Aquellos que en el mismo día carguen nafta y pasen por un supermercado, percibirán que en la actualidad un litro de leche fortificada ya está por encima de los 10 pesos, lo que implica que vale más que un litro de nafta premium. Este dato es apenas una muestra de las distorsiones de precios relativos que ha generado la Argentina en estos años de inflación alta, donde algunos precios están recuperando el tiempo perdido (como sucede con los combustibles, sobre todo tras la estatización de YPF) y otros están obligados a reflejar aumentos de costos indirectos mayores a los sufridos por la propia materia prima, como pasa con los lácteos.
Las intervenciones aplicadas sobre los mercados agropecuarios han tenido efectos tan ilógicos como lo sucedido con el trigo, cuya escasez por una mala cosecha disparó su precio al punto de encarecer sus derivados por encima de lo que cuesta la carne, cuyo valor de por sí está deprimido por el cupo impuesto a las exportaciones.
Ninguna de estas acciones ha conseguido frenar los aumentos de la canasta básica. Sin embargo, y pese a que la expectativa inflacionaria apunta más alto, el IPC Congreso todavía muestra una inflación anual por abajo de 24%. La distorsión que le falta a esta película es que Guillermo Moreno agradezca a las consultoras por la mesura mostrada en junio.
Por Hernán de Goñi – El Cronista Comercial