El comercio internacional de alimentos se volvió cada vez más exigente. La tendencia global indica que el consumidor empezó a demandar productos más saludables y menos contaminantes. Hoy importantes cadenas de supermercados ya solicitan estándares ambientales específicos que cuantifiquen por ejemplo la huella de carbono con el objetivo de posicionarse como tiendas «carbono neutrales». La Argentina no escapa a ese mandato y a partir de técnicas internacionales, definió la huella de agua para determinar la cantidad del recurso natural en la elaboración de quesos a la salida de fábrica. El mismo debe someterse a 54 ensayos para garantizar la sustentabilidad.
El estudio fue llevado adelante por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Se trata de un un método que permitirá implementar procesos más eficientes en cuanto a evaluar y cuantificar el uso del agua a lo largo de toda la cadena productiva.
«El mismo está normado por ISO y esta basado en un análisis de ciclo de vida y lo que hicimos fue recorrer esa metodología para un caso en la Argentina», afirmó la ingeniera Justina Garro integrante del proyecto.
A diferencia de la huella hídrica que contabiliza el volumen, la huella de agua le suma el impacto en en el medio ambiente dado que está basado en el análisis del ciclo de vida para generar un producto.
De esta forma los expertos tomaron tres estableciemientos ubicados en la localidad de Buenos Aires, Entre Ríos y San Luis. Todos con diferentes modelos de producción, pero a la hora del estudio se tuvo en cuenta la alimentación y el agua que consumen las vacas, emisiones derivadas de la fermentación entérica y las deposiciones de los rumiantes. El tambo, donde se obtiene la leche y se generan efluentes hasta llegar a la elaboración del queso atravesando el uso de energía.
El resultado arrojo que el consumo de agua en cada nivel productivo, expresado en litros de agua por kilo de queso, evidenció que Tandil presentó el mayor valor con 201 l/kg, seguido de Nogoyá, con 76 l/kg y La Punilla, con 65 l/kg. Así, el caso de mayor complejidad en la cadena de valor contribuye con mayor impacto para otros usos dentro de la misma cuenca hidrográfica.
Se entiende entonces que el tambo que requirió más el recurso natural deberá buscar ser más eficiente para lograr un producto con menos impacto en el medio ambiente. Vale aclarar que a diferencia de las otras dos, el ubicado en la provincia de Buenos Aires es de características más amplias dado que no sólo es de mayores hectáreas sino que también cuenta con un amplio rodeo de animales, por ende usa más agua durante el proceso productivo.
Garró explicó que «el objetivo del INTI es poner al servicio de las empresas, una herramienta como una ventaja para buscar una mayor competitividad y evaluar sus procesos, y poder hacer mejoraras».
Sin bien la Argentina no es un jugador fuerte en materia de alimentos procesados a nivel mundial, materias primas y productos intermedios, son la característica más acentuada, salvo algunos casos como las frutas frescas o vinos. Por lo tanto, el diálogo cotidiano entre exportador de materias primas e importador aún no refleja estas preocupaciones, aunque se han detectado casos especiales en donde algunos compradores europeos empiezan a exigir certificación ambiental en algunos alimentos.
Los requisitos que se están desarrollando en algunos países, ya implementando en materia de cuantificación de emisiones de gases efecto invernadero y etiquetado de productos vía huella de carbono, son potenciales obstáculos para las exportaciones argentinas.
Autor: Merino Soto
Fuente: BAE Negocios
Link: https://www.baenegocios.com/negocios/Aplican-estandares-ambientales-para-la-elaboracion-de-quesos-mas-sustentables-20180704-0075.html