Errores, temores, presiones y soledades en la crisis de SanCor

Por Elida Thiery - Hagan de cuenta que nadan en una cisterna de leche, en ese mar de especulaciones e indefiniciones, sin luces, sin claridad alguna. La sensación de estar hundiéndose allí dentro sin que nadie hable claramente y sobre todo con muy pocos escuchando es lo que sucede hoy por hoy con SanCor.
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Por Elida Thiery – Hagan de cuenta que nadan en una cisterna de leche, en ese mar de especulaciones e indefiniciones, sin luces, sin claridad alguna. La sensación de estar hundiéndose allí dentro sin que nadie hable claramente y sobre todo con muy pocos escuchando es lo que sucede hoy por hoy con SanCor.
La mayor cooperativa y láctea argentina, con casi cinco mil empleados directos, dispersos en todo el país, con unos 20 mil en forma indirecta, está hoy en situación de crisis muy profunda.
Ayer publicábamos las cifras, la desvalorización de la cooperativa que viene a concluir lo que en un círculo muy cerrado fue evolucionando de un negocio a otro precio, a un negocio para pocos, directamente a un negocio donde sus principales jugadores se desdibujan.
Para analizar lo que sucede hoy se debe ir para atrás. Quienes hoy seguramente se horrorizan y hasta hace unos meses estaban en el poder nunca hicieron mucho por el seguimiento del fideicomiso que la gestión Kirchner había conseguido por cercanías, allá en 2006 con el gobierno venezolano. Los pedidos abundaban en los últimos años y los incumplimientos en los pagos eran más habituales que los dineros que llegaban a tiempo para cubrir los compromisos.
La semana anterior, con cheques rebotados, se dio un caso una vez más incómodo, pero a eso se le añadió la actualización del balance ante la Comisión Nacional de Valores, que puso en alerta a la cooperativa y del color azul y celeste de su logo, todo se tornó rojo. Hoy el pasivo en un año se incrementó 60 por ciento, llegando a $3.051 MM, con una deuda financiera de $4.000 MM, lo que da un patrimonio neto negativo de algo más de $280 MM, lo que achica las alternativas para todos los costados.
Mientras se cuestionan los últimos negocios, el modo de operar en los mercados y las posibilidades de cambio en los resultados operativos para generar mayores ingresos y menores costos de operación y financieros, avanzan las ideas de venta de alguna de su línea de frescos, como podrían ser los yogures a oferentes ávidos de mercado argentino y para su expansión regional en el rubro, como podría ser Coca Cola, según las derivaciones de negociaciones negadas el año anterior.
Todo tiene que ver con el sostenimiento de un modelo de negocios, que en los últimos meses, mientras la crisis lechera avanzaba, mucho antes de las inundaciones de la cuenca lechera central, insistía en sostener el valor alto de la materia prima, a diferencia del resto de las empresas, para conservar el concepto cooperativo y no debilitarse en la producción.
Ayer se conoció un escrito de SanCor a sus productores donde se destaca “somos conscientes de la necesidad de reformular algunas de nuestras operaciones para revertir la actual tendencia, potenciar oportunidades y mejorar la rentabilidad del negocio”, para lo cual se dicen activos. “Desarrollamos distintas gestiones, analizamos alternativas y trazamos estrategias variadas que nos permitan adaptarnos al actual escenario, en plazos apropiados y procurando en todo momento llevar tranquilidad a todas las personas que participan de alguna manera en nuestra actividad”. A esto añaden la situación circundante del derrumbe de precios, “durante el último año, el mercado internacional de productos lácteos tuvo una abrupta caída en el volumen y los precios. Paralelamente, nuestros principales clientes suspendieron durante un período de cuatro meses la firma de nuevos contratos. En ese contexto, también la corriente de pagos por la mercadería exportada se vio afectada. Ello generó un fuerte impacto en el flujo y resultado financiero del negocio, lo que derivó en efectos negativos de diverso tipo para la actividad que llevamos adelante”.
Se vuelven a dos variables fundamentales, la administración interna y el caso Venezuela, que no fue acompañado por el Gobierno anterior, pero tampoco por este.
Mutismo
No hay buenos presagios cuando el hermetismo es tanto. Ayer fue un día particularmente cerrado en cuanto a trascendidos.
Habría parecido que alguien cercano al Presidente de la Nación podría haber demostrado el interés de abrir una puerta a los más altos directivos de la Cooperativa, pero aún no están dadas las condiciones como para que el propio Macri haga de cuenta como el que el tema lo preocupa tanto para situarlo en su agenda.
La Nación brinda un silencio preocupante, que ni siquiera se condice con el discurso que hace un mes tenía el Ministro de Agroindustria cuando hablaba de salvar a la lechería con préstamos a través de las cooperativas, en uno de los tantos intentos por hacer de cuenta que la urgencia lechera era como para forzar políticas simples.
El costo político de resignar a una empresa del tamaño y la importancia de SanCor no puede recaer tan fácil en algunos nombres, sin embargo a nivel nacional la falta de reacción es visible y sabida, pero también de la provincia de Córdoba que desde su minúscula Dirección de Lechería no ha movido un ápice de su interés en el tema. Por su parte, Santa Fe hace lo que tiene a la mano, acompañar, tratar de gestionar encuentros, pero no puede asistir en lo más mínimo a la firma, que estaría necesitando de manera ágil unos 300 millones de dólares en total, para sacar la cabeza por arriba de la línea de flotación de ese tanque oscuro al que aludíamos, entre la deuda de los agobiados venezolanos, lo que podrían conseguir con la venta de un segmento de producción, como se hiciera hace años con Mead Johnson, por ejemplo, con las leches maternizadas.
Es así que es imposible escindir a toda esta situación de la desatención de la crisis lechera que sigue en el limbo de las ideas sueltas que no se logran hilar en una política concreta que pueda entender la urgencia de tamberos y de empresas, porque no es SanCor la única cooperativa en peligro, no es a la que solamente le rebotan los cheques, sino que este mismo nivel de caos, aunque en escala se está “popularizando” en el sector y parece que no hay reacción acorde.
El condimento final de este ahogo es el silencio de muchos, el temor de hablar. No es lo mismo que sucedía hasta diciembre pasado, donde el látigo podía dejar marcas fuertes, sino que se trata de una actitud tímida por las dudas, para no herir suceptibilidades, por el pavor de señalar errores groseros de manera tan temprana, pero que ya cuestan demasiado caro y que nada tienen que ver como miradas macroeconómicas, o de política genérica, sino de desorientación localizada, enfocada, bien delimitada. Esa actitud apocada se ve desde el interior del Ministerio y en no pocas secretarías, hasta en muchos dirigentes del sector agropecuario, lamentablemente, que sumado al hartazgo de los productores queda bajo un lienzo que hace menos fuerte la imagen y los resultados finales en un plazo cada vez más corto.
Elida Thiery
Castellanos

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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