Hay que prepararse para el día después de mañana

¿Qué vio el Presidente Macri desde el helicóptero el sábado sobrevolando una partecita del Dpto Castellanos?
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¿Qué vio el Presidente Macri desde el helicóptero el sábado sobrevolando una partecita del Dpto Castellanos?: la misma postal que se repite patéticamente en el resto de los Dptos – algunos más, otros menos- de la Provincia: un espectral mar que oculta bajo su superficie miles de has de soja que estaba en inigualables condiciones para ser cosechada y salvarle el año -pasado- a muchos productores.
También de maíz de segunda y hacienda que terminará muriendo por efecto del hambre y el agua, pero por sobre todas las cosas, las esperanzas de los productores que esperaban una linda cosecha de soja -el maíz también pinta con buenos precios- para encarar el año del ajuste de un gobierno al que votaron masivamente. Los ganaderos se ilusionaban con los buenos precios de la hacienda que pastaba en esos campos, hoy convertidos en inmensos bañados.
Los tamberos que pugnaban por un par de centavos más para no terminar de fundirse recibieron el sablazo definitivo. Ya nadie piensa en los centavos por los que pugnaban antes del fatídico 1º de abril en que el cielo se les vino encima: con la escasez de leche que habrá el precio se duplicará, pero será sólo un espejismo, porque esa leche no podrán producirla. No habrá alfalfas ni reservas para el crudo invierno que se avecina.
En medio de la desesperanza (un sentimiento más humillante moralmente que la desesperación) los productores musitan mecánicamente la necesidad de una “inmediata ayuda” de los gobiernos. Si alguien les preguntara de un saque para qué, lo más probable es que no sepan responderle.
El Gobernador santafesino Miguel Lifschitz hizo notar que en la Provincia el problema no son los evacuados; acá no se necesitan ni frazadas, ni colchones ni leche en polvo. El daño es económicamente residual. A futuro.
Poco y nada pueden hacer ahora los gobiernos, más allá de asistir puntualmente casos de personas aisladas. Hoy “repartir plata” no tiene sentido; tampoco, reiteramos, sabrían qué hacer con ella los damnificados que se cuentan por miles diseminados en millones de hectáreas con distintas producciones afectadas. Nadie se salvó del tsunami, como bien graficara el Ministro Contigiani.
Esta no es una catástrofe natural como un tornado o un terremoto que se concentra en un radio accesible y relativamente fácil de cuantificar; pero en el “mientras tanto” hay que ir preparando el terreno (valga paradoja gramatical) para la ayuda que vendrá: preparar los certificados de emergencia.
Cuando deje de llover y el agua lentamente escurra, será el momento de actuar con celeridad por parte del Estado (provincial y nacional).
Rápidamente los técnicos del Ministerio de la Producción de Santa Fe deberán evaluar las pérdidas económicas de los productores (hoy mensuradas a ojo de pájaro en unos 30 mil millones de pesos genéricos) sobre la base informes propios y de las entidades del sector, y lo que necesitan para volver a empezar. Tarea ímproba de los funcionarios que exigirá de una burocracia (que no es otra cosa que el papeleo oficial) expeditiva y no mortificante para los damnificados.
En resumen: mientras el agua siga cubriendo los campos -y siga lloviendo- sólo les cabe a los funcionarios políticos acompañar en el sentimiento de desasosiego a los afectados, y asegurarles que no estarán desamparados cuando todo pase. Pero, ¡ojo!, miren que les van a tomar la palabra.
Darío H. Schueri
http://diariolaopinion.com.ar

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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