Otro año de revolcones para la lechería, que ya sabe de levantarse

A esta altura parece ser una constante. La lechería uruguaya está condenada a los revolcones que les provoca la fuerte volatilidad en los mercados internacionales de los lácteos, que en oportunidades se ven agravados por coyunturas climáticas adveras como una sequía o el exceso de precipitaciones.
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A esta altura parece ser una constante. La lechería uruguaya está condenada a los revolcones que les provoca la fuerte volatilidad en los mercados internacionales de los lácteos, que en oportunidades se ven agravados por coyunturas climáticas adveras como una sequía o el exceso de precipitaciones.
Por Andrés Oyhenard
Sin dudas que el 2015 no quedará grabado en la retina de los tamberos uruguayos como un buen año; al menos para la gran mayoría. Tras un arranque de año un poco complicado en materia climática, se miraba de reojo el desplome de los mercados internacionales de los lácteos -que comenzó en el último trimestre de 2014 y que un año después sigue mostrando valores que están bastante lejos de cubrir los costos de producción-. El ansiado y pronosticado rebote de los principales expertos internacionales no llegó y la preocupación se fue acentuando cuando las industrias se vieron obligadas a bajar los precios que pagaban a sus tamberos principalmente desde mediados de año. Pero ese primer semestre se cobró dos víctimas industriales: Ecolat (hasta ese entonces la segunda industria por detrás de Conaprole) y Shcreiber Foods se vieron obligadas a cerrar sus complejos industriales ante la imposibilidad de mantenerse en pie. Más de 600 trabajadores perdieron su fuente de ingresos. El gobierno apeló a la buena voluntad del resto de las industrias para que sus remitentes fueran reubicados. No fue una tarea sencilla. Nadie quería sumar un litro de leche con un mercado internacional por el piso. Un grupo menor de tamberos debió aceptar vender a façon su producción a Conaprole para continuar en el rubro.
Venezuela: una esperanza fugaz
En medio de un contexto adverso y stocks de lácteos por las nubes, el Poder Ejecutivo inició gestiones con su par de Venezuela para reactivar el comercio con ese mercado, su principal destino en los últimos años que abruptamente había detenido sus compras a principios de año, agravando aún más la crisis de las industrias. Las negociaciones avanzaron con la conformación de un fideicomiso (anunciado a mediados de julio) por US$ 300 millones para exportar alimentos entre julio y diciembre, a cambio del pago anticipado de una deuda por unos US$ 262 millones que ANCAP mantenía con Pdvsa. Buena parte de ese fondo iba para la lechería mediante la colocación de 44 mil toneladas de leche en polvo por unos US$ 170 millones y 12 mil toneladas de quesos por unos US$ 62 millones.
La garantía de cobro para los exportadores se suponía que iban a ser los recursos que ANCAP transfirió en setiembre. Sin embargo, Pdvsa solicitó el giro de ese dinero a una cuenta de un banco chino. Fue la primera señal de que la operativa para cumplir con el acuerdo en los plazos previstos no iba a ser tan sencilla. En medio, un clima electoral complejo en Venezuela que luego terminaría con una dura derrota en el Parlamento para el presidente Nicolás Maduro. El cierre de los contratos para exportar al país caribeño se alcanzó en el último tercio del 2015. Conaprole fue la primera en iniciar sus embarques semanales a fines de setiembre con unas 12 mil toneladas embarcadas, pero luego se vio obligada a detener los envíos ante la lentitud de los pagos. Solamente cobró el 80% de los primeros tres envíos de 4.000 toneladas que exportó. A esto hay que sumarle una vieja deuda por negocios anteriores de US$ 27 millones que tiene pendiente Venezuela. Luego siguieron las queseras (Pili, Calcar y Claldy) que embarcaron cerca de un tercio de las 12 mil toneladas comprometidas pero solo cobraron el 80% de esa mercadería. Hasta la fecha, Venezuela solo había depositado US$ 50 millones de los US$ 300 millones comprometidos para cumplir con el pago a los exportadores uruguayos. En resumen, el negocio de Venezuela emergió como una solución alentadora para pasar el sofocón pero luego se fue esfumando y hoy es difícil predecir si este mercado volverá a ser el gran nicho de valor para los lácteos uruguayos como lo fue durante gran parte de la última década.
El endeudamiento como balón de oxigeno
Y luego vino el endeudamiento. Al principio, la iniciativa -que comenzaron a promover el Ministerio de Ganadería y el Inale- encontró reparos en algunas gremiales y asociaciones de productores. Sin dudas que volver al crédito no era la solución ideal. Pero la realidad apremiaba a varios tamberos que desde el invierno venían con números rojos porque no lograban amortizar sus costos de producción. Fue así que se acordó la creación de un tercer fideicomiso lechero (FFDSAL) por unos US$ 85 millones. Ante la demora de su implementación, en octubre se otorgó una primera partida cercana al 50% a modo de adelanto que fue acordada con el Banco República. Esos fondos frescos se esfumaron rápidamente para tapar cuentas y agujeros que dejaron los meses anteriores. La llegada de la primavera sirvió para achicar los costos de producción pero no fue suficiente para cerrar un año con holgura financiera para cumplir con gastos adicionales como las reservas para el próximo otoño e invierno. Ahora las miradas de los productores están puestas en el resto de FFDSAL que se espera salga en los primeros días de febrero. Antes habrá que sortear un par de meses de baja remisión como los primeros dos del año (enero y febrero) donde la liquidez de los tamberos se verá más resentida.
Una luz de optimismo
Si no hay grandes sorpresas, la remisión de 2015 marcará un nuevo récord histórico con un volumen que superará los 2.000 millones de litros. Sin dudas que con la avalancha de noticias negativas, deber ser un punto a destacar. Gran parte de los tambos apostó a elevar sus niveles de productividad para minimizar el alza costos, aunque también hubo casos de otros que redujeron sensiblemente sus stocks de vacas en ordeñe según lo reflejan los datos de faena que divulga el INAC. También hubo cierre de explotaciones. Pero en líneas generales, esas vacas fueron distribuidas en otros tambos. Al menos eso puede explicar que los precios del ganado lechero en producción en las zafras de rematas de los escritorios de otoño e invierno no se desplomaron, teniendo en cuenta además la fuerte suba del dólar.
Sin dudas que el 2016 luce a priori como complejo. El consuelo es que no solo Uruguay está sufriendo por esta coyuntura, competidores fuertes como Nueva Zelanda, Australia, Argentina y Chile están atravesando una coyuntura similar. Además, en varios de estos casos la producción está cayendo a contrapelo de lo que ocurre en Uruguay.
El futuro dirá cuándo llegará la recuperación de los mercados. Pero si de algo ha dado muestra la lechería uruguaya en coyunturas adveras, es que un revolcón no es caída y que tiene el privilegio de estar en una de las zonas del mundo que hoy puede producir leche a menor costo, algo que parece que será la clave para la sustentabilidad de este sector en el mediano y largo plazo.
http://www.tardaguila.com.uy

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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