Escuché pacientemente el discurso íntegro del presidente de esta institución en la Rural del Prado, como escribiera el senador Agazzi (propiedad de la Intendencia de Montevideo) es decir del pueblo montevideano.
Del “espiche” de Ricardo Reilly se desprende una conclusión: fue un cierre del evento de notoria inclinación político-ideológica.
Por ser representante de una asociación gremial tendría, -debería- ser más cauteloso en las consideraciones y juicios, pero no fue así; se preocupó de colocar la política de gobierno en el banquillo de los acusados, no le quedó títere con cabeza, martilló hasta el cansancio el arma de la crítica que abarcó desde el precio del dólar hasta el precio del gasoil.
En el esfuerzo de su oratoria por hacerse oír contó desde el inicio con una “claque” (digna del Rey Sol Luis XIV) quienes lo interrumpían constantemente con calurosos aplausos.
Fue un discurso totalmente agresivo contra el gobierno, denotando, cabe escribir valentía a la vez que una gran cuota de torpeza, quizás lo traicionó el subconsciente de que en 2016 ha llegado la hora de la revancha, de la restauración, del viejo y manido proyecto del “derrame”, del cual son entusiastas patrocinadores.
Fue un discurso irrespectuoso hacia las autoridades presentes, me extraña en persona de tan elevado nivel cultural la desubicación y el vulgar destrato hacia los invitados.
Otra cosa afortunadamente, fueron las certeras y mesuradas palabras del ministro de Ganadería y Agricultura, un profesional, colega de Ricardo Reilly quien ante la insolencia extendió su mano y dijo: “Trabajemos en conjunto, gobernantes y productores, Ministerio y agremiaciones”, explicando que cuando él asumió como ministro la Trazabilidad (la joya de la corona de la política agropecuaria) estaba trancada.
El gobierno del Frente Amplio le dio concreción a la trazabilidad en el ganado uruguayo. Con firmeza el ministro exteriorizó la defensa de la política agropecuaria que él lleva a cabo.
Dijo que el año pasado la tonelada de leche estaba en 2.000 dólares y ahora “rumbea” los 2.800 dólares expresando que los propios productores lecheros afirman que se está en una fase de equilibrio, más allá de las complicaciones con el mercado.
Dijo el ministro, hay que mirar el vaso medio vacío y el vaso medio lleno, afirmando que el Uruguay de la mano de la agricultura creció como nunca y que la exportación de ganado en pie es una realidad, y que hay una producción de terneros en los últimos 4 años de 2.400.0000.
Con sobriedad y elocuencia el ministro reafirmó que la política agropecuaria recoge legados políticos de grandes próceres nacionales, José Batlle y Ordóñez, Wilson Ferreira Aldunate y Líber Seregni. Insistió que le país está abierto a producir alimentos en un mundo de 9 mil millones de habitantes, y llega en su relacionamiento comercial con más de 100 países.
En los planteos de Tabaré Aguerre flotó el espíritu artiguista de privilegiar el trabajo, la producción y el humanismo, que los más infelices sean los más privilegiados; en el del señor Reilly sobrevolaba otro espíritu, el del fundador (Domingo Ordoñana) de la Asociación Rural en 1971 que lo hizo en connivencia con el dictador Latorre quien alambró los campos a sangre y fuego y redistribuyó las tierras tal como querían los latifundistas de la época.
No estaban ajenos a este discurso la nefasta influencia de Domingo Bordaberry e Irureta Goyena, los ruralistas que en el año 1933 enviaron la famosa nota de respaldo al golpe de Estado de Terra.
Hubo pues, en el Prado, un tufo rancio y oligárquico de los que durante décadas han tratado de impedir que los trabajadores tuviesen una Ley de 8 horas para el campo.
Por: Dari Mendiondo
http://www.republica.com.uy/asociacion-rural-frenesi-politiqueria/582918/
