LOS ÁNGELES, California.- Lo que mató a un hombre y mantiene hospitalizadas a nueve personas más que se intoxicaron con el queso para nachos de una tienda en el norte de California es una toxina que al igual que la ricina y el ántrax puede ser usada como arma biológica y su producción con fines bélicos está prohibida en el Protocolo de Ginebra de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Autoridades de salud de California han confirmado que la bacteria Clostridium botalinum fue encontrada en el queso para nachos que se vendió entre el 21 de abril y el 5 de mayo en la estación de servicio Valley Oak Food and Fuel, en Walnut Grove, un suburbio al sur de Sacremento.
Se trata de una toxina que afecta el sistema nervioso y paraliza el cuerpo de las personas a tal grado que puede provocar la muerte, como ocurrió en el caso de Martín Galindo Larios, de 37 años de edad, uno de los diez que enfermaron de botulismo por el queso para nachos contaminado.
La toxina encontrada en el queso para nachos de la productora Gehl Foods de Wisconsin, se conoce como botulínica y es uno de los venenos más poderosos que existen, pero además tiene fines cosméticos al ser el ingrediente activo del Botox.
Como arma biológica, la toxina botulínica se encuentra entre la lista de agentes químicos prohibidos que en 1997 se incluyeron en el Protocolo de Ginebra.
En esa misma lista está el gas sarín que supuestamente fue usado en el ataque que sufrió una población de Siria el mes pasado, cuando murieron más de 80 personas, entre ellos varios niños.
Aunque no se tiene conocimiento de un ataque masivo con la toxina botulínica, su uso con fines bélicos fue considerado por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
En ese entonces Estados Unidos, Japón y la antigua Unión Soviética también desarrollaron programas para su uso como arma de guerra. El gobierno estadounidense la denominó ‘Agente X’.
Durante el régimen de Sadam Hussein, Irak presumió la producción en grandes cantidades para usarlo como arma química.
También se documentó que la secta apocalíptica Aum Shinrikyo –a la que se le atribuye el atentado terrorista de 1995 en el metro de Japón con gas sarín en el que murieron 13 personas y más de 4,000 personas resultaron intoxicadas– usó la toxina botulínica en otros ataques y que planeaba producirla grandes cantidades.
Las ampolletas de Pinochet
Hace cuatro años se dio a conocer que el gobierno del dictador chileno Augusto Pinochet contaba con una reserva secreta de la toxina con la que pretendía eliminar a miles de personas.
“Eran dos cajas llenas de ampolletas con toxina botulínica, suficiente para matar a la mitad de Santiago (la capital de Chile)”, declaró en ese entonces la exdirectora de salud, Ingrid Heitmann.
Los servicios de emergencia médica (EMS) de los estados refieren en sus manuales cómo responder a posibles ataques bioterroristas específicamente con la toxina botulínica y destacan que entre las potenciales formas de ataque con esta neurotoxina se encuentra la contaminación de alimentos.
En 2003 la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA) advirtió sobre potenciales ataques a los suministros de agua y alimentos, que pudieran darse al rociar el agente contaminante sobre frutas y vegetales en el proceso de distribución de un lugar a otro o durante la elaboración de alimentos procesados como los productos lácteos (queso, helado, mantequilla, crema, etc.) y las carnes enlatadas.
La FDA ha autorizado un tipo de toxina botulínica diluida para uso cosmético y que es mejor conocida por el nombre de la marca comercial Botox, registrado y producido por la empresa Allergan Inc. con sede en Irvine, California.
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