El crecimiento de la producción de leche en la Argentina es poco alentador

Share on twitter
Share on facebook
Share on linkedin
Share on whatsapp
Share on email

El aumento de la demanda mundial de alimentos, producto de la mejora de los ingresos, crecimiento de la población y cambios de hábito en el consumo impactó positivamente en la producción mundial de leche entre 1999 y 2014 que creció al 30%, y en particular en nuestros vecinos, Uruguay y Brasil, que lo hicieron en un 70 y 66% respectivamente.
Sin embargo si comparamos este crecimiento con el de Argentina el resultado es poco alentador para nuestro país. A pesar de su gran potencial, la producción nacional de leche creció solo 7,6% en estos 15 años.
La pregunta automática que surge es ¿por qué? ¿Por qué con condiciones mundiales tan favorables para la producción lechera solo haya crecido a esa tasa?
Haciendo un poco de historia la lechería argentina creció a tasas significativas entre 1991 y 1998, es decir a un 7,2 % promedio anual, a precios de la leche bajo, alcanzando el récord histórico de producción para esa década de 10.329 millones de litros.
Sin embargo, la crisis del sector, agravada en 2001-2002, provocó sucesivas caídas en los volúmenes de leche producidos, que en 2003 llevaron la producción a 7.951 millones de litros.
El proceso de recuperación económica repercutió favorablemente en la actividad lechera, al punto que en 2006 la producción volvió a superar la marca de los 10.000 millones de litros. Sin embargo entre 2006 y 2010 los niveles de leche se mantuvieron estancados en estos niveles, volviendo a crecer superando los 11.000 millones hasta 2012 producto principalmente de las mejoras climáticas que impactaron positivamente en los niveles de producción.
No obstante, hoy los niveles producidos rondan los 10.900 millones de litros manteniendo la tendencia a la baja que comenzó a experimentar del pico alcanzado en 2012.
La política lechera implementada a partir de 2007 es la respuesta a este interrogante, que se agravó con la sequía a finales de 2009 y con la caída del precio internacional de la leche en la actualidad.
A pesar del proceso de recuperación que se dio en la actividad hasta 2006, en 2007 el gobierno decidió intervenir los mercados lácteos con el objetivo de «cuidar la mesa de los argentinos» e implementar los ROEL (sistema de control de exportaciones), el sistema de retenciones móviles que le quitó capacidad de pago a la exportación, subsidios cruzados y control de los precios mayoristas a salida de planta así como en tranquera.
En lugar de buscar mecanismos de promoción del sector se le puso un techo a la producción, al exportador y luego a la industria generándose conflictos hacia el interior de la cadena y transferencias de recursos desde el productor a la industria que acentuaron las distorsiones que hoy existen en la comercialización que han perjudicado principalmente al productor y al consumidor, dado que el precio en la góndola no descendió.
A esto se le suma una asimetría estructural en el sector industrial dado que solo el 54% de la leche se entrega a 16 usinas en condiciones de ofrecer sus productos tanto en el mercado interno como en el externo, y el 46% restante se procesa en más de 700 empresas con escasa posibilidad de participar del negocio de la exportación.
Esta situación impulsa a buena parte de las industrias hacia procesos estacionales de sobre oferta de productos lácteos.
El productor con estos precios a la baja no puede cubrir los costos de producción, lo que le genera que por cada $100 que le cuesta producir y recibe $80, pierda $20.
Hoy hay 5.500 productores menos en el sector lechero que en 2001 y podrían salir de la actividad aún muchos más, si se mantiene la actual situación de precios que no alcanzan para cubrir los costos de producción y el alto endeudamiento.
Esto lo lleva a descapitalizarse para poder seguir en la actividad antes de llegar a la resolución de vender el tambo e irse.
La lechería argentina cuenta con demanda interna y externa sostenida, con dotación de recursos naturales, con productores con conocimientos y aptitudes para producir eficientemente, y con tecnología adaptada a las exigencias de la demanda.
El desafío pendiente para el próximo gobierno es el de recrear las condiciones para una lechería competitiva para abastecer a la Argentina y al mundo y que con otra política genere inversión, empleo, arraigo, crecimiento y desarrollo.
por Nieves Pascuzzi
(*)Asesora Económica de CONINAGRO.
http://diariolaopinion.com.ar

Mirá También

Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

Te puede interesar

Notas
Relacionadas