#Argentina: El emprendedor gourmet que un día pateó el tablero

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Miguel Ángel Nucete se desvinculó de la empresa familiar que lleva su apellido para fundar su propia fábrica de quesos. Tras una inversión inicial de u$s 50.000, hoy, factura $ 17 millones.
Miguel Ángel Nucete lo tenía todo: heredero de la firma aceitunera que lleva su apellido, un salario de $ / u$s 100.000 anuales, un auto a su disposición y una vida cómoda entre Buenos Aires y La Rioja. Pero su ansiedad por ser y hacer y “el pie de mi padre sobre el cuello”, fueron un combo que lo llevó a dar un portazo en la empresa familiar en pleno 2001.
“Encontré, tras pelearme con mi padre, la manera de dejar 17 años de trabajo en Nucete para hacer mi propio camino”, comienza quien, como primer medida para sobrevivir, señó un taxi que jamás condujo. “Mi mujer me dijo que estaba para más. Entonces, viajé a Brasil a visitar a los amigos que hice cuando me encargué del desembarco de Nucete en ese país”, recuerda. Y, en la tierra de la caipiriña, tuvo su golpe de gracia, al notar que los quesos argentinos podían ser un producto valorado.
Hoy, Adrianita, la marca que lleva el nombre de su mujer, factura $ 17 millones al año. Para este ejercicio, proyecta alcanzar $ 24 millones con la producción de más de 700 toneladas de quesos de rallar, es decir, quesos duros de alta maduración y estacionamiento, como reggianito, provolone y parmesano.
“Nuestros quesos no los vas a encontrar en ningún supermercado”, advierte. Por razones de abastecimiento, elige colocar el total de la producción en cadenas gourmet y almacenes de barrio.
Cosecharás tu siembra
“Quería hacer algo relacionado al campo y exportar. Al ver un contenedor de quesos en Brasil, un amigo me sugirió que arrancara con eso y me metí de lleno a estudiar el mercado”, comenta el empresario.
Primero, fue el nexo entre productores lecheros y fábricas de quesos. Con marcas blancas, Nucete envió sus productos a Brasil, pero tuvo que pagar derecho de piso. “Al ser nuevo, me vendían un queso con mala calidad y tuve que resignar mucha producción; esa primera etapa de producir a fasón duró sólo seis meses”, recuerda con angustia.
Luego, invirtió u$s 50.000 para acondicionar una planta láctea que alquiló a fines de 2002. “Recuerdo que iba a cambiarles mis dólares por pesos a las personas que hacían cola sobre la calle Azopardo (Capital Federal) para hacer sus trámites migratorios con el propósito de dejar el país. Y yo utilizaba esos pesos para invertir en mi proyecto”, señala Nucete.
La producción en la planta alquilada rondaba las 10 toneladas mensuales y se destinaba, en su totalidad, a Brasil, hasta 2006. Ese año, el Gobierno colocó un impuesto a las exportaciones lácteas, medida que hizo inviable el negocio.
“Liquidé stock e invertí
u$s 1 millón para levantar una planta en Vedia, provincia de Buenos Aires, con una capacidad de procesar 15.000 litros de leche por día”, dice Nucete, quien, a partir de ese momento, volcó toda su producción al mercado interno. La fábrica, considerada la más pequeña del país entre las firmas formales, es abastecida por seis tambos de terceros.
Entre los problemas que enumera, está la calidad. “Al principio, no llegar a la calidad que esperaban los brasileños, requería de viajes y negociaciones arduas para no perder toda la producción”, puntualiza el empresario. “No me olvido más cuando un día me puse a llorar, agarrado de las estanterías de un depósito alquilado en Chacarita, al tener 30.000 hormas de quesos totalmente podridas”.
Sin embargo, el problema lo resolvió, definitivamente, cuando alquiló una planta y comenzó a utilizar más litros de leche por cada kilo de queso.
“Otra dificultad fue convivir con los gremios”, dice Nucete, que tiene 14 empleados. “Ellos querían tener demasiado poder entre mis empleados pero, finalmente, logramos convivir de manera armoniosa”, asegura.
Cuando a Nucete le preguntan cómo creció, si sigue procesando la misma cantidad de leche que hace cuatro años, destaca el crecimiento en calidad y los premios obtenidos en exposiciones del sector, como en Mercoláctea.
Entre sus planes, está desarrollar productos especiales, como quesos madurados en estanterías hechas de roble al malbec, para darle un sabor distinto.
Facundo Sonattiu Fundación: 2006
Inversión inicial: u$s 50.000
Empleados: 14
Facturación 2012:
$ 17 millones
http://www.cronista.com

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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