El desastre climático dejó en evidencia que la Argentina es un no-país

La mayor parte de las energías se destinan a buscar culpables.
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La mayor parte de las energías se destinan a buscar culpables.
Uno. “La responsabilidad de la prevención sobre el incendio de La Pampa era de la provincia”, asegura el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable Sergio Bergman. “Además, la provincia de La Pampa ya tiene antecedentes en términos de superficies que se fueron quemando”, añade quien tiene a su cargo la gestión del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, el cual, al tratarse de un organismo con alcance nacional, abarca a todas las provincias argentinas, incluso –aunque parezca mentira– también a la Pampa.
Dos. “Córdoba nos tira el agua y nosotros no tenemos capacidad para evacuarla”, sostiene el gobernador de Santa Fe Miguel Lifschitz, quien, con notable valentía, no tiene reparos en mostrar que sus conocimientos científicos corresponden a un orden pre-newtoniano.
Tres. En las redes sociales una legión de analfabetos intelectuales asegura que el cultivo de soja tiene una relación directa con las inundaciones. La evidencia de tales afirmaciones es un artículo redactado por dos técnicos del INTA Marcos Juárez que carecen de conocimientos hidrológicos básicos. Muchos defensores del sistema agrícola vigente se muestran tan fanáticos como sus detractores. Pero en los hechos nadie está realizando un seguimiento sistemático de la dinámica de flujos de aguas subterráneas.
Todas son evidencias de que el principal problema argentino no es la falta de recursos económicos, sino la imposibilidad de gestionarlos ante la ausencia de la confianza necesaria para trabajar en equipo. El principal síntoma de esa enfermedad reside en el hecho de que, frente a un conflicto, la primera reacción no consiste en evaluar las causas para intentar buscar soluciones, sino en encontrar al culpable del evento.
Esa es la razón por la cual un no-país como la Argentina es el paraíso de los abogados –entrenados para detectar y/o fabricar culpables– y de aquellos que, sin serlo, se comportan como tales para intentar sobrevivir en el ámbito público.
El auténtico desastre climático argentino no es el desastre en sí mismo sino la circunstancia de un área habitada por clanes que defienden su propio territorio y sólo deciden colaborar entre sí cuando los intereses temporarios de ambos coinciden provisionalmente.
Si no existen líderes capaces de aglutinar a todos los dirigentes con poder de decisión detrás una meta común, quizás lo más conveniente para este no-país sea el desmembramiento en diferentes territorios capaces de autogestionarse sin caer en tentaciones caníbales.
Uruguay, a pesar de su pequeña extensión y escasa población, es un ejemplo de nación viable gracias a una dirigencia que sabe que nunca es provechoso pelearse cuando se trata de cuestiones estratégicas. Así es como lograron, en unos pocos años, diversificar su matriz agroexportadora y ser líderes en generación de energías limpias.
Un no-país, en cambio, sin importar cuán extenso sea, es la nada misma frente a las contingencias de las circunstancias. Aunque sus habitantes puedan dormir tranquilos luego de encontrar a los culpables.
Ezequiel Tambornini
http://www.valorsoja.com/2017/01/21/el-desastre-climatico-dejo-en-evidencia-que-la-argentina-es-un-no-pais/#.WIchvxvhDIU

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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