El jueves por la noche la Mesa Nacional de Productores de Leche reunió a una importante cantidad de tamberos en la localidad entrerriana de Nogoyá.Con la problemática del precio como eje, en una cuenca donde las liquidaciones están muy por debajo del promedio que se percibe en Santa Fe o Buenos Aires con 1,80 pesos por litro, los mesopotámicos reclamaron fortalecer los reclamos por las cifras percibidas, que vienen muy demoradas en la recuperación prometida por las industrias, e incluso fomentada en su prédica por el Gobierno Nacional, que parece haber pausado la actividad hacia el sector.
Mientras la leche en polvo se cotiza internacionalmente a US$ 5.245 por tonelada y aún las exportaciones argentinas no logran trasladar el incremento a los negocios, los tamberos entienden que este incremento debe traducirse en una suba más concreta de precios por la materia prima, que en el verano se estimaba en 2,10, pero ahora añade unos 20 centavos más, pero está lejos de llegar a eso.
Mientras la MNPL define fecha y lugar para un nuevo encuentro con productores en el corazón de la provincia de Buenos Aires, es propicio hacer un cálculo simple que se mencionó en Nogoyá. De aquel diciembre de 2007, previo a la asunción de la Presidenta de la Nación, su pasajero ministro de Economía, Martín Lousteau, proponía un precio de referencia de 78 centavos de peso, para el litro de leche, con un tope de 83 unidades de la moneda local. Eran tiempos de 4.300 dólares la tonelada de leche en polvo, con un precio de corte en los 2.770 dólares, quedando el resto en un fondo gubernamental, que sólo sirvió para pagar algunas cuotas de compensación y el resto se desvaneció en el olvido. Aquella limitación había generado la asamblea multitudinaria de San Francisco, que derivó en el primer paro nacional sufrido por la Presidenta, para sobrevenir luego los acuerdos con los “Tamberos K”, en una ruptura aún vigente.
Concretamente, en algo más de dos años, la leche sumó poco más de un peso a su valor.
De 78 centavos al productor, la leche se vendía en ese momento a 1,60 pesos. Hoy con el pago a 1,80 en promedio por la materia prima, se consigue el producto desde los seis pesos. Esto demuestra que el control de cifras sólo se restringe a la producción, mientras la comercialización es la que gana espacio en el negocio lechero, pero sin tomar intervención en los análisis gubernamentales del caso, contrastando a tamberos e industrias, ya que el estudio de competitividad realizado en 2012, sigue durmiendo un sueño injusto en un cajón de la Secretaría de Comercio.
Por Elida Thiery
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