#Argentina: Atrapados en la pinza

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Productores y dirigentes analizan la situación de la lechería. Los tamberos quedan atrapados ante la negativa de la industria de subir los precios de la leche en la tranquera. Éstos, a su vez, dicen que el Gobierno no les deja cobrar más por el producto en la góndola.El conflicto lechero cruje por donde se lo mire. Más bien podría explicarse como un problema que rodea al estancado precio que recibe el productor tambero por el litro de leche que produce, y que tiende, en un horizonte cercano a empantanarse aún más, debido a la inflexible voluntad de algunos de sus protagonistas principales, como el sector industrial lácteo y el Gobierno Nacional.
Los productores tamberos exigen una urgente recomposición del precio por la leche que producen. Este monto no sólo que no aumentó durante este último período sino que bajó: en abril del 2011 el productor percibía en promedio $1,65 por el litro de leche, y hoy 1,50 $/l.
Ante la negativa de la industria para actualizar los precios, se suman condimentos dramáticos a la situación de negocio que viven los tamberos, como es la incertidumbre de vender su producción de leche sin si quiera saber qué precio percibirán. Esto ocurre porque se les paga un mes después sin poder fijar el precio de antemano.
La ecuación que no cierra desde hace años, pero se ha agravado el último año cuando el precio se frisó en un promedio que roza el $1,50 pero los costos siguen en alza. Con este panorama, se coronó una radiografía de pérdidas económicas explosivas para el sector primario: hoy se habla de entre 10.000 y 11.000 tambos distribuidos en todo el país, mientras que a mediados de la década del 90 existían en la Argentina 30.000.
El conflicto vivió algunas de las caras más dramáticas durante el mes de agosto, – (aunque seguramente continuará en los meses que vienen)-, cuando los productores decidieron parar la producción de leche y manifestarse frente a las usinas lácteas en distintas regiones de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires.
A la cronología de hechos cercanos se le suman reuniones fallidas con autoridades nacionales y provinciales, firmas de pre acuerdos sin el aval de la Mesa Nacional de Productores de Leche (Mnpl) -el sector más representativo de los tamberos- y la inflexibilidad de los industriales para aumentar el precio que pagan.
Visión de CRA
Cuando los productores decidieron levantar las protestas, aún sin encontrar respuestas a sus reclamos, desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), entidad integrante de la Mnpl, se expresó a mediados de agosto que “el cese momentáneo de las manifestaciones de los productores lecheros es un nuevo acto se sensatez que se opone a las muestras de irracionalidad y falta de compromiso que manifiesta. Por un lado, la industria láctea, y por el otro, el Gobierno Nacional, que con sus actitudes resquebrajan a la cadena láctea convirtiendo a los productores y a los consumidores, que deben pagar alrededor de $6 el litro de leche en las góndolas, en los eslabones más débiles”.
“Hoy desaparecen los tambos pequeños y medianos. La lechería es un uno de los sectores ejemplares en dar trabajo que se vuelca dentro del interior del país. Esto que padece la lechería no se aleja de lo que están sufriendo las economías regionales que han perdido rentabilidad y están trabajando al costo o perdiendo plata.
Hay una inflación no reconocida, con un dólar atrasado y un dólar paralelo para los insumos”, explica el presidente de CRA, Rubén Ferrero, tambero de Rafaela una de las cuencas lecheras más importantes del país.
Costos campo adentro
A la par del precio pisado hacia el productor, los costos de producción indispensables para desarrollar la actividad tambera aumentan al ritmo de la inflación anual que promedia el 35% y son pagados, muchas veces, en valores equivalentes al llamado dólar paralelo o blue.
Entre los costos crecientes se cuentan los relacionados a la alimentación de los animales, el gasoil (que pasó de $ 3,80 a $ 6,20), la energía eléctrica, el alquiler de los campos que se pagan a precio de ganancia de soja y no a precio de ganancia por litro de leche, los productos de limpieza, el mantenimiento general del establecimiento y los profesionales contratados como ingenieros y veterinarios, por enumerar algunos.
Un estudio reciente realizado por el Movimiento Crea determinó que desde mayo de 2011 el costo de producción se ubica por encima del precio de la leche.
En el costo se ponderaron aproximadamente 20 insumos, considerando los rubros alimentación, personal, cría, recría y sanidad (gastos directos) y administración y estructura (gastos indirectos).
“El productor se aferra al tambo porque quiere defender su actividad. Dejar un tambo tiene costo de entrada y de salida muy alto, porque hay que inmovilizar mucho capital, como la rotación de pasturas, los fierros, los galpones, las fosas, los caños y las aguadas. Cuesta dinero y tiempo armar un tambo y cuando se desarma todo lo que hay adentro ya no vale más porque solo sirve para ordeñar vacas”, explica Andrés Egli, integrante de la Mesa de Lechería de CRA.
Tambero de la región de Lobos, también conocida como la zona de Abasto, en el establecimiento de Egli se ordeñan alrededor de 400 vacas. La región está poblada en su mayoría por campos manejados por sus propios dueños, con pocos arrendamientos, y es una muestra de cómo a los productores no les quedó más opción que correr a sus vacas de los campos para mudarse a la agricultura, una actividad a esta altura es mucho menos riesgosa y con más ganancias.
Por cierto la lechería hoy por hoy es también una actividad altamente intensiva pues lleva consigo la utilización de biotecnología de última generación aplicada a la genética de maíces y forrajeras perennes, más allá del uso de maquinaria sofisticada.
A estos costos, por supuesto, deben sumársele la creciente presión fiscal que afrontan los productores como el pago de ingresos brutos, ganancias, impuesto al cheque, IVA, impuesto inmobiliario rural y las tasas comunales, entre otros.
“Con estos números un productor se come la producción a futuro. Cuando hay ganancias el tambero fertiliza los maíces, mantiene los alambrados, compra maquinaria, mejora la sala de ordeñe y arregla la ordeñadora.
Cuando las cosas van mal ya no se puede fertilizar más el suelo, no se cambian los tractores, los galpones de deterioran y los alambrados se caen. Y así el tambero se mantiene por un tiempo hasta que cierra o cambia de actividad”, resume Jesús Vanzetti, tambero integrante de la Comisión de Lechería de CRA.
Arraigo y sacrificio
El mundo productivo de los tambos es sin dudas cosa de familia. Pero también de arraigo a la tierra y de sacrificio. En un tambo se trabaja los 365 días al año, no existe el descanso de fin de semana ni en los feriados: la vaca sin excepciones debe ser ordeñada, a través de jornadas que comienzan a las 3.30 de la madrugada y que terminan bien entrado el sol.
Crea también refleja en su presentación que “las explotaciones lecheras generan gran arraigo de las personas en la campaña, entre los que viven en el campo, los proveedores y quienes prestan servicios”.
Los Vanzetti comenzaron con la actividad tambera en el departamento de Castellanos, Santa Fe, en 1945. Hoy, Jesús Vanzetti continúa en la producción de leche en esta misma zona pero con algunas salvedades: antes su campo era utilizado casi íntegramente para el ordeñe de las vacas, y hoy por la falta de rentabilidad las vacas fueron corridas, repartiéndose un 40% del campo para el tambo y un 60% para la soja. “Mi zona era tambera, pero hoy los campos son en su mayoría destinados a la agricultura, porque los tambos se concentran en menos hectáreas. De los 12 establecimientos que había en los alrededores quedamos solamente 4 en pie”, explica Vanzetti.
Juan Imvinkelried, productor tambero de la zona de Rafaela, y dirigente de la Sociedad Rural de Rafaela, explica que el esfuerzo “es grande en lo que hace a la búsqueda de mayor eficiencia. En nuestra región los partos de las vaquillonas se daban entre las 36 meses y hoy gracias a los avances y a los niveles de producción se dan en un poco más de un año”.
Con respecto a la rutina diaria, Imvinkelried opina que “el tambo requiere un compromiso diario y es necesario un gerenciamiento constante. Pero sin dudas el mayor problema es la comercialización, con un precio que es decidido de manera completamente unilateral. El productor no tiene ni opinión ni participación en el precio, es decir no puede definir su propio negocio”.
Eslabones castigados
Como otra cara de este mismo conflicto lechero aparecen también como grandes damnificados los consumidores que pagan en las góndolas un precio cada vez más alto.
Un trabajo reciente de CRA, dentro del ciclo “De la Tierra a la Mesa” , lo deja claro: productores y consumidores son los dos eslabones más perjudicados de toda la cadena de los alimentos.
En lo que hace a lechería en abril del 2011 el productor percibía $1,60, $1,64 por el litro de leche que un consumidor pagaba cerca de $5. Hoy el productor recibe menos, en un promedio que roza el $1,50, y en las góndolas el precio del litro de leche se disparó hasta llegar a los $7.
“Desde CRA intentamos hacer docencia hacia la sociedad para transmitir lo que pasa realmente con lo que cobra el productor lechero, que no se ve reflejado en los aumentos que tuvo el consumidor”, manifiesta Ferrero. Si el panorama no cambia, los próximos días la producción primaria afrontará una primavera gris con un futuro oscuro que incluye más cierres de tambos y menos mano de obra empleada.
AUTOR Diego Abdo
Especial para LAS BASES
http://www.cra.org.ar

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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