Con precios mucho más bajos el agro mantuvo niveles de producción, logró rendimientos buenos, pero ve a sus márgenes estrecharse
Por Blasina y Asociados, especial para El Observador
El 2015 terminará en la historia como el año en el que se procesó el ajuste más intenso para el agro de los últimos tiempos. El desplome de los precios del petróleo en setiembre de 2014 fue la antesala de un dominó que arrastró a los precios de los granos y los lácteos a los niveles más bajos de los últimos tiempos, dejando en jaque a la agricultura y lechería y enfriando a la ganadería de carne que no ve un paralelismo entre la estabilidad de los precios internacionales y la variabilidad de los precios dentro de fronteras. El desfasaje que se genera entre el precio del gasoil y la energía eléctrica entre Uruguay y el resto del mundo agrega complejidad al momento de bajos precios.
Cada sector enfrentó la adversidad de la manera que pudo. Hubo más faena de vacas tanto en ganado de carne como de leche, hubo más exportación en pie, fueron recortadas áreas de trigo y soja, mientras que los productores ovinos también replegaron sus majadas. Se hizo caja y se bajaron costos todo lo que se pudo.
La suba del dólar compensó parcialmente la baja de precios, del mismo modo que un precio estable del combustible permitió bajar costos en dólares, pero las dos situaciones, aunque alivian en la medición de costos en dólares, significaron una desventaja marcada respecto a los países vecinos y otros competidores que en algunos casos tuvieron más flexibilidad cambiaria y en general tuvieron más bajas en los precios de los combustibles.
De todos modos, el agro uruguayo resistió en gran medida en base a productividad. Por ejemplo, en los cultivos de invierno que tuvieron rendimientos récord; aunque todavía no se cuenta con los datos oficiales ya se sabe que se está ante una zafra que supera a todas las anteriores en lo cosechado por hectárea.
Trigo, cebada y colza permitieron a muchos agricultores ganar seis meses de tiempo con números por lo menos cerca del empate, a la espera de una cosecha de cultivos de verano que vuelva a ser de alto rendimiento como para seguir capeando el temporal.
Y el comienzo de los cultivos de verano es bastante favorable como para que se pueda lograr una segunda buena cosecha en volumen que amortigüe el impacto de los bajos precios.
Del mismo modo que trigo y cebada –especialmente esta última– pueden acercarse a un rendimiento promedio de 4.000 kilos, la soja deberá acercarse a los 3.000 kilos para que los números eviten el rojo del déficit.
Mientras tanto, los arroceros, como siempre, deben apostar a lograr los muy altos rendimientos que alcanzan casi todos los años para enfrentar unos costos muy elevados, que tienen al sector siempre en jaque.
El cultivo de 2015 fue sembrado tardíamente por las lluvias y las exportaciones destinadas a Iraq están trabadas. El stock de arroz en las industrias es casi el doble del que había un año atrás.
El panorama es desafiante, casi tanto como el de la lechería, que vio algunas industrias caer y otras como Conaprole sostener un precio que en marzo de 2016 ya no contará con el fondo de reserva.
De eso se trata para la agricultura y la lechería, resistir un año más a la espera de que llegue el efecto de la doble recuperación de precios en pesos.
Por un lado la suba del dólar irá dando oxígeno a los exportadores y podrán trasladar algo de esa recuperación de la competitividad a los productores. Por otro lado, los precios en los mercados internacionales a lo largo de 2016 y 2017 deben ser levemente ascendentes, lo que debe alentar a un 2017 mejor que estos dos años adversos, 2015 y 2016.
Los precios de las materias primas serán oscilantes, porque el petróleo seguirá presionado a la baja. Pero la suba del dólar por encima de la inflación es de los aspectos que parecen firmes en la perspectiva de 2016.
El problema es que para muchos productores esperar un año más es demasiado.
Habrá productores lecheros que quedarán por el camino si no se toma alguna medida de apoyo a ellos, o a las industrias que toman su producción.
Por otro lado, rubros cuyos números son favorables, cuyos precios se han mantenido relativamente estables, tampoco han logrado crecer. La producción de carne crece básicamente por una mayor faena de vacas, mientras que la de ovinos ha caído en este año estrepitosamente y es el mero reflejo de una caída muy grave en la población ovina. El año cerrará con un crecimiento de 5% en la faena de vacunos y un descenso de 40% en la de ovinos.
La carga ganadera ha bajado y el riesgo forrajero, que fue importante en este invierno y comienzo de primavera, queda bastante disipado para el próximo invierno. Puede ser un factor de sostén para los precios de las categorías de reposición, porque más tarde o más temprano se precisarán más animales para cubrir las áreas ganaderas.
El sector forestal sale bien posicionado como un rubro contracíclico, no estrictamente vinculado a la lógica de las demás materias primas y que permite generar ingresos que complementan a otros rubros. Uruguay está bien posicionado y una tercera papelera en el este sigue siendo una inversión pendiente en el país.
Por ahora el agro, como la economía tendrán, un crecimiento lento, apenas visible. Y en 2016 se mantendrá una situación de poco crecimiento. Ni la remisión lechera, ni la faena, ni el área agrícola se apartan una lógica de estancamiento.
Será un año de resistir con lo que se tiene y esperar a que el año 2017 vuelva a generar márgenes y permita empezar un nuevo ciclo favorable de crecimiento.
La apertura de mercados sigue siendo de las estrategias clave para sostener la competitividad en un marco adverso respecto a los países de Oceanía que han logrado acuerdos comerciales que permiten ingresar sin aranceles, en una situación ventajosa respecto a la de Uruguay. En ese sentido la llegada de los embarques de carne vacunan certificada como never ever 3 (libre de hormonas y antibióticos) es uno de los logros de 2015. Se espera para 2016 la obtención de ese mercado para la carne ovina con hueso, y del mercado de Japón para la carne vacuna desosada.
Y la implementación de los compartimentos ovinos para generar unidades productoras que puedan exportar a mercados exigentes como EEUU debe ser mirada con buenas expectativas, aunque esas siempre son acciones que dan frutos en el largo plazo.
En trigo los altos rendimientos compensan, en parte, la caída en los precios.
J. Samuelle
¿Qué hace falta para cruzar el ajuste?
Para que el agro uruguayo logre transitar esta fase de baja del ciclo de precios se deben cumplir determinadas condiciones.
En primer lugar, es necesario que el azar climático jugue a favor, tal como ha sucedido en los cultivos de invierno, cultivos que lograron muy buenos rendimientos y parcialmente logran facturar por el volumen lo que no logran facturar por precio.
El Niño se va sin hacer grandes daños, aunque hay inundados por exceso de lluvias en el norte y escasez de lluvias en el sur.
Por otra parte, la flexibilidad cambiaria, usar el tipo de cambio como una herramienta compensatoria del bajo precio internacional y no como una variable en la lucha contra la inflación.
Tienen que lograrse acuerdos de libre comercio que acerquen las condiciones a las que se exporta con las que tienen Australia o Nueva Zelanda.
Los acuerdos en el marco de la OMC son auspiciosos.
En materia de rubros productivos el desafío mayor será para la lechería y el arroz.
Mientras, la ganadería tendrá que conflirmar su condicion de rubro relativamente mas estable que los demás.
La lechería, en tanto, tiene por delante el desafío de sostener al conjunto de productores.
www.elobservador.com.uy
