Atrapados sin salida

El agronegocio lácteo es una víctima más del descontrol de la macroeconomía argentina, como el resto de las economías regionales.
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Pero la cadena lechera tiene características específicas que complejizan el análisis, con especial énfasis – y dentro de la vinculación entre sus distintos eslabones – en la relación entre el primario y el industrial. Y tiene, además, una larga historia que da cuenta de la falta de políticas sectoriales acertadas que se arrastran desde hace muchos, demasiados años, y que no podemos detenernos a detallar en estas líneas.
Me retrotraigo al año 2015, cuando una conjunción de factores nos encontró a los tamberos con una baja de precios de la leche cruda del orden del 30% nominal, un mercado externo estrangulado y el fin de ciclo de la larga gestión de la anterior administración. Y allí aparece la imagen del presidente Mauricio Macri hablándonos a los tamberos desde Venado Tuerto, anunciándonos que ya no volveríamos a estar solos. Y aparece también la imagen una improvisada asamblea de más de 100 productores en la Sociedad Rural de Brandsen, apenas un mes y medio más tarde, donde acudimos a escuchar al entonces Subsecretario de Lechería, Alejandro Sammartino a explicarle nuestra situación de quebranto agudizada por la devaluación y abrupta suba de nuestros principales costos, una vez adoptadas las primeras medidas del actual gobierno para comenzar a ordenar las variables macroeconómicas heredadas de la gestión kirchnerista.
Dos años y medio después, con nuestras esperanzas y expectativas hechas añicos, un puñado de variables describen fríamente lo que para la enorme mayoría de los empresarios tamberos, se traduce en desconcierto y desesperación: una brecha entre nuestros costos e ingresos que sigue incrementándose (en mayo, el punto de equilibrio requería 9$/litro -0.30 de u$s/lt- para alcanzar la disparada de insumos, mientras el precio percibido fue en promedio de $6,20 – Informe INTA-IAPUCO de mayo 2018); una producción que en dos años cayó en torno del 17% en relación a la del 2015 (a la falta de rentabilidad se sumaron severas inclemencias climáticas que agudizaron dicha caída histórica); exportaciones que en volumen disminuyeron un 25% en 2017 versus 2016, y tasas de interés que no nos permiten un mínimo financiamiento para sostener el capital de trabajo diario, con cadenas de pago literalmente paralizadas.
Hacia fines del año pasado, se conformó la denominada Mesa de Competitividad Lechera (MCL), que aglutinó a todos los actores de la cadena para trabajar sobre tres ejes principales: Mercados; Competitividad y Transparencia. A dos de esa casi decena de reuniones acudió Macri. Pero el trabajo enfocado en el mediano y largo plazo sucumbió a la mega devaluación que se precipitó con más fuerza de abril en adelante.
El jueves fue suspendida una nueva reunión con el Presidente, a la que se nos había convocado de modo intempestivo. Evidencia la improvisación e impotencia de parte de un Ministerio de Agroindustria que no sabe qué hacer frente a esta crisis. Tal vez – no lo sabemos – haya influido la noticia de que Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) tiene agendado un encuentro para el jueves 12, en Rosario, para que sus confederadas lecheras, dirigencia intermedia y representaciones tamberas de las sociedades rurales de base, definan cómo seguir frente a esta sangría que enfrentamos los productores tamberos.
Estado e industria, los otros dos eslabones fundamentales de la cadena, son en estas horas, frente al panorama terminal, los que deben afrontar la responsabilidad que les cabe para sacar a los tamberos de la sala de terapia intensiva de la que no se pueden mover. Lo nuestro es “sólo por hoy”, muchos tamberos no llegan a pasar el invierno con sus reservas de silo y forraje, y no pueden afrontar la compra de concentrados para suplementar sus vacas.
Sin embargo, esos dos actores no saben, no quieren o no pueden hacerse cargo. El uno, con su asfixiante carga impositiva y la incapacidad del funcionariado de no haber generado un plan al asumir, que contemplara la crisis profunda con la que “encontró” al sector. El otro, con argumentos vacilantes que intentan justificar los motivos por los que no van a recomponer el precio de la materia prima con la celeridad que requiere la necesidad del tambero para poder sobrevivir en el negocio. Ambos actores suelen justificar su pasividad en la “fragmentación” de la representación que arrastra el sector primario. Podría ser una razón atendible en un contexto diferente.
Los tamberos estamos presos de una coyuntura que es estructural, valga la paradoja. Somos entregadores de un producto perecedero, tomadores de precio y de costos que no podemos trasladar, enfrentamos la posición dominante de una industria que nos impone precio y plazos, y nos analiza la composición de la leche que entregamos sin que podamos constatar la veracidad de esos análisis. Porque el gobierno nunca accedió a hacer cumplir leyes vigentes ni a tomar medidas para garantizar que exista equidad en esta “relación entre privados”, tal como lo estipula el art 99, inc. 2 de la Constitución Nacional.
Hoy los tamberos estamos atrapados sin salida.
Autor: Andrea Passerini, Coordinadora de Lechería de Carbap
Fuente: BAE Negocios
Link: https://www.baenegocios.com/suplementos/Atrapados-sin-salida-20180708-0042.html

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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