#Argentina: Tambo vs Soja: La eterna pregunta

Share on twitter
Share on facebook
Share on linkedin
Share on whatsapp
Share on email

A la hora de defender el hecho de que alguien siga en la actividad tambera, aparece el eterno conflicto que lo enfrenta con la leguminosa y con un probable arrendamiento por la tierra. Pero, ¿qué consideraciones hay que tener para realizar la comparación y llegar a una conclusión válida?
La forma del análisis aparentemente no presenta grandes dificultades ni secretos. Se trata simplemente de comparar los márgenes brutos esperados de dichas actividades, y en base a ese número puntual, de tantos pesos o dólares por hectárea, llegar a la conclusión correspondiente. Pero creo que hay que hacer varias aclaraciones en este sentido, y por varios motivos, los cuales analizaremos a lo largo de este artículo.
Versus la agricultura
Para comenzar, quiero citar un argumento de los agricultores: ante una eventual igualdad de márgenes brutos entre ambas actividades (tambo y soja), hay que tener en cuenta que el capital inmovilizado en el caso del tambo es mucho mayor, y eso lleva además a que la rentabilidad resultante, a iguales margenes brutos, sea francamente menor en el caso del tambo. No me detengo en el capital tierra inmovilizado porque ambas actividades lo hacen, y la comparación hace referencia al resultado que se obtiene por hectárea en cada una de ellas.
Ahora bien, sigamos analizando otros factores, primero considerando la agricultura.
– Toda generalización es mala. Para empezar, no corresponde analizar en la comparación la actividad «tambo» sino, en todo caso, «mi» tambo, éste en particular, con su sistema de producción y sus resultados particulares. Y para ello hay que contar con los números propios, algo que a veces no abunda.
– A la hora de analizar el tambo, que no es un negocio puntual, de una campaña, sino de largo plazo, hay que ver entonces los números en el mediano y largo plazo. Y lo mismo para la agricultura.
Le propongo entonces un interesante ejercicio: calcular el margen promedio que se ha obtenido en su tambo en los últimos diez años. Y de la misma manera, el margen obtenido en su agricultura de cosecha en ese período. Al hablar de agricultura de cosecha, en ese lapso de tiempo aparecerán varios cultivos: no solamente soja sino otros, tales como maíz, girasol, sorgo o trigo. Ese margen bruto obtenido es el que refleja un sistema sustentable en el tiempo, donde aparecen otros cultivos, constituyendo una rotación que es la que asegura que ese sistema agrícola puede replicarse una y otra vez en el tiempo. Si nos dedicamos a calcular el margen bruto promedio solamente de la soja, para luego compararlo con el tambo, estamos abordando solamente una parte del sistema agrícola. Es decir, estamos considerando el cultivo de mayor margen bruto, pero que no se puede replicar indefinidamente en el tiempo, siguiendo una rotación de soja sobre soja una y otra vez. Y al hacer esos números, le puedo asegurar que más de un lector se llevará una gran sorpresa al conocer los resultados obtenidos, cuando lo esperable era una clara ventaja de los márgenes brutos de la agricultura sobre el tambo. Porque el hecho de tomar ese período de tiempo de diez años nos permite de alguna manera cuantificar los riesgos, especialmente climáticos, pero también de volatilidad de mercados que afronta la agricultura.
Es decir que el tambo se debe analizar partiendo de la premisa de que se no trata de un negocio de corto plazo. Salvando las distancias, y como me comentaba tiempo tras un agente de Bolsa que también había incursionado en el sector agropecuario, no se puede analizar el desempeño que ha tenido la inversión de un cliente en la Bolsa en base al que ha pasado en el último año, o en los últimos dos o tres. El período de análisis debe ser mayor para tener un panorama completo.
– Otro tema, y no menor, es que dentro del margen bruto se suele asignar, para calcular el costo de oportunidad del capital inmovilizado en una y otra actividad, un período de solamente seis meses para la agricultura, mientras que se asigna un año completo para el caso del tambo. Ya en otro artículo hemos realizado un detallado análisis sobre esto, llegado a la conclusión de que, en base a cómo se está llevando el negocio de la agricultura, con compras anticipadas de insumos en el inicio del negocio y la venta diferida de granos en la otra punta, lo más adecuado es asignar a la agricultura un período de doce meses como inmovilización del capital invertido, tal como en el tambo.
– La cosa no termina aquí, ya que todavía quedan otros temas importantes a tener en cuenta. Respecto a esto quiero referirme a la capitalización que se va dando anualmente en el caso del tambo, por la evolución del capital hacienda. Esta evolución está referida a dos aspectos.
Por un lado, el crecimiento en cabezas que se va dando por crecimiento vegetativo. En aquellos tambos que han conseguido reducir la mortandad, especialmente en crianza pero también en recría y tambo, esto se ve reflejado en una diferencia de inventario de hacienda (inventario final – inventario inicial) positiva. Estará luego en la estrategia de cada empresa ver cómo canalizar dicho crecimiento: seguir creciendo, en mayor o menor medida, y destinar el excedente a ventas.
Pero además está el otro componente, el valor de la hacienda de leche, que ha venido teniendo un crecimiento sostenido a través de los años. Es decir que el efecto, tanto por el crecimiento de cabezas como por el valor de las mismas, es la capitalización en hacienda, que no es un tema menor. Recordemos que dentro del activo de las empresas, luego de la tierra, sigue la hacienda como ítem de mayor peso.
– El hecho de generar un flujo constante de ingresos, hace que el tambo le brinde a la empresa un oxígeno financiero que, en muchos casos, no lo tiene cuando se habla de agricultura.
– Por supuesto que quedan fuera de esta discusión de tambo versus soja o arrendamiento aquellas empresas tamberas que se desarrollan en suelos de baja potencialidad agrícola, porque en esos casos, el costo de oportunidad, vía los rendimientos que se podrían obtenerse en cultivos de cosecha, se reduce considerablemente.
– Finalmente quiero hacer referencia a que, en la situación actual de precios deprimidos en el caso del maíz, la posibilidad que brinda el tambo de convertirlo en leche, pero además en carne, hace que ese maíz, que a la hora de venderlo habría encontrado un mercado intervenido, deprimiendo severamente su margen bruto, tiene la alternativa de ser convertido, con lo cual se mejora notablemente el negocio.
Por Ing. Agr. Félix Fares
Fuente: Infortambo

Mirá También

Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

Te puede interesar

Notas
Relacionadas