Afip avisa: “Creemos que no todo su personal está registrado”

Miguel C. es un tambero monotributista de San Antonio de Litín y recibió de la Afip una carta provocadora, en la que le dicen que por su actividad debería tener un mínimo de dos trabajadores registrados.
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Envió notificaciones a numerosas Pyme, en las que presume que una parte de sus trabajadores no está “en blanco”.
Se apoya en el Indicador Mínimo de Trabajadores que ya se aplicó durante el kirchnerismo.
“De acuerdo a tu actividad de elaboración y venta de productos de panadería, deberías tener un mínimo de 7 a 10 empleados y si estás leyendo este mensaje es porque creemos que no todos están registrados”, dice un pasaje de la carta que recibió María N., propietaria de una pequeña panadería de la ciudad de Bell Ville. Hace tostadas, pan de lomo y de sándwich para el bar de su esposo.
Miguel C. es un tambero monotributista de San Antonio de Litín y recibió también de la Afip esa carta provocadora, en la que le dicen que por su actividad debería tener un mínimo de dos trabajadores registrados. “Ahora tenés la oportunidad de regularizar tu situación. Si no lo hacés, se te aplicarán multas, clausuras y vas a perder la ventaja de la reducción de las cargas patronales”, sigue la misiva.
Lo que no sabe la Afip es que el bar del esposo de la panadera vende 40 por ciento menos que a inicios de año y que en esa panadería, donde trabajan ella, la hija y un empleado, no hay trabajo para más. “Las ventas están flojísimas, los impuestos cada vez más caros y no sabés de dónde sacar plata para pagar. La panadería no es redituable, sacamos del bar para mantener la panadería y no la cerramos porque no pagamos alquiler. No tenemos ventas, de dónde vamos a poner siete empleados”, dice María.
La Afip ignora también que el tambo donde trabaja Miguel está inundado (cayeron 300 milímetros en una semana) y que el dueño hace dos años cerró uno de los tres tambos. Ahora, con los dos que tienen en marcha, viven a duras penas dos familias con tres y cuatro hijos cada una.
Las cartas fueron enviadas el 20 de noviembre al domicilio fiscal electrónico de los contribuyentes sobre los que pesa la duda de Afip. “No es una intimación formal, es una carta intimidatoria que ha llegado a determinadas actividades”, cuenta Tatiana Piñero, del estudio contable Piñero-Fornero y Asociados, que tiene varios clientes notificados. Hay de todo: el quiosco en un garaje en el que la Afip dice que tiene que haber cuatro empleados, un carpintero con tres y un restaurante que debiera contar con cuatro.
Ante la consulta de los profesionales, la Administración Federal de Ingresos Públicos respondió que se trata de una campaña de carácter informativo. “Por lo cual, en caso de que usted evalúe su situación y no corresponda dar cumplimiento a lo solicitado, no deberá realizar procedimiento alguno”, sostuvo. Algo similar hizo meses atrás con los empleadores de servicios domésticos.
El polémico mínimo
Aunque no la nombra, la Afip se apoya en una polémica medida de Ricardo Echegaray, anterior titular de la Afip (hoy procesado en varias causas), que diseñó el Indicador Mínimo de Trabajadores (IMT) para una amplia gama de actividades económicas.
En función de la facturación declarada, superficie, categoría del local, consumo de energía, cantidad de cubiertos/plazas y otros indicadores más, el IMT determina la cantidad de dependientes que deberían trabajar en esa unidad de negocios. En buen romance: de oficio, sin conocer las particularidades de cada negocio, la Afip determina cuántos empleados debería tener.
Con la presidencia de Mauricio Macri, dicen los profesionales en Ciencias Económicas, el polémico IMT había quedado en el olvido. Hasta ahora, que sin nombrarlo fue reflotado.
La defensa del esquema durante el kirchnerismo fue que permitía inferir el empleo en negro. Con términos parecidos, la carta de la Afip de Leandro Cuccioli sostiene que “el empleo no registrado es una de las causas que contribuyen a la falta de inclusión social, provocando como consecuencia directa la ausencia de derechos laborales, la reducción en el financiamiento de los sistemas de seguridad social y la desprotección del trabajador”.
Es una realidad que el 33 por ciento del empleo argentino es informal. La intimidación generalizada en un contexto de supervivencia para muchas empresas es lo que sorprende.
El tambero resignaría sus ingresos
Además de la falta de tino de la Afip por presionar todavía más en un contexto económico tan complejo, hay casos en los que el planteo del organismo no resiste ningún tipo de factibilidad. Uno es el de los tambos.
La figura legal que se utiliza para el trabajador del tambo es un contrato “tambero-tantero”, que en la jerga significa que va a porcentaje de la leche vendida.
“La figura del tambero-tantero lleva en el contrato una serie de obligaciones. Los nuestros hacen tambo y manejo de pastos y ordeñan con instalaciones automatizadas: sacador de pezonera y lavado automático. Otros pueden, además, ayudar a parir a la vaca, criar el ternero, darles el mixer y demás actividades en las que se puede necesitar potencialmente más gente”, explica el dueño de los dos tambos en los que trabaja Miguel, el monotributista al que la Afip le exige que contrate a dos empleados.
Por mes, ese trabajador hoy está cobrando 55 mil pesos por un trabajo que es de lunes a lunes, sin feriados, ni aguinaldo ni vacaciones.
Si tomara un empleado, el mínimo determinado por la Comisión de Trabajo Agrario para un peón ordeñador es de 17.767 pesos. Si a eso se le suma carga social, se prorratea el aguinaldo y vacaciones, el costo total es de 25.300 por empleado.
“Me quedarían en mano 4.400 pesos, el ocho por ciento de mis ingresos actuales”, calcula el productor monotributista, que por estos días reniega el doble porque una parte del campo está inundada.

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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