Argentina: Miles de #salamandras

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En un artículo publicado en el diario La Nación del 19 de noviembre, el economista y expresidente del Banco Central Javier González Fraga narra la peripecia de su empresa agroindustrial «La Salamandra”, así bautizada porque, suponía, sobreviviría «en el fuego, o sea, en el infierno”, tal como una secta italiana de la posguerra retratada en una novela de Morris West. Nunca se probó en el Averno, pero «La Salamandra” no pudo sobrevivir a las políticas económicas.
La nota de González Fraga se titula «El mensaje de La Salamandra” y explica las razones por las cuales esta pyme fracasó en un país donde «las actividades agroindustriales deberían ser de las más rentables y dinámicas en un mundo demandante de alimentos finos, considerando las ventajas que tiene nuestro país en esos rubros”.
«La Salamandra” producía lácteos y llegó a tener antes de su debacle un posicionamiento internacional de privilegio, sobre todo por su dulce de leche. Que una firma argentina dedicada al ultracriollo rubro del dulce de leche haya caído debe indicar algo grave. Sería oprobioso descubrir que los nichos dulcelecheros internacionales que proveía fueron cubiertos por alguna empresa croata, pero es probable.
«La Argentina de 50 o 70 años atrás –recuerda GF- vio crecer fortunas de la mano de los fundadores de Havanna, de Arcor, de Mastellone, de Molinos, de Terrabusi y de tantos otros nombres ligados a las actividades agroindustriales que combinaban las materias primas que proveía nuestra tierra con las técnicas y el espíritu emprendedor de esos inmigrantes. Pero en los últimos 40 años, las nuevas fortunas están asociadas a la especulación financiera, a la soja, a las actividades reguladas como la minería, el petróleo, los servicios públicos privatizados o el juego. O directamente a los proveedores del Estado”. Considérese este último rubro para el caso de Catamarca y su acotada circunstancia económica, que contrasta con la fabulosa prosperidad, lícita en algunos casos, menos justificable en otros, alcanzada por quienes lo practican, integrantes del más privilegiado eslabón de la cadena de la Estado-dependencia provinciana que se inicia en el subsidio e incluye el empleo público y el funcionariato.
Razones de la debacle
Resumió GF las causas de la decadencia de las pymes agroindustriales:
– Atraso cambiario del 30%: «En más de la mitad de los últimos 40 años la Argentina tuvo una moneda fuertemente apreciada que atentó contra la rentabilidad de la exportación de estas actividades”, apreciación que a criterio del economista obedeció a «la decisión consciente de los políticos que procuran conseguir apoyos fáciles, permitiendo que salarios industriales mediocres puedan comprar celulares, plasmas, motos, viajes y autos, todos productos importados. Obviamente, con el tiempo, cae el empleo y se deterioran las cuentas fiscales y externas, y consecuentemente desaparece esa burbuja artificial; pero mientras tanto se ganan elecciones y se acumula poder político”.
– Presión tributaria superior al 44%, que «duplica la prevaleciente en la Europa mediterránea y es entre 10 y 15 puntos más alta que la que sufren las pymes de la región”. Es importante lo que GF consigna a continuación para comprender quiénes se benefician con semejante política impositiva: «En todo el mundo desarrollado hay ventajas impositivas para las empresas pequeñas, no porque sean más débiles, sino porque no tienen ni los recursos ni la tecnología de las grandes empresas para eludir legalmente impuestos”.
– Rigidez sindical. «Lo que es lógico que un sindicato exija a una empresa grande hace inviable a una empresa pequeña, donde es imprescindible cierta flexibilidad en la asignación de tareas y horarios. Nuestras normativas sindicales prohíben esta flexibilidad y encarecen los costos laborales hasta lo insoportable”.
– Exceso de regulaciones del SENASA y otros organismos de control. «Al igual que las exigencias sindicales, son normas pensadas para las empresas más grandes; al imponerlas a las pequeñas, las sacan del negocio. Incluso, en materia financiera no hay distinción en los requisitos para el otorgamiento de un crédito de cientos de millones de pesos con otro mil veces más chico”.
Obstáculos estructurales
GF recuerda que las pymes agroindustriales «podrían crear millones de puestos de trabajo legales y bien pagos, y también generar exportaciones e impuestos para una Argentina productiva”.
Casos como el de La Salamandra se cuentan por miles en el país.
La situación es todavía más grave para las economías regionales y provincias como Catamarca, donde al retraso cambiario, la presión tributaria y la rigidez sindical y regulatoria se suman las enormes distancias que deben cubrirse para llevar los productos hasta los puntos de exportación, que tornan los costos productivos aún más gravosos por la incidencia en ellos del flete.
Si emprendimientos como La Salamandra, que llegaron a tener una instalación significativa en el mercado internacional, sucumbieron a un sistema asfixiante, piénsese en los miles que tuvieron que abortar sin recorrer siquiera una ínfima fracción de ese camino, sepultados por una mecánica cuya revisión se posterga sin plazos. Acá también cayeron proyectos agrícolas y agroindustriales de un gran potencial como los olivícolas sin que el poder político hiciera nada por evitarlo.
Revelan la indiferencia, o la ignorancia, hechos como el de quienes pierden los beneficios de los planes de asistencia al desempleo cuando se incorporan al trabajo temporario en las cosechas, lo que se traduce en dificultades de los productores para obtener mano de obra en las temporadas críticas por el temor de los trabajadores a quedarse sin el beneficio. Este inconveniente podría resolverse fácilmente con sólo no darles de baja a los cosecheros en los programas sociales aunque trabajen temporariamente en las cosechas, pero los avances en tal sentido permanecen en el terreno de las promesas desde hace años.
De este modo, continúa arraigándose un Estado-centrismo que desalienta el espíritu emprendedor y destruye la cultura del trabajo, con el agravante de la dependencia que el sector público tiene de la renta proveniente de la minería, sin políticas de largo alcance tendientes a promover el desarrollo de actividades productivas sustentables alternativas que generen fuentes laborales genuinas, por fuera de la estructura estatal, y riqueza para el crecimiento de la provincia.
Mientras no se aborde el desmontaje de los obstáculos estructurales a la producción, considerando las características particulares de cada región, el erario, que ya exhibe síntomas inequívocos de agotamiento, continuará financiando el fracaso.
CAJÓN
La situación es todavía más grave para las economías regionales y provincias como Catamarca, donde a los obstáculos estructurales generales se suman las enormes distancias que deben cubrirse para llevar los productos hasta los puntos de exportación, que tornan los costos productivos aún más gravosos por la incidencia en ellos del flete.
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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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