En medio de protestas de sus colegas contra el gobierno, el tambero Miguel Rucci sostuvo que la solución para la actividad pasa porque el Estado se meta en la cadena de comercialización y evite que los grandes supermercados se lleven “la parte del león”, en desmedro del sector primario e industrial y los consumidores.
Rucci -que sostiene con sus dos hijos y tres empleados un tambo y una fábrica de quesos en la zona rural de Ricardone, a pocos kilómetros de Rosario- apeló a personalizar la cuestión a través del demonizado secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a quien avizora más bien como ángel de la guarda: “Todos hablan de Moreno, pero lo que hace falta es que Moreno se meta más y le achique las ganancias a los grandes supermercados para repartirla entre tamberos e industria”, pidió, aunque admitió que “eso es muy difícil por los grandes intereses que hay en juego”.
El tambero recordó que el precio internacional de la leche en polvo, que es el que determina lo que las industrias pagan a los tamberos en la Argentina, bajó de casi 5000 a 2400 dólares la tonelada, por lo que “las usinas no están en condiciones de pagar más que los 1.40 o 1.50 pesos por litro que están pagando ahora”.
Con esos números -que son inferiores incluso a los 1.60 pesos por litro que los productores recibían el año pasado, con costos fijos bastante más bajos que los de estos días- Rucci coincidió en que la situación de su sector es complicada, pero consideró que “los nuevos subsidios que seguramente el gobierno va a dar no son la solución porque los terminamos pagando todos”.
“Dentro de la cadena el tambero y la industria somos los más perjudicados y la parte del león se la están llevando los grandes supermercados y los negocios, que tienen un margen de ganancia de alrededor del 100 por ciento respecto del precio al que compran los productos”, insistió, entrevistado este martes en el programa “Aire Público” de Radio Nacional Rosario.
A modo de ejemplo, señaló que “un queso barra, un queso duro, que se vende entre 23 y 26 pesos el kilo en la fábrica, termina costando 60 pesos el kilo para el consumo”. Otra buena referencia es comparar el peso con cincuenta por litro de leche que recibe el tambero con los no menos de 5 pesos que cuesta el sachet con la misma cantidad de leche en las góndolas. Y esto sucede pese a que por la caída de los precios internacionales la oferta de leche en el mercado interno aumentó. Se entiende que a mayor oferta, menor precio; pero esta lógica se aplica sólo desde los grandes comercializadores hacia industriales y productores. Y los consumidores, bien gracias.
Rucci también delineó la diferencia entre los tamberos que alquilan los campos en los que trabajan y los que son propietarios. “Los que alquilan lo hacen a los precios marcados por la soja y no pueden tener rentabilidad”, marcó, para hilar luego con que “si la soja no tuviera retenciones (a las exportaciones) sería una locura” que llevaría a que “todo quede en manos de los grandes pool que trabajan grandes extensiones de tierra, habría monocultivo y un litro de leche podría llegar a valer 20 pesos, por decir una cifra”.
El análisis y el pedido de intervención en la cadena de comercialización expresados por Rucci surgieron en medio de una protesta de tamberos impulsada por entidades ruralistas iniciada esta semana y que ya llegó a rebotar en Clarín y compañía hasta con foto de leche tirada y todo.
El epicentro de los reclamos es la cuenca lechera santafesina, en la zona de Rafaela, donde dos decenas de plantas industriales permanecían bloqueadas.
Fuente: http://www.redaccionrosario.com