La falta de planificación en el campo venezolano ha generado un profundo déficit productivo en la industria láctica y cárnica nacional que se ve reflejado en los anaqueles. Aunque el BCV omitió la publicación del índice de escasez en los últimos meses, ya para febrero se situaba en 28%.
Según el vicepresidente de Fedeagro, Carlos Odoardo Albornoz, la industria agrícola se encuentra en estado crítico y es la principal causa las fallas en el abastecimiento de productos de primera necesidad (carne, leche, quesos). “Hay un desfase absoluto en el agro venezolano porque no hay sentido de planificación”, recalcó.
Señaló que para cumplir con la demanda local se necesitan 15 millones de bovinos más y que hasta el momento Venezuela solo tiene capacidad para cubrir el 8% del mercado ganadero. De igual forma, refirió que esta problemática afecta directamente la producción de leche y quesos.
“Se necesitan cerca de 4 mil millones de litros de leche anuales para cumplir con el consumo interno. En Venezuela la media de consumo anual es de 130 litros por habitante, por encima del promedio de Colombia y México”, afirmó.
Albornoz explicó que para la fabricación de un kilo de queso se requieren entre 8 y 9 litros de leche, pero en este momento un litro de leche le cuesta al productor 20 bolívares y el precio de venta al público del queso se mantiene regulado en menos de 40 bolívares.
“Esta situación hace inviable la producción nacional. Un kilo de queso blanco a puerta de fábrica, sin incluir los gastos de distribución, vale 160 bolívares”, precisó.
Aumenta la informalidad
De acuerdo con la especialista en ingeniería sanitaria, María Virginia Najul, el exceso de regulaciones que afectan a la industria de quesos han provocado un aumento de la informalidad en el sector. Es por esta razón, que en el mercado hay una variedad de productos denominados “artesanales”, pero que son fabricados sin las condiciones sanitarias adecuadas.
Najul destacó que esta realidad pone en peligro la salud de los consumidores, puesto que la mayoría de estas queseras no tienen ningún tipo de control higiénico ni herramientas de refrigeración o pasteurización.
“La enfermedades transmitidas por alimentos ocupan los primeros lugares en los boletines epidemiológicos. Hay que ponerle atención a esto”, subrayó.
Menos castigos y más capacitación
Tanto Albornoz como Najul aseguraron que la solución a este problema no debe ser punitiva, sino que debe estar orientada a la difusión de las buenas prácticas de manufactura a través de la capacitación.
“Se debe comenzar por hacer una base de datos de todos los productores nacionales y organizar jornadas de formación y adiestramiento de la mano de expertos”, indicó Najul.
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