se quedó con la firma Molfino Hermanos, que en ese momento estaba controlada por el grupo de capitales argentinos Pérez Companc. La transacción incluyó las dos plantas de producción: una en Rafaela, Santa Fe; y otra en Tío Pujio, Córdoba. Desde allí comercializa las marcas La Paulina y Molfino. Desde ese momento, la cantidad de empleados se redujo drásticamente en esa firma. En tanto, el grupo francés Bongrain aprovechó en 2011 la crisis del sector, que generó deudas millonarias a la Asociación de Unión de Tamberos, y terminó de comprar casi la totalidad de las acciones de Milkaut.
Moretti destacó la importancia de tener en el país a los dueños de las empresas que toman las decisiones de sus firmas. “No es lo mismo dialogar con Arcor, cuyos dueños están en la Argentina y viven la realidad local, que querer hacerlo con otras empresas que tienen decisiones en países en donde ni siquiera saben lo que sucede acá”, enfatizó. Saputo era una de las pretendientes compradoras de La Serenísima.
La red de distribución de Arcor generó la reacción de supermercadistas
La asociación Arcor-La Serenísima generó una reacción entre el sector supermercadista, desde donde alertaron por la “monopolización” de la cadena productiva ante el avance de la firma de Pagani en el sector lácteo. El gran problema que divisan los empresarios de supermercados es que la alimenticia tiene la capacidad de romper con la comercialización única a través de los comercios de grandes dimensiones por su alta capacidad de llegada a medianos y pequeños negocios del país.
El gigante de las galletitas y chocolates cuenta en la actualidad con 30 plantas industriales en todo el país, lo que le permite evitar el incremento de costos de sus productos por el peso logístico. “Hay concesiones a las empresas para aumentar precios por encima de los acordados por el transporte. Pero Arcor no utilizó ese permiso porque tiene fábricas con capacidad de proveer sin necesidad de incrementar los costos”, admitió a BAE Negocios una fuente empresaria.
La alimenticia tiene llegada directa a 270 mil puntos del país -con un millón de visitas en el promedio mensual- a través de su red de más de 160 distribuidores oficiales, en donde negocian una gran cantidad de productos además de las golosinas. Junto a Bagley, produce conservas, dulce de batatas, marcas de primera línea y otras de acceso popular. Así, tiene la posibilidad de esquivar el poder de concentración de los supermercados, que La Serenísima tenía condicionado.
De hecho, este verano incursionó en los productos helados. Pero a contramano de las acusaciones, desde la firma aclararon que “Arcor tiene una diversidad que le genera centenares de competidores”. Entre ellos se enmarcan Frigor, en helados; Molinos, en productos alimenticios; productores y fabricantes regionales; e incluso con los supermercadistas que importan en el caso del atún -una materia prima que no se consigue en el país- “el único que le da valor agregado es Arcor en su planta de Mar del Plata”, aclararon desde la multinacional.
Por Ariel Maciel
http://www.diariobae.com

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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