Ya no basta con exportar vegetales y granos, ordeñar litros de leche y comercializar huevos de gallina. Chile está apostando por dar un paso más allá y convertirse en un actor relevante en un mundo que demanda cada vez más alimentos naturales y con ingredientes que además de aportar nutrientes, ayuden a mejorar la salud.
«En 10 años necesitamos duplicar el monto de exportaciones en la industria alimentaria, pero suelo arable nos queda poco. La alternativa entonces es darle valor agregado a nuestras materias primas de origen agrario, pecuario y forestal. Y para eso, hay que diversificar la producción y que esta sea más sofisticada», sintetiza María Soledad Hidalgo, jefa de Desarrollo Estratégico de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura (Minagri).
Esa es la misión que tendrán los cinco «Polos territoriales de desarrollo estratégico» anunciados hace unos días por FIA y el Minagri (ver infografía).
De yogur a espumante
A partir de materias primas como quínoa, legumbres, tomates, leche de cabra o papas moradas, cada polo territorial producirá una atractiva variedad de ingredientes funcionales y aditivos especializados de gran demanda a nivel internacional para incorporarlos en harinas, lácteos, jugos y otros alimentos.
«Los ingredientes funcionales son compuestos que al ser añadidos a un alimento, le otorgan propiedades beneficiosas para la salud. Por ejemplo, fibra que ayuda a la digestión, omega 3 para mejorar la función cerebral, antioxidantes para reducir los radicales libres y el riesgo de cáncer, etc.», dice Hidalgo.
En tanto, los aditivos especializados entregan un beneficio tecnológico al proceso productivo de los alimentos. Es lo que ocurre con la saponina del quillay o la quínoa, que se pueden emplear para que champaña o espumantes hagan espuma o colorante naturales de maqui, poroto negro o betarraga para colorear pastas, yogures o bebidas. «El objetivo será llegar al mercado internacional de alimentos saludables, nutracéuticos, alimentos para deportistas y productos para personas con necesidades específicas de suplementación», agrega Freddy Urrego, coordinador general del Polo Pecuario, gestionado por Ecoterra Ltda.
Impulso regional
Los polos están integrados por asociaciones y cooperativas de productores agrícolas que congregan a cerca de 30 mil agricultores, 20 empresas del rubro alimentario y 30 centros tecnológicos y de investigación, incluyendo a universidades chilenas como las de Talca, Católica del Maule, Concepción, Central y PUC, y extranjeras (U. de Liverpool y UC Davis), además de institutos estatales como Indap, Inia e Infor y centros privados.
Cada polo recibirá $900 millones a lo largo de tres años, financiados por el Fondo de Inversión Estratégica del Ministerio de Economía. «El desafío no es menor. Los productores probablemente tengan que usar variedades y cosechas distintas a las que están habituados y se requerirá transferencia tecnológica y asistencia técnica. Pero creemos que se van a dinamizar los territorios donde están las materias primas, las empresas harán inversión tecnológica y se generarán verdaderos polos de desarrollo regional», concluye Hidalgo.
