Argentina: Armadores de #fábricas

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Sergio Simeoni es el presidente de Assi Ingeniería. Esta empresa paseó su capacidad y conocimiento en el montaje de plantas industriales por todo el país y el exterior. El momento de la actividad y las oportunidades que enfrenta la Argentina.
La base está, parece decir Sergio Simeoni. El presidente de Assi SA –una empresa de ingeniería tecnológica de Río Tercero– confía plenamente en que volverán las inversiones en campos de enorme potencialidad, como la energía y la industria de la alimentación, una vez que el país gire la bisagra política de 2015. Lo dice porque conoce el paño. Su empresa, a veces de tamaño Pyme y por momentos large , ha realizado el montaje de plantas industriales de las principales compañías del país. En el mes de la industria, una charla con alguien que, cuando lo llaman, las construye.
–¿De dónde vienen?
–Surgimos a nivel industrial en los años ’80 por la guerra de Malvinas. Desarrollamos los tanques para lanzarles del cazabombardero Camberra, el tanque suplementario del helicóptero Chinook y la cazoleta lanzatorpedos del Pucará.
–¡Apa, ¿qué comienzo! ¿De qué material hacían los tanques?
–Eso era en fibra de vidrio. Con un desarrollo que nos demandaba suplantar lo que venía puesto de Inglaterra en aluminio. Ese fue el primer trabajo que hicimos con mi socio (Eduardo Astesano). Él es ingeniero y estaba trabajando en la industria petroquímica, yo conocía el modelado con plásticos especiales y ahí fuimos.
–Arriesgados los muchachos.
–Si lo miramos desde ahora parece casi una locura. Y no lo ponga, pero siempre me quedó la duda. Para mí la guerra de Malvinas no se decidió aquel día con la gente en la Plaza de Mayo: dos años antes nosotros ya teníamos la orden de compra para el tanque del Camberra que sería exclusivamente usado para ir hasta Malvinas.
–Lo voy a poner, discúlpeme…
–Fue así: cuando comenzó aquel episodio, el tanque estaba en prototipo en los moldes. El 2 de abril de 1982 probamos acá en la Escuela de Aviación el bombardero con el primer tanque que hicimos.
–Llegaron sobre la hora.
–No se imagina el susto, ver salir el avión con nuestro tanque. La idea era que el bombardero llegaba a Malvinas con el combustible de ese tanque, estallaban tres pernos explosivos, soltaba el depósito, el avión atacaba y pegaba la vuelta con su propio combustible.
–¿Después de eso qué vino?
–Empezamos con mantenimiento en la industria química y petroquímica y también a incursionar en la industria alimentaria, sobre todo en la industria láctea moderna. Fue cuando este sector incluyó la tecnología francesa y danesa para reemplazar los sistemas artesanales. Sancor ha sido nuestra madrina. Hemos estado haciendo cosas en todas las plantas de esa empresa.
–De las grandes, muchas veces surgen las Pyme.
–Luego dimos otro saltito, armamos un sector de ingeniería para las industrias química y alimentaria. Fuimos por las bebidas carbonatadas, cervezas y los alcoholes. Usted tenga en cuenta que nuestra actividad es una curva sinusoide, una “ese” acostada: si hoy se anuncia un proyecto de inversión, nosotros recién aparecemos en escena un año después.
–Es el momento en que comienzan a armar el “Rasti” de las tuberías.
–Claro, por eso nuestra estrategia siempre debe ser estar al lado del inversor cuando decide su inversión, para empezar con ellos el proyecto. Desde la entrega de la ingeniería hasta la construcción de la planta, el montaje y la puesta en marcha. Todo.
–Ustedes son conocidos por los tanques de acero inoxidable.
–Estamos especializados en equipos de acero inoxidable pero de todo tipo, también de acero de carbono, aluminio y materiales especiales. En muchos casos desarrollamos la ingeniería del proceso y hemos hecho plantas llave en mano, por ejemplo, una planta de glifosato en Tierra del Fuego.
–Eso es algo que nunca deja de sorprenderme: diseñar una industria desde cero y ponerla en marcha. ¡Qué laburo!
–Es laburo, el cliente nos plantea: “Quiero leche en polvo”. Entonces, él nos dice qué cantidad necesita producir, con qué tecnología, etcétera. Por lo general, en ese tipo de proyecto los equipos especiales que se usan vienen del exterior porque no existe en el país una escala de demanda que justifique su fabricación.
–¿Assi qué hace? ¿pone el resto?
–Claro, nosotros hacemos todo el ‘tanquero’ que los acompaña, las interconexiones, instrumentación, electricidad, controles por PLC. Es lo que llamamos la ingeniería de detalle, una tarea que puede llevar dos años sólo en ingeniería. Dentro del sector, esta es una empresa chica. En algún momento, con varios proyectos simultáneos, podemos llegar a ser mediana o grande y luego volvemos a achicarnos.
–Es decir, el punto es acompañar las idas y vueltas de este país en materia de inversión.
–Por eso le digo, cuando existen proyectos de inversión nosotros aparecemos un año después, cuando no hay más inversiones nosotros terminamos de hacer lo que tenemos y casi desaparecemos. Ahora estamos en este punto, con la expectativa puesta para adelante. Ya nos pasó. Por ejemplo, entre 2001 y 2004 nos fuimos a Uruguay a hacer plantas de Conaprole. Hoy no hay proyectos de inversión en Argentina.
El país que viene
–¿Volverán esos proyectos? ¿Qué piensa?
–La industria de la alimentación, por ejemplo, hizo en su momento inversiones muy importantes, pero ya está a las puertas de un nuevo cambio tecnológico. Me parece que viene una nueva etapa de renovación de equipos en ese sector.
–¿Piensa que después de 2015 reaparecerá la inversión?
–Estoy convencido de que sobra dinero en el mundo para hacer inversiones y la Argentina tiene muchísimo por delante. Desde la industria del petróleo, pasando por la energía hasta la alimentación. Entiendo que no estamos en un problema económico, sino político.
–¿Vieron ya alguna oportunidad en la industria del petróleo?
–Como le decía, en los años ‘80 y ‘90 trabajamos con la alimentación, en la primera década de este siglo incorporamos normas de calidad y para adelante queremos estar en el nivel que exige la industria petrolera. Hoy ese sector adquirió un profesionalismo distinto al que tenía 20 años atrás. La energía es otra materia pendiente y nosotros hemos incursionado en biocombustibles y el uso de biomasa. La conversión de estiércol en metano y en energía es otra posibilidad. Hay muchos campos de acción para desarrollar.
–Como hombre que arma industrias, ¿usted cree en las inversiones chinas?
–Quiero creer que sí, les sobran los dólares. Pero si vienen no creo que sea para favorecer el país de amigos que son sino que lo harán porque les resulta buen negocio estar acá. Como viene cualquier otro capital en busca de un negocio y de un resultado económico.
–Me equivoco o también en su actividad hay trabajos referenciales más allá del tamaño.
–Sí, los hay.
–Por ejemplo, me enteré de ustedes porque pusieron tanques de acero inoxidable en Chandon.
–Sí, hemos trabajado fuerte con la industria vitivinícola. Incluso con el Inta Mendoza tuvimos un desarrollo exclusivo, un autofermentador. Para hacer los vinos se muele la uva, se colocan dentro del tanque y los líquidos se recirculan hasta que se va fermentando el vino.
–¿Para qué sirve el anoto…?
–Este equipo empuja el mosto hacia abajo, lo sujeta durante determinado período de tiempo controlado y lo vuelve a su lugar. Esa concentración acorta el tiempo de fermentación y optimiza las características naturales de la uva. Los bodegueros mendocinos estaban sorprendidos. “¿Cómo una empresa de Córdoba va a hacer esto?”, nos preguntaban. Y precisamente, razonamos el proceso de otra forma porque nunca hicimos vino.
–¿Lo pudieron comercializar?
–Sí, vendimos equipos, incluso el Inta también lo tiene y mi socio lo utiliza en su bodega, Finca Atos.
–¿Y a la gente para hacer estos trabajos tan especiales de dónde 
la sacan?
–Ese es otro problema. Hay una distancia entre la educación formal y la necesidad real de la empresa. Le doy un ejemplo: pido un proyectista con conocimiento de painting , autocad, etcétera. Me aparece un chico que aprendió el uso de esos programas en una academia pero que no tiene la menor idea de las normas de dibujo, ni de lo que es una cañería, un codo, una válvula.
–Una brecha de conocimientos.
–Y al revés también se da. Quien tiene conocimiento de una cañería, pero no maneja programas. Está muy disociada la educación de la empresa, sobre todo en la universidad. Cuando publicamos un aviso pidiendo un proyectista, la oferta es escasa. No alcanzamos a tener un par de opciones.
–¿Cuál es la industria más grande que armaron?
–Le puedo hablar de logros tecnológicos, como montar cervecería Santa Fe en 120 días, una obra que se decidió por plazo de entrega y no por precio. Había 200 personas armando y montando equipos, bajo dirección alemana y supervisión chilena.
–¿Qué más?
–Cervecería Santa Fe fue un desafío técnico para nosotros. Hicimos el montaje de Bio4 con tecnología del cliente, otra obra importante donde se instalaron cosas hechas por nosotros y otras importadas.
–¿Cómo se cotiza una obra?
–¡Qué tema! Hasta 2004, cuando trabajamos en Uruguay, mensurábamos en horas hombre. Es decir, por tantos kilos de estructura o tantos metros de cable, calculábamos las horas que nos llevaría instalarlos. Hoy tenemos dos dificultades: la suba de los costos internos. En aquel tiempo, la hora hombre costaba 15 o 20 dólares y nosotros ganábamos plata como empresa. Hoy tenemos que cotizar a 30 o 35 dólares, con escaso o nulo margen.
–La famosa pérdida de compe­titividad.
–Los costos en la Argentina han subido de forma tal que nos han sacado de competencia en muchísimos rubros, fundamentalmente contra los equipos chinos. Ni siquiera los europeos, acostumbrados a traer proyectos de inversión con crédito asociado a las máquinas, hoy pueden hacerlo frente a China que subsidia todo.
–¿Se dividen los roles con su socio, Astesano?
–Ya somos un matrimonio de muchos años (ríe). Él está más dedicado a la ingeniería y a la producción, y yo a la búsqueda del cliente, lo comercial. En este momento ya estamos descansando sobre la generación que nos sigue: nuestros hijos.
–Río Tercero tiene un expertise especial para la industria.
–Porque tuvo una escuela técnica en los años ‘60 que formó técnicos de todo tipo. Y fundamentalmente por las inversiones de los años ‘80 en la industria química y en la central atómica de Embalse. Surgieron empresas de todo tipo. Hoy, por ejemplo, hay mucha expectativa a nivel empresarial por la extensión de vida de la nuclear.
–¿Qué pasa con el tema medioambiental a la hora de decidir una inversión industrial?
–Hay una preocupación creciente en la industria y hay mucha preocupación en la sociedad. Y está bien. Me parece que estamos consiguiendo resultados positivos. Yo he sido empleados de la industria química en los años ‘70, hoy veo que se han hecho inversiones muy importantes para el tratamiento de residuos, efluentes, etcétera.
Rally familiar
Nombre. Sergio Simeoni (62).
Casado con. Viviana Blengino, concertista y docente universitaria.
Hijos. María Emilia, Exequiel y Julia.
Deporte. Rally, su hijo es piloto. “Mi pasión es esa”.
Socio. Eduardo Astesano.
Empleados. 120 empleados en promedio, con fluctuaciones.
Clientes. AGD, Sancor, La Paulina, Atanor, Cervecería Quilmes, Coca Cola, La Serenísima, Peñaflor, Pritty, Porta, ACA, Cervecería Budweiser, Petroquímica Río Tercero, entre una larga lista.
Teléfono. (03571) 423-539
Mail.assi@assi.com.ar
Web. assi.com.ar
http://www.lavoz.com.ar/

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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